Este texto es una remezcla de El manifiesto antropófago (Oswald de Andrade, 1928), Guerrilla (T.E Lawrence, 1929), Tratado de Nomadología (Gilles Deleuze-Félix Guattari, 1980), El manifiesto ciborg(Donna Haraway, 1985) y Junto a los ríos de Babilonia (Wu Ming 4, 2004) * (Ver aclaración al final del texto).
Los ejércitos son como plantas, inmóviles como un todo, enraizados, nutridos por largas ramas que llegan hasta la cabeza. Nosotras somos como un vapor llevado por el viento. Los afectos atraviesan nuestros cuerpos como flechas. Nuestros cuerpos son mapas de poder e identidad. Y los afectos son armas contra todos los importadores de consciencia enlatada.
El combate no es físico sino moral y, por lo tanto, las batallas son un error. Nosotras somos una influencia, algo invulnerable, intangible, sin frente ni retaguardia, que se mueve como el gas. Nunca supimos lo que era urbano, suburbano, fronterizo y continental. Por eso combatimos para convencer, no para vencer. Para la diversidad, no para la identidad. Para transformarnos antes que nada en el espacio renovado por el viento. El enemigo es tan sólo una contingencia de la lucha, no nuestro objetivo.
La victoria no consiste necesariamente en conquistar ese punto en el que el enemigo se siente inatacable, sino más bien en modificar el mapa entero para convertirlo en un punto de importancia secundaria. Desplazar la acción a otra parte y dejar al enemigo que defienda atrincherado un lugar que se ha vuelto inservible. El que defiende una plaza ya ha perdido. El máximo desorden es nuestro equilibrio. La movilidad cuenta más que la fuerza. La bestialidad ha alcanzado un nuevo rango en este ciclo de cambios de pareja.
Nuestra arma es justo como el viento: a la vez el aire que se respira y el gas venenoso que hacemos respirar al enemigo. Nuestra arma es la capacidad de transformar a cada individuo en un simpatizante y amigo. Porque nuestros reinos están vivos en la imaginación de cada una. Y el viento no se conserva, simplemente sigue soplando, erosionando y moviendo las formas sólidas al mismo tiempo que se desvía.
Somos quimeras, híbridas teorizadas y fabricadas de máquina y organismo. La máquina somos nosotras y nuestros procesos. Por eso nuestra estrategia es la construcción de nuevas pistas, nuevos mapas del espacio desierto que habitar. Donde el soldado regular ve sólo desierto, nosotras vemos una red articulada de pistas y líneas por las que desplazarnos: un espacio a poblar, que coincide con su mundo y al mismo tiempo lo supera.
*No he usado ninguna palabra que no aparezca en los textos anteriores. Me he limitado a remezclar, encajar y ajustar frases enteras. Apenas he añadido comas y puntos y el estilo mayúscula para la ‘y’ en el inicio de alguna frase. He adaptado las formas verbales a la primera persona del plural. Uso el género femenino, tal como lo hace el movimiento 15M. F5 es la tecla que activa la actualización de la pantalla en muchos sistemas y programas informáticos. Nosotras, la guerrilla F5 - un palimsesto digital, un código fuente - puede ser reescrito, remezclado y despedazado por cualquiera. Cambiando la imagen que abre el texto, el significado será diferente. El resultado será imprevisible.