La construcción de alternativas económicas y sociales para suplir las carencias de nuestra sociedad y encaminarse hacia la transformación social es un hecho palpable en muchas ciudades cosmopolitas. ¿Se imaginan un espacio que sea para todos para que no sea de nadie? Áurea Social nos demuestra que el cambio sólo es posible en comunidad.
Por AITANA COLINA y AITOR FERNÁNDEZ en Date Cuenta
Por AITANA COLINA y AITOR FERNÁNDEZ en Date Cuenta
En el número 263 de la calle Sardenya de Barcelona se desarrolla una potente iniciativa autogestionada llamadaÁurea Social. Es un proyecto cimentado en bases de colectividad y procesos asamblearios y asociativos. Resulta difícil condensar en un par de páginas una propuesta con tantas extremidades, pero para hacerse una idea de cuál es la idiosincrasia de Áurea Social hay que mencionar cooperación, soporte mutuo, solidaridad, acogida y, lo más importante, confianza. Su objetivo principal es “responsabilizar a la gente con su entorno”. Se trata de ofrecer soluciones al crecimiento exponencial e insostenible al que nos somete el sistema capitalista y comenzar a crecer de forma sostenible (o a “decrecer”) pensando en favorecer al mayor número posible de personas. Por las charlas que organizan -que llenan salas semanalmente- pasan personajes como Arcadi Oliveres, Marisol Castellanos, Albano Dante, Jordi Garcia Jané y otros representantes de proyectos más cercanos a la utopía que a lo que nos ofrece la realidad.
Áurea Social disfruta ya de un gran espacio donde se están autogestionando dos pilares esenciales como son la Salud (planta superior) y la Educación (planta inferior), los dos bienes más preciados de una sociedad del bienestar, y que en la actualidad están siendo dilapidados por los recortes. Al proyecto de salud lo han bautizado como “Salut Holística Autogestionada” (SHA), y combina diferentes ramas de la medicina tradicional y alternativa.Aquí las personas dejan de ser pacientes y pasan a ser participantes. Refuerzan esta “filosofía sanitaria” con elCAP, un servicio que forma a las personas para la “autosalud”, es decir, para que aprendan a prevenir enfermedades y a curarse. En lo referente al otro pilar, la educación, diversos proyectos convergen aquí, ynormalmente están relacionados con la educación libre. El acto de aprender, que surge de una forma natural en el ser humano, se basa aquí en el acompañamiento del niño y no al revés. Es el niño el que va a desarrollar su conocimiento de forma autónoma, sin necesidad de que un profesor le dicte los conceptos que debe aprender.
En Áurea Social también se preocupan por la devastadora situación que está dejando familias enteras sin casa y brindan ayuda a cualquier persona que se presente en la Oficina de Vivenda. Las visitas al departamento van acompañadas de situaciones delicadas como la inminencia de un desahucio o litigios con el banco. Poco a poco aportan soluciones impulsando proyectos como cooperativas de vivienda, o alquileres a precio social. Pero la implicación de la comunidad en la vida de las personas no se queda en la oficina, pues, por ejemplo, algunos socios que trabajan el día entero en la casa acaban durmiendo en salas que se convierten en dormitorios.
La rebelión financiera
Para poder autogestionar todos los proyectos han impulsado también la CASX (Cooperativa d’Autofinançament Social en Xarxa), una iniciativa que se gestó durante la acampada de Barcelona del movimiento 15M y definitivamente lanzada en junio de 2011. CASX es una banca sin intereses que toma el control mediante la autogestión y cuyas decisiones se aprueban en asambleas y grupos de trabajo en que participan todos los socios. El objetivo es claro: ejecutar una rebelión contra la banca capitalista actual (que ha dado 5 billones de dólares a los bancos, según Arcadi Oliveres: “lo suficiente para acabar con el hambre en el mundo 92 veces”).Estamos hablando de un banco revolucionario que intenta romper las injustas formas de financiación del capitalismo que favorecen sólo a unos pocos.
CASX y Áurea Social aprovechan el grano de arena para crear la playa entera. El primer paso es la colectivización del inmueble. Para ello han puesto en marcha el “Fondo de colectivización”, que funciona desde septiembre, un producto financiero en el que las personas pueden aportar depósitos que sirvan para comprar fincas que sirvan también a otros proyectos para la transformación social. Sólo ahí radica el beneficio que obtendrán las personas ahorradoras, algo mucho más grande que el pequeño beneficio monetario que cualquier banco tradicional puede ofrecerles, mientras por otro lado están financiando negocios no humanitarios. Estas inversiones podrán ser recuperadas a largo plazo si otra persona realiza esa aportación.
Aquí dentro también trabaja una oficina de desobediencia económica que impulsa el proyecto Derecho de Rebelión. Éste surge como muestra del rechazo al mal uso de nuestros recursos por parte del Estado, desde el dinero “regalado” a los bancos al gasto militar, el presupuesto de la monarquía o el de la Iglesia Católica. Proponen, en definitiva, que la sociedad deje de pagar impuestos (IVA, IRPF, etc) total o parcialmente para invertirlo en proyectos de autogestión. La sociedad se convierte así en alguien consciente de lo que se está haciendo con su dinero, que decide qué proyecto concreto enriquecer con sus impuestos.
Enric Duran y la constancia
Lucio Urtubia dice siempre que “hay personas con una capacidad tremendamente transformadora”. Enric Duran es una de esas personas, alguien que no sólo muestra el camino sino que anima a los demás a construirlo, a probar, a ver qué pasa si nos salimos de lo establecido. Enric Duran, el Robin Hood que expropió 492.000 euros a diversas entidades bancarias para crear redes cooperativas, es uno de los creadores principales de Áurea Social y de laCooperativa Integral Catalana, el proyecto matriz del que han ido surgiendo todos los demás.
Lo primero que hizo Durán con ese dinero fue publicar “Crisis”, un diario prodecrecimiento que llamó la atención de que todo estaba a punto de a estallar y que era necesario encontrar las maneras de sobrevivir a ello. En menos de cuatro años, una vez fundada la Cooperativa Integral Catalana (CIC), esas maneras se han traducido en la creación y el fomento de cooperativas de consumo, la compra de diversos terrenos y talleres que se han convertido en “espacios donde la gente podrá vivir y trabajar”, el alquiler de inmuebles a un precio social y el apoyo a muchos otros proyectos que “sinergizan” y se soportan mutuamente. El modelo de la CIC no para de crecer y ya ha está siendo imitado en diversos lugares del Estado. Sólo a modo de dato significativo, Enric afirma que la CIC ingresa, por el trabajo de sus cooperantes y las estrategias de insumisión fiscal, unos 10.000 euros mensuales, que a su vez son reinvertidos en propagar la tarea de todas las personas que trabajan en ella.
Áurea Social es para sus cooperantes “lo que tú quieres que sea” (algo participativo), “la mejor manera de vivir la autogestión” (algo autogestionado), “reacción desde una nueva energía” (algo revolucionario), “un espacio de encuentro para la afinidad” (un espacio propio), pero sobre todo es algo muy ambicioso y real, porque la amalgama de proyectos que ya conviven engloban todo lo que como seres humanos necesitamos. Según Enric Durán, el crecimiento del proyecto “será un proceso lento que requerirá constancia y acción”, pero la coherencia del mismo representa una opción concreta y válida para salir de los mecanismos que durante años no han aportado nada a la parte más grande de la sociedad. ¿Representa Áurea Social el paso previo a la utopía?