Me gustan los modelos asamblearios. Modelos donde se expresa, tal y como la entiendo, una democracia pura y real. Modelos donde todos sus miembros, con independencia del rol que les toque asumir, participan en el funcionamiento del sistema. Modelos basados en palabras como colaboración, igualdad (que no igualitarismo) y responsabilidad. Modelos factibles para ser asimilados fácilmente por los centros educativos (por sus características).
Un centro educativo es un supraorganismo donde intervienen diferentes tipos de personas. Personas con roles de alumnos, docentes, padres y personal de servicios. Un entramado multipersonal donde la importancia de todos sus componentes debería ser tenido en cuenta. Un sistema que funcionaría infinitamente mejor si se basara en un modelo de asamblea.
¿Qué pasaría si eliminamos los cargos unipersonales de los centros educativos y mantenemos a todos sus profesionales con idéntica responsabilidad en el funcionamiento del centro? ¿Qué pasaría si en lugar de tener directores, jefes de estudios, secretarios u otras figuras análogas convertimos al centro en una democracia perfecta a nivel de los profesionales que lo conforman? ¿Tan malo sería dejar la gestión del centro educativo a sus profesionales para que decidieran de forma asamblearia (no por Claustros en los que lo único que se decide es el tiempo que duran) qué camino quieren seguir en sus centros educativos?
Una asamblea no sería perfecta si no incluimos al resto de roles que existen en los centros educativos. ¿Y si más allá de la democratización entre el funcionamiento de centro que supondría la abolición de cualquier “elemento profesionalizador diferencial” permitiéramos que los padres realmente conozcan lo que sucede en los centros educativos? ¿Y si los hacemos permeables y transparentes para ellos? ¿Y si les permitimos saber lo que estamos haciendo y les convocamos (no mediante los insulsos Consejos Escolares en los que una parte mínima de los padres es la que vota) a ver lo que hacemos y cómo lo hacemos? ¿Y si les pedimos ayuda y que arrimen el hombro?
No nos olvidemos de los alumnos. Los más importantes del sistema educativo. También han de tener derecho a decir algo, ¿o no? ¿Tan malo es ponerse a analizar el sistema por su parte más débil como es la del alumno? ¿Es necesario ser tan poco democrático (como lo es el sistema actual) para impedirles la posibilidad real de que intervengan en su aprendizaje?
No se acaban los actores del sistema… ¿y el personal administrativo y de servicios? Son los grandes olvidados siempre. Tanto o más importantes que cualquiera y ninguneados en demasiadas ocasiones por muchos de los otros actores. ¡Qué hay más importante que los administrativos, conserjes y personal de limpieza! ¿No vale su opinión? ¿Sólo tienen derecho a ser mano de obra en algo tan importante como es el funcionamiento del centro educativo donde trabajan?
Tengo claro que las líneas anteriores son una utopía. Una utopía que, lamentablemente, nadie se atreve a llevar a cabo. Pero, ¿nadie ve las ventajas de lo anterior? ¿Nadie se plantea que podría existir una renovación educativa si se permitiera que la verdadera democracia de un modelo asambleario aterrizara en nuestros centros educativos?
Lamentablemente por lo único que opta la administración es por dar más poderes a los directores y menos capacidad de decisión a los Consejos Escolares. Algo que sólo puede interesar a regímenes dictatoriales. Regímenes que, por desgracia, rigen la mayoría de los centros educativos de nuestro país.