Fragmentos de las “Reglas para Radicales”




Saul Alinsky (1909-1972) fue un organizador comunitario americano, considerado como el fundador de la moderna organización de la comunidad , cuyo libro más famoso es Reglas para Radicales, en el que recogió sus experiencias de organización de los ghettos afroamericanos en distintas ciudades de los EEUU. Rescatamos, en esta entrada, algunos fragmentos de aquél libro. 
Por Saul Alinsky en Apuntes para la participasión


PARTIR DE DONDE NOS ENCONTRAMOS
En tanto que organizador, comienzo mi acción aceptando el contexto tal como es y no como yo quisiera que fuera. Aceptar el mundo tal como es no debilita para nada mi voluntad de cambiarlo según la idea que tengo de lo que debiera ser. Si queremos cambiar el mundo para que llegue a ser como pensamos que debe ser, debía ser, hay que tomarlo tal como es desde el principio: dicho de otra manera, hay que actuar dentro del sistema.

…No es fácil aceptar una cosa tan sencilla como el hecho de tener que empezar a partir de donde nos encontramos. Esto implica liberarse de las ilusiones con las que nuestra vida está tejida, porque la mayoría de nosotros ve el mundo no tal como es sino tal como desearían que fuera.

CAMBIO Y CONFLICTO
Cambio significa movimiento, y movimiento fricción. Solamente en el vacío sin fricción de un mundo abstracto, que no existe, el movimiento y el cambio podrían producirse sin la dureza y el fuego del conflicto. Nuestro objetivo político -no lo ocultamos- es jugar al juego de esta gran ley del cambio.

…El conflicto es el corazón mismo de una sociedad libre y abierta. Si tuviéramos que traducir la democracia musicalmente, el tema dominante sería «la armonía de la disonancia».

COMUNICACION
La calidad de la comunicación depende particularmente de las relaciones que se tienen con los demás.

…La comunicación no se da si el organizador se sitúa totalmente fuera del campo de experiencias de la gente.


…La comunicación que se basa sobre ideas generales, en lugar de apoyarse sobre las experiencias específicas del interlocutor, se convierten en pura retórica y tienen sólo un impacto muy limitado.


PRIMERO LA ORGANIZACION, LUEGO EL PROGRAMA
…Lo que los organizadores, misioneros, educadores, o cualquier extraño a una comunidad, no comprenden, es que, sencillamente, cuando las personas se sienten impotentes, saben que no tienen los medios para cambiar la situación, y no se interesan por el problema.

…En cambio, una vez que las personas se hayan organizado y tengan el poder de acometer cambios, y sólo entonces, empezarán a pensar en la manera de introducirlos y debatirlos.

EL PODER Y LA ORGANIZACION
El cambio viene del poder y el poder viene de la organización. Para actuar, las personas deben unirse.

…La organización debe ser utilizada al máximo como un mecanismo de educación, pero educación no significa propaganda. Es la educación que recibe en el seno de la organización, lo que permitirá al afiliado dar un sentido a su relación, en tanto que individuo, con la organización y con el mundo en el que vive, y lo que le permitirá al mismo tiempo tener opiniones bien fundadas y pertinentes. Los programas y las actividades de una organización producen situaciones y suscitan problemas bien concretos, que crean un terreno propicio para el aprendizaje.

El conflicto que surge de cada problema concreto y el proceso seguido para resolverlo permiten ampliar rápidamente los centros de interés. Los organizadores competentes deben aprovechar cualquier ocasión. Sin este proceso de aprendizaje continuo, la construcción de una organización se reduce a la sustitución del poder de un pequeño grupo por otro….

REGLAS DE LA TACTICA DEL PODER
La palabra «táctica» evoca la idea de hacer lo que se puede con lo que se tiene. Las tácticas son esos actos, elegidos con conocimiento de causa, que permiten a los seres humanos vivir juntos y relacionarse con lo que les rodea. En un mundo que funciona a base de «donde las dan las toman», la táctica es el arte de saber cómo dar y como tomar. Aquí nos interesamos por la táctica de tomar. ¿Cómo pueden tomar el poder de los ricos los que no tienen poder?

