Admiro a las personas que estudian una carrera o un grado y encuentran trabajo, para después ampliar su conocimiento en ese sector. A mí nunca me ha gustado una sola cosa y eso, os lo aseguro es muy peligroso. De niña tuve claro que quería ser maestra. También que quería escribir. Pero por circunstancias no fui a la universidad con 18 años y sí con diez más. Así que tras el BUP, la prueba para mayores de 25 años y demás, tenía nota para entrar en Publicidad y Relaciones Públicas. Lo sé, ¿y eso qué tiene que ver con Magisterio? Nada.
Joana Sánchez en AntesdeAhora
La facultad de Educación aquel día-no se me olvidará- estaba repleta. Había tanta gente en la calle que apenas se podía atisbar qué sucedía dentro. Así que mi otra vocación: la escritura, tropezó con un buen orador que explicaba las bondades de la Publicidad y su similitud con Periodismo, donde la creatividad tenía un gran papel . No lo pensé: “acepto”, me dije.
Cuando terminé la carrera me di cuenta de que no me iban a querer como periodista, y ahora mucho menos como maestra. Así que estudié el CAP, ¿otra carrera? Demasiado mayor, pensé,ahora he de encontrar trabajo. Y en ello estuve mientras seguía en la misma línea: formarme para ser formadora. Realicé el curso de formadora ocupacional.
Altamente recomendable para todo aquel que quiera poner sus neuronas a trabajar todos los días a buen ritmo. Allí tropecé con excelentes formadores que les gustaba su profesión y con otros que no tengo claro todavía qué hacían por esos lares.
Ilusionada pensé: ahora sí. Estoy preparada. Otra vez fue duro encontrar trabajo como tal. En 2010 me fui a Madrid. En mi vida había estado en la capital, y todo para llevar a cabo un curso con Manuel Campo Vidal de técnico formador en habilidades comunicativas. Invertí ahorros, ilusión y me encontré con un grupo de personas estupendo. ¿Estupendo? Se queda corto. Todos teníamos una misión: mejorar nuestras habilidades comunicativas
1. Hablar en público
2. Leer un discurso
3. Vocalizar y gesticular adecuadamente
4. Grabarnos y luego hacer autocrítica y también aprender a ser criticados
5. Mejorar nuestro lenguaje no verbal
Después pasamos a la acción e hicimos lo propio con algunos clientes del centro. Fue maravilloso. Un subidón de adrenalina. Sobre todo para alguien como yo que vive en un barrio sencillo, lleva una vida ídem aunque tenía ideas siempre de los más fantasiosas. Siempre he creído y confiado en que todo puede mejorar. Ahora lo llaman optimismo, en mi caso ha sido un estilo de vida. ¿Y en el tuyo?
Ezzequiel Ander-Egg
Por decisiones que no provenían de mis inquietudes, me encargué de las redes sociales que os soy sincera: no me apasionan. Esto siempre asombra, pero no entiendo el porqué. Estudié publicidad y me gusta la comunicación, si confiaron en mí para que impartiese algunas clases sobre esta cuestión simplemente me formé en ello; pero mi pasión seguía siendo la docencia, la escritura y la comunicación y ahora si cabe, más gracias a ese paso por Madrid.
Hace unos años decidí que quería tener un OFICIO. Sí. No es raro. El mundo está lleno de licenciados, y muy pocos somos sabios, ni vamos a mejorar el mundo con nuestros estudios.
Así que me informé sobre los grados medios y superiores. “Un paso atrás” me mal aconsejó un compañero de clase hace años. Yo creo que fue una decisión inteligente. A las personas no se las mide por sus títulos sino por sus conocimientos, su valía personal, su actitud frente al trabajo, o al menos así debería ser en un mundo ideal.
Aquí es donde entra la animación sociocultural. Igual pensáis ¿por qué has tardado tanto tiempo? Por una razón algo simple: no encontraba una definición para lo que quería hacer. Desde mi capacitación como formadora ocupacional pensé que podría acceder a este tipo de trabajo donde la persona es lo fundamental; ahora he metido en la mochila todo lo que sé y lo que me queda por aprender, para hacerme un hueco en esta profesión que a mí me llena tanto.
No importa cuándo hayas tomado una decisión, a los 20, 30, 40 e incluso 50 o 60. Si estás vivo, si tienes una ilusión y ganas de hacer cosas, no te cortes las alas y sobre todo no escuches a los demás. Muchas personas pretenden seguir en sus vidas ya hechas, creadas, inventadas y no quieren cambios. Los respeto y sería de justicia que hicieran lo mismo por todos los que consideramos que la palabra META o FIN es una quimera, que siempre hay otra un poco más lejos y no hay que quitarse las zapatillas nunca, debemos seguir corriendo hasta la próxima.
Y aunque os suene a utopía: necesitamos a más personas con ganas de hacer lo que les gusta, sé en qué contexto lo digo porque yo lo padezco, pero “estudiar lo que se lleva”, “lo que está de moda” y demás puede tener un alto precio a pagar en el futuro (por no hablar del presente)
Quiero ser animadora sociocultural, aunque si echo la vista atrás, me veo rodeada de chavales a los que les proponía infinidad de juegos, o realizando campañas para que mantuvieran limpio el barrio con folios que contenían párrafos de canciones de Lennon y más músicos. Sus caras sí eran un poema
¿Estoy preparada? Sí, creo que estoy preparada. Además voy conociendo por ahora vía Internet a personas muy sanas que llevan años en este sector o estilo de vida y me están contagiando su entusiasmo. Les doy las gracias desde ya.