Ined21 dialoga con la obra de Ulrich Beck, uno de los sociólogos vivos más influyentes en el mundo actual.
Dos preguntas de nuestro presente: ¿tenemos la democracia que merecemos? ¿quién verdaderamente degrada la calidad democrática: las élites o la ciudadanía que se lo permite? Como siempre, el lector decide. U.Beck diría que es inevitable: la solución está en cada de uno de nosotros, debe partir de cada individuo.
En 1986 publica: “La sociedad del riesgo”, un clásico de la sociología contemporánea. Sus líneas de reflexión le llevan a describir la diferencia entre la primera modernidad y la modernidad reflexiva, y a ser uno de los autores que mejor están enfrentándose al tema de nuestro tiempo: la globalización. Nuestro diálogo se construye a través de tres ideas fundamentales en su análisis sociológico: riesgo, globalización e individualización. Las obras que nos sirven de referencia hermenéutica directa serán: “La sociedad del riesgo”, “¿Qué es la globalización?” y varias entrevistas en diferentes medios donde ha posicionado su perspectiva sociológica.
La primera modernidad era una sociedad de clases, nuestra modernidad reflexiva es una sociedad del riesgo: riesgo es incertidumbre en la obra de Beck. ¿Por qué? Porque el riesgo es imprevisible, invisible e impredecible en conjunto. Este es un reto respecto al orden y control en que se había basado nuestra época moderna: el optimismo ha muerto. El riesgo es constitutivo de la nueva sociedad en que vivimos: el riesgo no es clasista en el análisis de Beck, atraviesa toda la sociedad. Catástrofes nucleares, terrorismo, riesgo medioambiental son ejemplos de la pertinencia del concepto. Este determina que su solución no pueda ser de los Estados-nación que han construido la modernidad: no hay soluciones individuales/estatales a nivel político. Dicho de otro modo: riesgo y globalización se necesitan, se corresponden como estructura de época. Otro aspecto interesante del riesgo es la transformación de las coordenadas temporales que introduce: no es el pasado el que determina el presente, es ese futuro de incertidumbre continua el que define este presente problemático. Vivimos anticipando futuros: la sociedad de la ansiedad, una sociedad que tiene como tema central, la seguridad. Dejamos dos reflexiones respecto a lo anterior: el riesgo es real, su percepción es cultural y contextual, ¿estamos evaluando adecuadamente el alcance de la crisis actual en nuestro país? ¿la desigualdad creciente que la crisis está agudizando, no refleja ese clasismo que se considera superado como concepto sociológico?…
Ulrich Beck diferencia globalización y globalismo. Citamos directamente: “la globalización significa los procesos en virtud de los cuales los Estados nacionales soberanos se entremezclan e imbrican mediante actores transnacionales y sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones, identidades y entramados varios”. Aquí nos hayamos y lo propio de nuestra modernidad reflexiva o segunda modernidad, es que este proceso es irreversible. Somos globales, queramos o no: la tesis de U. Beck. Una vez definido este marco, hay que diferenciarlo de lo que denomina globalismo: “…dominio del mercado mundial que impregna todos los aspectos y lo transforma todo”. Globalismo es simplificación de una complejidad global, que incluye política, economía, sociedad y cultura en todos los ámbitos. Globalismo es neoliberalismo. Maticemos: en la interpretación socialdemócrata/ecologista de tradición alemana, donde podemos insertar la obra de U.Beck. Una sospecha: el liberalismo es mucho más matizado que ese neoliberalismo que se critica constantemente. Dos consideraciones sobre nuestro presente: ¿está el debate educativo verdaderamente globalizado? ¿no sigue siendo un debate nacional, con todos los prejuicios que conlleva ese localismo educativo?…
El proceso de individualización está relacionado con esa modernidad reflexiva. La sociedad ha dejado de prescribir la vida de los individuos. Estos pueden elegir su propia biografía, sin que los condicionantes sociales, siempre presentes, ahogen su proyecto personal. Los individuos, esa palabra que se convierte en ciudadanos políticamente, reflexionan y legitiman las instituciones y prácticas donde se desarrollan sus vidas. Libertad y responsabilidad a la vez: la presión cae en cada uno de nosotros, no hay delegación posible. No podemos evitarla o negarla. Dos preguntas de nuestro presente: ¿tenemos la democracia que merecemos? ¿quién verdaderamente degrada la calidad democrática: las élites o la ciudadanía que se lo permite? Como siempre, el lector decide. U.Beck diría que es inevitable: la solución está en cada de uno de nosotros, debe partir de cada individuo.