La amistad es una de las cosas más maravillosas que ha inventado la Humanidad. Esta forma de quererse, cuando hay amor del bueno, cuando nos relacionamos en libertad, es uno de los mayores tesoros que tenemos en la vida. Con los amigos y las amigas podemos establecer relaciones sanas, equilibradas, horizontales, igualitarias y desinteresadas, y en ese sentido, generalmente nos hace sufrir menos que el amor romántico.
En el taller on line "Señoras que dejan de sufrir por amor" de Coral Herrera (El Rincón de Haika) han recopilado unos cuantos rasgos de la amistad que podrían enseñarnos a construir relaciones sentimentales, eróticas o afectivas más bonitas.
- Sin Mitificaciones: A las amigas no las idealizamos porque las conocemos bien. No queremos cambiarlas, ni ellas a nosotras tampoco, sino que crecemos a su lado en base a las experiencias que compartimos. A las amigas y los amigos los queremos tal y como son, con sus virtudes y defectos. El amor que sentimos hacia ellas y ellos nos hace ser comprensivos con sus rarezas, manías, despistes, mezquindades, tonterías, y torpezas. E incluso nos reímos con ellos de las nuestras.
- Sin limitaciones para crecer: La amistad nos permite aprender mucho de nosotras mismas y de la Humanidad. Nos permite crecer porque no nos limita: crecer junto a alguien y contribuir a su bienestar nos hace sentir buenas personas, nos hace sentir que somos útiles y que podemos ayudar a los demás. Queriendo a la gente nos sentimos mejores personas porque aprendemos con las amigas, empatizamos con sus problemas, nos ponemos en su lugar, tratamos de aliviar su dolor, compartimos sus triunfos y éxitos.
- Sin exclusividad ni posesividad. A todas nos encanta que nuestras amigas tengan otras amigas, que su vida esté rodeada de afectos. Por lo tanto, cuando nuestra amiga empieza una relación de amistad con otra persona, no enfurecemos ni nos sentimos celosas: nos alegramos de que haya más gente que la quiera y la enriquezca.
- Con intimidad, libertad, comunicación, confianza: Con las amigas y los amigos tenemos un altisimo grado de confianza e intimidad que nos permite expresar las emociones con libertad, sin miedo a lo que la otra persona pueda pensar de nosotras. Con las amigas nos abrimos el corazón y las carnes enteras, porque con ellas podemos desahogarnos, analizar situaciones, relativizar, y acabar muertas de la risa.
- Con respeto: Normalmente respetamos los espacios y tiempos propios de nuestras amigas y amigos, de modo que no nos sentimos heridas si nuestra amiga se recluye durante unas semanas porque no le apetece ver a nadie o simplemente necesita estar sola.
- Con lealtad: La amistad que perdura en el tiempo generalmente es un amor correspondido, sin excesivos desequilibrios como en las parejas. Los amigos y amigas, aunque no se vean todos los días, siempre se quieren. Su amor no depende de los kilómetros que las separan o los días o meses que pasan sin verse.Y no hay adulterio ni mentiras porque no se nos exige exclusividad.
- Sin jerarquías, ni desigualdad, : Con las amigas no hay jerarquías de afecto. Jamás le decimos a una amiga que la queremos menos que a otra. No nos esforzamos nunca en disimular nuestro amor, porque no tenemos miedo al rechazo. En el camino de la amistad lo normal no es anular a la otra persona para poder dominarla, sino que nos relacionamos desde la horizontalidad, reconocemos a la otra persona, nos tratamos de tú a tú.
- Sin miedo al rechazo o al abandono. Sin miedo constante a que nuestra amiga deje de querernos, a que prefiera a otra amiga, a que se aburra de nosotras. Sabemos que los amigos tienen total libertad para acompañarnos o para irse de nuestras vidas, por eso quizás los disfrutamos más que a los amantes, a los que nos cuesta dejar ir.
- Con generosidad y altruismo. Con las amigas tejemos redes de ayuda mutua, y vamos allá donde nos necesiten para apoyar, para celebrar, o para compartir. Nos damos de una forma más altruista, sin esperar nada inmediato a cambio.
- Sin tanto Ego: No nos sentimos poco queridas si nuestra amiga es una adicta a tirarse en paracaídas, o si milita entusiasmada en una organización social o medioambiental, o si decide encerrarse a opositar, o emigrar a otro país en busca de un salario digno. Apoyamos sus decisiones aunque nos duelan o signifique que veremos menos a nuestra amiga. Porque ante todo, queremos que sean felices.
- Autocrítica: Con las amigas y amigos podemos hacer un análisis de nosotras mismas sin miedo a sentirnos juzgadas, atacadas o malinterpretadas. Y nos es más fácil reconocer errores propios y pedir perdón cuando nos portamos mal.
- Admiración, reconocimiento, cariño. Una amistad no funciona si hay continuos reclamos, o si hay luchas de poder para dominar a la otra persona. La amistad se va conformando en torno a la admiración que sentimos por el otro/a, a nuestra capacidad para solidarizarnos con los problemas del otro, a la creación de momentos especiales, recuerdos bonitos, experiencias y aprendizajes compartidos, y muchas dosis de reconocimiento mutuo.
- Eternidad y carpe diem: A los amigos y amigas no les pedimos amor eterno, la amistad dura lo que dura. Disfrutamos intensamente los ratos que pasamos con la gente a la que queremos, porque generalmente, debido a nuestro escaso tiempo para el ocio, no podemos disfrutar de los amigos a diario.
- Sin salvaciones, promesas y paraísos: A la amistad no le pedimos que nos resuelva la vida. A los amigos no les pedimos que nos hagan felices, sino que nos acompañen en el camino a ratitos. Los amigos normalmente trabajamos para contribuir al bienestar del otro, pero no somos responsables de su felicidad. Es un amor más desinteresado, porque es un fin en sí mismo, no un medio para mejorar nuestra calidad de vida. Nuestras amigas no son salvadoras, son compañeras de camino que nos hacen la vida más bonita.