Contar historias forma parte de nuestro lenguaje universal. Las historias forman parte de la humanidad y al igual que los sentimientos y las emociones forman parte de todos nosotros independientemente de la cultura a la cual pertenezcamos. Los relatos en forma de cuento, fábula, mito, etc. nos han servido para explicarnos el funcionamiento del mundo primero en formato oral, luego mediante la escritura y ahora con la transformaión de los medios de comunicación mediante las nuevas tecnologías, de ahí el termino narrativa digital (digital storytelling).
Desde la antigua Grecia hasta hoy las narraciones siguen vigentes, porque no hay nada que llame más la atención que una buena historia.
Érase una vez...es el comienzo de una manera de traspasar información de una persona a otra y de aprender de la experiencia ajena sin tener que experimentar todo por nosotros mismos. A su vez, también podemos aprender contando nuestros propios relatos y narraciones ya que al explicar(nos) hacemos primero un ejercicio de reflexión. Esto bien lo saben en los estudios de educación social, la narrativa (digital o no) es un buen instrumento para ejercitar la reflexión sobre las prácticas que realizamos en los centros y para autoindagar en la adquisición de competencias y habilidades.
Y los profesionales, ¿Cómo podemos utilizar los relatos en nuestro trabajo educativo? Eso es lo que yo me pregunté al leer el tercer cápitulo del libro "7 retos para la Educación Social" de Anna Forés titulado "Narrar(se) para narrar. Narraciones analógicas y digitales". Y como se me hizo corto decidí apuntarme a las jornadas sobre Digital Storytelling de Trànsit Projectes.
Ahora si, después de haber indagado un poco más en el tema, puedo dar respuesta a esa pregunta: En un mundo 2.0 donde pasamos de ser consumidores a prosumidores (consumimos pero también producimos bienes, productor o servicios) los educadores sociales podemos utilizar la herramienta narrativa como un eficaz instrumento para empoderar a las personas con las que trabajamos. A modo de ejemplo: Las historias de vida que la ciudadanía nos explica pueden, y a veces deben, quedarse en el despacho pero a veces esas historias que tanto se repiten pueden servir para saber que no solo no están solos sino que hay otras personas que están en su misma situación y hacen algo para cambiarla. Es decir, el hecho de que las personas se identifiquen con el relato puede servir para que estas tomen también posición y sean parte de un cambio, de la transformación social. Las narrativas digitales nos pueden servir para explicar a la población con diferentes niveles para que estas puedan entender lo que se narra pero también la misma población puede contar en primera persona lo que le sucede y participar de esos relatos, reflexionar sobre ellos y actuar. Este es un modo de empoderar de la ciudadanía ¿cuál conoces tú?.