La inteligencia colectiva es una forma de inteligencia que surge de la colaboración y concurso de muchos individuos o seres vivos de una misma especie. Hoy es un término generalizado de la cibercultura o la sociedad del conocimiento. Aparece en una amplia variedad de formas de toma de decisiones consensuada en bacterias, animales, seres humanos y computadoras. Kropotkin es un referente temprano en su obra El apoyo mutuo, al referirse a la inteligencia colectiva de pequeños animales e insectos como abejas u hormigas.
El concepto de inteligencia colectiva fue acuñado por el filósofo Pierre Lévy en su libro “Inteligencia colectiva. Por una antropología del ciberespacio” (1994). El también profesor en el Departamento de Comunicación de la Universidad de Ottawa propone que, aunque es imposible que todos seamos sabios de todo, sí podemos ser expertos en un pequeño área. De esta manera, si juntamos todos esos microsaberes, crearemos una inteligencia colectiva. Se trata, en palabras del autor, de “una inteligencia repartida en todas partes, valorizada constantemente, coordinada y movilizada en tiempo real”. Una especie de cerebro compartido es posible a partir de la suma de multitud de inteligencias individuales.
«…no niego la lucha por la existencia, sino que sostengo que a la evolución de todo el reino animal y en especial de la humanidad no contribuye tanto la lucha recíproca cuanto la ayuda mutua»
Kropotkin defendió que las especies sociables son las más prósperas; la solidaridad es el factor clave en la supervivencia de las especies en su agónica lucha colectiva contra las fuerzas hostiles de la naturaleza. Su libro se convirtió en un ataque a aquellos discípulos de Darwin que, a su parecer, solo veían en la naturaleza sus aspectos más brutales.
Poco antes, en 1888, Thomas Henry Huxley escribió un retrato de la naturaleza como un conjunto de procesos amorales y brutales, absolutamente incapaz de proporcionar cualquier tipo de criterio sobre el que fundar la moral. Huxley subrayaba que la persistencia de instintos agresivos primordiales imponían severos límites a los proyectos de reforma radical y revolucionarios.
Kropotkin destacaba el papel predominante de la lucha colectiva que las especies sostienen contra las condiciones hostiles del medio y contra otras especies. Para él estaba claro que la mejor arma en ese tipo de lucha era la sociabilidad. Los más aptos son aquellos animales que adquieren hábitos de apoyo mutuo.
La lucha entre individuos de la misma especie no puede producir ningún tipo de progreso evolutivo, sino lo contrario. La sociabilidad –el apoyo mutuo– no solo limita la lucha, sino que es condición necesaria para el desarrollo de las facultades más elevadas, como la inteligencia y la moralidad. Y esta característica es propia del ser humano, y queda demostrada por millones de años de evolución. Llámalo, inteligencia colectiva. Llámalo X.