Es un problema tan cotidiano y obvio, que ha terminado por convertirse en un problema amigo. ¿Qué significa esta expresión? Aquellos problemas que todos sabemos que ocurren, pero que hemos dejado de pensar que son solucionables. Para llegar a esta conclusión, se pueden recorren varios itinerarios personales, la conclusión es la misma: la sensación de inutilidad y pérdida de tiempo y eficacia de nuestra tarea docente.
A continuación enuncio dos argumentos respecto a nuestro problema amigo: la burocratización educativa. Sabemos por la tradición sociológica, que tanto ha estudiado este fenómeno, un aspecto que no hemos de olvidar: no es inocente.
Primer argumento: la proliferación burocrática de documentación y trámites que un profesor en sus diversas funciones tiene que hacer, es un factor directo en su calidad docente. Dicho de otro modo: calidad y burocracia son inversamente proporcionales. Todas las administraciones saben que esta afirmación es verdad, se lo han recordado asociaciones, sindicatos y otros foros, ¿por qué no simplificar aquello que es una obstáculo evidente? Hay varias razones políticas y sociológicas que explican esta indiferencia. Una muy triste y obvia: el desconocimiento práctico e interno del problema que se debe resolver Hay otras, los lectores tienen sus propias razones: no haré redundancia. Un detalle: una época demuestra su necesidad de regeneración, cuando lo obvio debe recordarse.
Segundo argumento: la burocracia legislativa afecta a todas las escalas de un centro educativo. Un director no debe ser solo un gestor, debe ser un líder pedagógico que encarne y aglutine un proyecto de centro. Un claustro de profesores son el capital humano que dignifica y puede mejorar cualquier resultado educativo: no un conjunto disciplinado de inercia burocrática sin ningún resultado y eficiencia para su tarea. Podríamos seguir con otras instancias: inspectores u otras. ¿Qué nos queda? Exigir medidas realistas de mejora o seguir en la inercia: las leyes educativas deben apoyarse en sus profesionales, no frenar y dispersar su trabajo. Estamos esperando: exigencia sí, pero instrumentos también.
Tres conclusiones. Primera: la explícita y anunciada autonomía de los centros que se proyecta, debe tener un objetivo claro, entre otros: transformar un instituto burocrático, en un instituto educativo plenamente. Segunda: las administraciones en una sociedad red, deben llevar a efecto esa expresión, no duplicar aquello que debe ser simplificado. Tercera: lo anterior debe ser consecuencia de una evaluación exhaustiva del estado actual de la burocracia educativa, ¿para qué? Para el objetivo fundamental que cualquier descentralización eficiente debe cumplir: simplificar la burocracia, para priorizar lo importante, enseñar y aprender en nuestras aulas. Claro: siempre que consideremos que esto es lo principal.