Tal y como están las cosas creo que ha llegado el momento de lanzar alternativas al actual modelo y sí, los técnicos tenemos mucho que decir pero sin los políticos que lo reconozcan y legislen no tenemos nada que hacer, sólo nuestra buena voluntad y eso, amigos, no es suficiente.
A continuación TrabajarconJóvenes nos lanza algunas ideas que pueden servir para el debate.
La situación juvenil en todas sus vertientes, sobre todo con más de un 50% de paro, preocupa a todo el mundo pero seguimos con la misma estructura, competencias y contenidos que hace muchos años en materia de políticas de juventud. Si dicha situación no produce un cambio sólo significa que estas cosas les importan un comino a nuestra clase política.
Desde la aparición del Libro Blanco sobre Juventud Europea en el 2000, los técnicos han asumido una forma de hacer las cosas que ha propiciado que conceptos como los de participación e información juvenil adquieran otra dimensión y sobre ellos hemos basado la mayoría de metodologías en estos últimos años. Sin duda ha sido un salto hacia adelante. Pero hace ya 13 años de aquello y la situación, obviamente, no es la misma.
Nosotros podemos tener una forma de hacer las cosas que propicia la globalidad y la coordinación pero ¿es algo estructural o por nuestro empeño personal?
Tal y como están las cosas creo que ha llegado el momento de lanzar alternativas al actual modelo y sí, los técnicos tenemos mucho que decir pero sin los políticos que lo reconozcan y legislen no tenemos nada que hacer, sólo nuestra buena voluntad y eso, amigos, no es suficiente.
A continuación os lanzo algunas ideas que puedan servir para el debate, espero que vosotros aportéis las vuestras.
- Los políticos de juventud.
Los que leyerais el último post de este blog ya sabéis lo que opino. No se puede hacer políticas de juventud sin políticos, sin voluntad política. No puede existir un salto cualitativo en la materia sin contar con gente preparada y no, como pasa en muchos lugares, que al puesto de responsable de departamento de juventud manden al más tonto del partido o al que ha despuntado en la sección juvenil correspondiente. Hace falta gente que sepa y esté preparada. Para aprender que vayan a la escuela, aquí hay que venir enseñado de casa. Esto se conseguiría fácilmente si se cumplieran dos cosas: primero que eligieran a alguien competente y segundo que hubiera una formación para ellos cuando hubieran asumido el cargo.
- Los técnicos de juventud.
Los Encuentros entre técnicos y las redes sociales han contribuido a una coordinación básica entre ellos fuera de los patrones que marcan los políticos. Hay instaurada, desde el citado Libro Blanco, una forma de hacer las cosas que nos ha permitido avanzar en la ejecución de programas y actuaciones pero no debemos de olvidar que nosotros somos técnicos y nuestra función es conseguir que los objetivos que se marquen puedan realizarse a través de nuestras intervenciones. La coordinación global no puede basarse en nuestra buena voluntad y sí en un conjunto de procedimientos amparados por normativas que nos den seguridad. Una buena noticia es el funcionamiento de asociaciones de profesionales de juventud en distintas comunidades autónomas que están intentando poner algo de cordura en todo esto. Ahí también debe de darse un paso más hacia adelante y el objetivo debe ser una federación potente que establezca criterios y pueda servir de contrapeso al capricho de políticos obtusos.
- Estructura y competencias.
Las competencias de juventud las tienen las Comunidades Autónomas pero andan diseminadas. Además, los ayuntamientos también hacen de su capa un sayo y dicen que ellos también tienen competencias y luego viene el INJUVE y hace lo que le da la gana (convoca actividades no hace política, parece una Fundación). Los órganos de juventud hacen y deshacen en ocio, tiempo libre, participación, formación en el T.L., información y cultura juvenil pero en empleo, vivienda, salud y educación pintan poco, salvo en alguna asesoría, programa muy específico o tareas de sensibilización.
Hay que darle una vuelta a todo eso y no se puede desperdiciar el conocimiento acumulado de los técnicos en los últimos años y no aprovechar su conocimiento de los jóvenes a la hora de implementar cualquier medida destinada a ellos. Si tan importante es esto de las políticas de juventud que mejor momento para crear órganos exclusivos de juventud que coordinen todo lo que se refiera a jóvenes con un claro mandato a este departamento para coordinar y establecer criterios comunes. Perdonarme pero nunca me he fiado de las comisiones interdepartamentales. Las hay desde los ochenta y no ha habido manera de coordinar nada, los intereses y el mirarse al ombligo de cada uno han sido suficientes para quitarles toda la operatividad.
Si con un 56% de paro juvenil, con nulas posibilidades de emancipación, con la educación pública cada vez más precaria y con unos porcentajes de participación social ridículos no tenemos suficiente para crear un órgano de juventud política y técnicamente fuerte es que ya no nos importa nada una mierda.
- Participación.
Nos regimos por una ley (la del 2002) tan absurda como dañina que lejos de propiciar el incremento de la participación social a través de asociaciones ha venido a cargarse la participación juvenil para convertirlo todo en un mercado. Además, cualquiera que nos dediquemos a esto de juventud sabemos que es una parte esencial para cualquier intervención con jóvenes y hay que tenerla presente en todos los apartados de las políticas de juventud. Estoy convencido que la participación debe ser un eje metodológico y no un contenido.
- Educación, salud, vivienda y empleo.
