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Jueves por la mañana del 25 de octubre de 1917 (7 de noviembre según
el calendario gregoriano de uso común en occidente). San Petesburgo
amanece nerviosa. Las patrullas armadas han recorrido las calles durante
toda la noche y, en las plazuelas, los bolcheviques ríen y cantan
sentados alrededor de pequeñas hogueras. A medida que avanzan las horas,
estudiantes, soldados, obreros y hombres de negocios se agrupan en las
aceras para comentar las últimas noticias. La revolución es inminente.
La vieja Rusia, herida de muerte, se encuentra al borde de la
disolución.
"Pero, ¿cómo es posible? ¡Hace dos días, los
bolcheviques eran bandas sin jefes, sin víveres, sin artillería, que
erraban a la ventura sin rumbo ni meta! ¿Qué es lo que ha aglutinado a
estas masas desorganizadas, indisciplinadas, de soldados sin oficiales,
convirtiéndolas en un ejército disciplinado y obediente a jefes elegidos
por ellas mismas?", se preguntan, indignadas, las tropas
contrarrevolucionarias.
"Los pueblos en rebelión echan por
tierra todos los conceptos del arte militar", responde John Reed,
periodista y cronista de los hechos.
Así, el Comité
Revolucionario dirigido Vladimir Ilich Ulianov, alias Lenin, se hace con
los principales edificios gubernamentales y ocupa centrales de
electricidad, estaciones de ferrocarril, puentes y el Banco Central. Por
la tarde envía una propuesta de rendición, pero Kerenski, líder
menchevique en el poder, había escapado.
En el crucero Aurora se
iza la bandera roja y un disparo da la señal: la hora de tomar el
Palacio de Invierno ha llegado. A las 9.45, los insurgentes comienzan el
asalto y apenas encuentran resistencia. Nikolai Skripnik, secretario de
los comités de fábrica, famélico y enloquecido, lo anuncia a gritos:
"¡La victoria es nuestra!".
Ese mismo día, el Partido
Bolchevique publicó A los ciudadanos de Rusia, un llamamiento en el que
se indicaba que el Gobierno provisional burgués había sido derribado y
que el poder había pasado a manos de los sóviets.
El nacimiento de una nación
Cientos
de historiadores han tratado de explicar las causas y consecuencias de
la Revolución, que acabó en guerra civil (1918-1922) y en la
instauración de la URSS en 1923.
La Rusia de los zares había
aterrizado en el siglo XX como un país arcaico, rural y feudalista. La
derrota en la guerra ruso-japonesa agravó la situación, y el alza de los
precios provocó las revueltas de 1905.
La oposición,
clandestina, se dividió entre los mencheviques -partidarios de un
régimen burgués y parlamentario-, y los bolcheviques, que abogaban por
la dictadura del proletariado. Ya en 1917, la situación en Rusia es
insostenible. La entrada del imperio en la I Guerra Mundial marca un
nuevo periodo de penurias y, el 23 de febrero, bajo la consigna "Pan y
pan" y "Abajo la autarquía", los cosacos del zar apoyan a los
huelguistas.
Se constituyen asambleas, los sóviets, pero son
los mencheviques quienes toman el poder. Sin embargo, cuando las fuerzas
zaristas tratan de recuperar el poder, Lenin vuelve para dar auxilio.
En octubre, su revolución precedió a la creación de la Unión Soviética.
Mientras, la dinastía zarista de los Románov desapareció para siempre.
El resto es Historia.