¿Qué hacer para re-conectar con los movimientos sociales de base? ¿Como hacer viable y sostenible -fuera de lo instituido- nuestro papel de apoyo a los procesos de transformación social ? ¿Cómo reconectar la acción educativa con la acción política? ¿Volveremos a ser "técnicos/as asépticos/as" cuando vuelvan las "vacas gordas"? ¡¿Pero es que van a volver?!
La educación social, la animación sociocultural, el desarrollo comunitario, la educación popular... son prácticas políticas, y si no que se lo pregunten a Paulo Freire.
Así nacieron y así se desarrollaron: pegaditas al terreno, a la medida de las necesidades concretas de las personas concretas, en los barrios concretos.
Claro que, más tarde, fueron cooptadas por las instituciones: las administraciones públicas y sus "servicios" y regulaciones, las organizaciones solidarias y su institucionalización, las universidades y su formación reglada, etc. Lo que equivale a decir que fueron "sistematizadas", abducidas por el sistema, incorporadas a la parafernalia montada para que -cambiando algo adjetivo- nada sustantivo cambie.
De esa forma, quienes antes éramos activistas, pasamos después a ser "profesionales" y a defender nuestro papel "técnico" por encima de nuestra militancia. Lo nuestro era una "tarea profesional", el compromiso político -en todo caso- quedaba para el tiempo libre.
Nunca -ni siquiera cuando las vacas eran gordas- dejamos de ser precarios/as, es verdad. Siempre fuimos "el último mono" de las estructuras institucionales, aunque hay quien sostiene que siempre es mejor ser cola de león que cabeza de ratón.
Pero ahora, con la crisis esta (que es una estafa) ni siquiera somos precarios/as, en todo caso somos prescindibles. Ni las instituciones públicas ni las sociales cuentan con recursos para mantener nuestros papeles profesionales (educadores/as, animadores/as, dinamizadores/as...). Las tareas de las que nos ocupamos están en el último lugar de las prioridades presupuestarias.
Pero, además, los procesos de innovación social ya no se producen en el sistema ni en las instituciones -si es que alguna vez se produjeron allí- sino en la periferia, fuera del sistema o en contra del sistema.
Los novísimos movimientos sociales, todavía en plena mutación, sin cristalizar aún, que están reinventando (¡maldita palabra!) el ámbito de la acción social, no quieren saber nada de lo instituido.
Se da la paradoja de que, en este momento histórico, nuestras supuestas capacidades y habilidades (facilitadoras, tejedoras, organizativas, enredadoras, empoderadoras...) son más necesarias que nunca, pero no sabemos cómo hacerlas viables, posibles, en este nuevo escenario en profunda y continua transformación.
Algunas preguntas para este tiempo de vacas flacas:
¿Qué hacer para re-conectar con los movimientos sociales de base? ¿Como hacer viable y sostenible -fuera de lo instituido- nuestro papel de apoyo a los procesos de transformación social ? ¿Cómo reconectar la acción educativa con la acción política? ¿Volveremos a ser "técnicos/as asépticos/as" cuando vuelvan las "vacas gordas"? ¡¿Pero es que van a volver?!