Las madres del cordero y que siempre han estado alejadas de los departamentos de juventud que sólo han podido realizar sensibilización y actuaciones testimoniales pero nunca han tenido la posibilidad de plantear su visión. Ahondando en lo que manifestaba en el punto de estructura y competencias vuelvo a repetir que estas materias no pueden estar alejadas de los cometidos de los técnicos de juventud por una sencilla razón: somos los que conocemos a los jóvenes y estamos todos los días viendo sus problemas, inquietudes y dificultades. No podemos estar fuera de ese círculo por lógica pura. Cualquier política a ejecutar en Salud, por ejemplo, no puede realizarse sin la opinión de los técnicos de juventud. Nos evitaríamos así cosas como las campañas y actuaciones en prevención de las drogodependencias que aún fracasando ahí seguimos haciendo lo mismo. Y este ejemplo puede servir para muchas otros asuntos.
- Eso que llaman “la juventud”.
Pues mire usted, eso no existe. Existen jóvenes cada uno de su padre y su madre con intereses y procedencias diversas. Hay que adaptar las políticas a los jóvenes de carne y hueso. Si hacemos “cosas” para la juventud corremos el riesgo de dejar fuera a la mayoría y estaremos estereotipando a la población joven, algo de lo que siempre nos hemos quejado. La juventud es algo abstracto y virtual que sirve para debates sofistas pero poco más. Nosotros debemos hacer políticas para jóvenes.
- Coordinación efectiva.
No me vale que nosotros seamos muy buenos y nos coordinemos y sepamos de otros técnicos. Esa coordinación ha de ser estructural y venir marcada por la legislación. En cada ámbito es necesaria una referencia técnica de juventud con ascendencia sobre los profesionales que trabajan en cada territorio y con la garantía de independencia por parte de los partidos en el poder. A esto se llega con pactos entre partidos para respetar al máximo las directrices técnicas que emanen de la reunión y evaluación de los profesionales. Los políticos que marquen líneas generales y pongan énfasis en lo que ellos quieran pero somos los profesionales los que tenemos que determinar las actuaciones en función de la auténtica necesidad de los jóvenes en cada campo ¿Os imagináis que en el Centro Superior de Investigaciones Científicas fuera un político a decirle al investigador que en vez de utilizar esa encima lo hiciera con otra? Pues esto es lo mismo.
- Y lo más importante: los jóvenes.
Y para el final me he dejado lo más importante: los jóvenes. Mucho hablar de políticos, de técnicos, de técnicas, de políticas pero sin los jóvenes no tenemos nada que hacer. Son ellos quienes han de marcar las tendencias que hemos de seguir. Como decía en un punto anterior, la participación está bajo mínimos y las estructuras que pueden representarlos son muy débiles. Los que seguís el blog sabéis que creo que los Consejos de Juventud podrían ser un vehículo estupendo para recabar información de lo que quieren los jóvenes pero entre su estructura, también caduca en mi opinión y que desde el mismo poder político quieren acabar con estas entidades nos quedamos sin esa herramienta tan necesaria. Creo firmemente que nuestra principal función ha de ser poner instrumentos para recuperar la participación juvenil en toda su extensión. Si no es así, seremos estupendos y haremos muchas cosas por ellos pero sin ellos y no es buen camino.
No debemos de olvidar que junto a este debate hay muchos paralelos que se cruzan entre sí y también habrá que ordenar: el disparate de la separación entre educación formal y no formal, el sentido de la reforma educativa y qué jóvenes tendremos en 10 años, los que tengan acceso a la cultura y los que no, por dónde va a ir la nueva cultura reivindicativa juvenil que por los síntomas que manifiesta lo peor es que no va a ser muy ideológica sino de simple rabia…. En fin, que hay que ponerse a trabajar.
Hasta aquí. No sigo más y ya sabéis que quedan muchas cosas en el tintero pero para iniciar un debate creo que es bastante.
Siempre me he preguntado que con la cantidad de dinero que se gasta el INJUVE en gilipolleces varias no podría organizar un encuentro específico de estas cosas en donde fueran técnicos de juventud de todo el estado, personas de reconocido prestigio en el tema, técnicos que han trabajado años con jóvenes y los que creáis oportuno que deban estar. No para hacer unas jornadas y oír a un ratón de biblioteca a ver lo que nos dice su investigación sin haber hablado en su vida con un joven, sino para que hablemos entre nosotros, que nos digamos las verdades del barquero y pongamos nombre a las cosas que no se deben hacer y llevarlo hasta las últimas consecuencias.
Ha habido, en mi opinión, tres grandes momentos para las políticas de juventud. En los ochenta con aquellas políticas integrales, a principios de los noventa con las afirmativas y en el 2000 con el libro blanco sobre juventud europea. Llevamos dormidos demasiado tiempo y es momento de actuar. Hace poco, tuiteando con Pep Montes (@Pep_montes) me decía, con razón, que lo que hay sí nos vale pero que no se contradecía con seguir haciendo más. Yo voy a ir algo más allá y creo que ha llegado el momento de reorganizarse para ser mejores y cumplir nuestro verdadero objetivo: ser útiles a la población joven y contribuir a su formación e integración como ciudadanos. Y por qué no decirlo, a nosotros nos vendría bien un nuevo viento fresco y recuperar la ilusión y la motivación.
¡Uff! Acabo de terminar y ya me salen 10 temas más. Bueno, hacedlo vosotros, yo ya he escrito bastante por hoy.