…No olvidéis nunca la primera regla de la táctica del poder: el poder no es solamente lo que tenéis, sino también lo que el enemigo cree que tenéis.

Esta es la segunda regla: no salgáis nunca del campo de experiencias de vuestra gente. Cuando, de hecho, una acción o una táctica es completamente ajena a su experiencia, provocáis en ellos confusión, miedo y deseos de marcharse. Esto significa también que la comunicación fracasó.

La tercera regla: salid del campo de experiencias del enemigo cada vez que podáis. Porque es la confusión, el miedo y el abandono lo que queréis provocar en él.

La cuarta regla, es poner al enemigo contra el muro de su propio evangelio. Por ahí lo podéis pillar, porque no podrá seguir respetando sus propias reglas como la Iglesia no puede vivir su cristianismo.

La quinta regla confirma la cuarta: el ridículo es el arma más poderosa que tiene el hombre. Es prácticamente imposible responder al ridículo. Tiene además el don de poner furiosa a la oposición, y de su manera de reaccionar no hacéis más que sacar provecho.

La sexta regla es que una táctica es buena sólo si vuestra gente disfruta aplicándola. Si no se entusiasman es que en esta táctica hay algo que no funciona.

La séptima regla es que una táctica que se prolonga mucho en el tiempo se vuelve aburrida. El hombre no puede mantener el interés por un asunto más que durante un tiempo limitado, tras el cual todo se convierte en rutina o en rito, como ir a misa el domingo por la mañana.

La octava regla consiste en mantener la presión, por diferentes tácticas u operaciones, y utilizar en provecho vuestro todos los acontecimientos del momento.

La novena regla es que la amenaza, por lo general, asusta más que la propia acción.

La décima regla: el principio fundamental de una táctica, es hacer que los acontecimientos evolucionen de tal manera que mantengan, sobre la oposición, una presión permanente que provoque su reacción. Ésta es esencial para el éxito de la campaña. Habría que recordar no sólo que la acción está contenida en la reacción, sino que brota de la reacción misma y va de reacción en reacción, hasta el infinito. La presión provoca una reacción y, mantenida de forma constante, alimenta la acción.

La undécima regla es que llevando lo suficientemente lejos una desventaja, ésta se convierte al final en una ventaja. Esta afirmación se apoya sobre el principio de que todo aspecto negativo comporta una contrapartida positiva.

La duodécima regla es que un ataque sólo puede tener éxito si tenéis preparada una alternativa constructiva. No os podéis permitir el lujo de caer en la trampa del enemigo, si éste de repente cambiara de postura y aceptara satisfacer vuestras reivindicaciones diciéndoos: «No sabemos cómo resolver este problema; deben ustedes decirnos cómo hacerlo».

La regla decimotercera: hay que elegir el blanco, inmovilizarlo, personalizarlo y concentrarse sobre él al máximo.

En las tácticas del conflicto, existen ciertas reglas que el organizador debe tener siempre como universales. Una de ellas es que es primordial singularizar al enemigo, convertirlo en un blanco y atraparlo, es decir «inmovilizarlo». Entiendo por esto que en una sociedad urbana compleja como la nuestra, donde todo es interdependiente, es cada vez más difícil apuntar al culpable. Siempre hay un chivo expiatorio. Dada la interacción creciente entre los diversos sectores de la sociedad, entre municipios, o entre grandes empresas, y la complejidad de la interdependencia política que existe entre las ciudades, los comités y los poderes públicos de las metrópolis, lo que hemos que temer más en el futuro, es el hecho de no poder identificar al enemigo. Cae por su propio peso que una táctica no sirve para nada si no tenemos un blanco contra el que apuntar.

Deberíamos recordar siempre que el blanco elegido intentará zafarse por todo los medios y no cesará de moverse, procurará aplicar todo tipo de estrategias minuciosamente calculadas, algunas veces perniciosas, por puro instinto de conservación, para poder librarse y dejar de ser el blanco. Es esencial que los que quieren introducir cambios prevengan cualquier posibilidad de este tipo, arrinconando al blanco y manteniéndolo quieto. Si una organización permite que el enemigo reparta la responsabilidad entre varios sectores y la difumine, el ataque sería absolutamente imposible.

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