El equipo de Zemos98 nos invitó esta vez a investigar
sobre el ‘copylove’ o cómo los cuidados resultan
fundamentales para la sostenibilidad de las comunidades.
- Belén Macías Marín | Diagonal Web
‘Copylove: procomún, amor y
remezcla’. Las palabras clave de la
14ª edición del festival Zemos98,
celebrada del 11 al 15 de abril en
Sevilla, podían llevar a pensar en
licencias libres para amar, compartir
y mezclarse, lo que remitiría al
poliamor, las relaciones libres y/o
las orgías... Ah ¿no? ¿Entonces, de
qué modernez estamos hablando
en esta ocasión?
En realidad, el equipo de Zemos98,
que trabaja entre la cultura libre y el
pensamiento crítico, ha estado reflexionando
durante los últimos cinco
meses sobre algo bastante cotidiano:
la importancia de los afectos y los cuidados
en los proyectos colectivos. El
entusiasmo, la sensación de pertenencia,
el agotamiento, el apoyo mutuo,
el humor, las torpezas, la confianza,
la vulnerabilidad... cuestiones
que casi nunca se explicitan en las
comunidades, aunque resulten fundamentales
para su propia existencia
y, en muchas ocasiones, también sean
la causa de su final. Piensen en
sus propios proyectos, ya sean políticos,
de convivencia o laborales. En
un momento en el que tratamos de
imaginar y construir un nuevo paradigma
que ponga la vida y el bienestar
de las personas en el centro, tendríamos
que ser capaces de empezar
por casa. Pero hay pocos grupos que
logren gestionar bien estos procomunes
invisibles, como los han dado en
llamar en el colectivo sevillano. La
tradición feminista hace mucho que
se ocupa de ellos, pensarlos como
procomunes nos ayuda a identificarlos
como recursos compartidos gracias
a los cuales existe la comunidad.
Para enriquecer la reflexión con
todas aquellas personas que se quisieran
unir, la gente de Zemos lanzó
la convocatoria de las ‘residencias
copylove’, “espacios y tiempos abiertos
a la investigación y el aprendizaje
en primera persona”. Para la conceptualización y desarrollo
de estas residencias contaron con la colaboración de
Rubén Martínez y el equipo de Colaborabora. Una pequeña
representación de la comunidad
DIAGONAL aterrizó en las residencias
de abril, en pleno festival, cuando
ya habían tenido un par de encuentros
con comunidades locales
en febrero y marzo. Aquí rescatamos
de forma muy esquemática algunas
de las cuestiones que surgieron estos
días y que nos pueden servir para la
reflexión en los propios grupos.
Amor romántico
Los grupos no están a salvo
Los grupos no están a salvo
En este periódico ya
hemos arremetido en alguna ocasión
contra la idea del amor romántico
(ver la entrevista a Mari Luz Esteban). En la segunda sesión
de las residencias de abril nos
planteamos que esta construcción no
afecta sólo a las parejas, sino también
a los grupos. Marta Malo y
Débora Ávila, de Ferrocarril
Clandestino, una comunidad de apoyo mutuo
entre personas migrantes y
autónomas, nos ayudaron a entender
esto y que ni los grupos ni los
afectos surgen de forma natural o espontánea,
sino que son construidos
artificiosamente sobre unas reglas
explícitas e implícitas.
Los discursos hegemónicos sobre
el amor calan en nuestras prácticas
colectivas de diferentes formas. La
posesión o el intento de control de
los otros en el grupo, porque de algún modo
“te pertenecen”. El romanticismo
o la identificación plena o fusión con el
colectivo: “Si yo estoy mal,
el grupo debe morir conmigo”. El
compromiso trascendente por encima
de todo, el “hasta que la muerte
nos separe” que se convierte en la militancia
del sacrificio del “todo por el
colectivo”. Y el reproche, el amor como
continuo balance de cuentas, “tú
te has burlado de mí, y pasas por mi
lado para hacerme sufrir”, que
decía Camela. Chavela Vargas,
Loquillo y Falete ilustraron perfecta
y respectivamente los otros casos.
En la salud y en la...
¿Quién lo ha hecho mal?
¿Quién lo ha hecho mal?
La idea de que los afectos son naturales
y no se puede hacer nada al respecto
acaba de revelarse cuando se
da una situación de conflicto y surge
una perspectiva moralista sobre lo
que sucede: “¿Quién lo ha hecho
mal?”. En lugar de ser capaces de hacer
un análisis estructural o un relato
colectivo sobre lo que está pasando,
se suelen buscar culpables para repartir
responsabilidades, personalizamos
los problemas con la idea de
juzgar y castigar. Con la gente del
Ferrocarril Clandestino pensamos
en estos escenarios y uno de sus
ejemplos nos ayudó a terminar de
aterrizarlo: el rumor en los momentos
de escisión. Las habladurías favorecen
las divisiones y las alianzas: “Y
tú, ¿de qué lado estás?”. Del libro
Micropolíticas de los grupos. Para
una ecología de las prácticas colectivas,
editado por Traficantes de
Sueños, con el que rastreamos este
caso, nos quedamos con una frase:
“En este tipo de situación la fuerza,
diría Nietzsche, es quizá la de todos
aquellos que se niegan a repartir las
culpas y con su silencio rompen la
cadena del rumor y no dan la razón a
ninguno de los contrincantes, de los
portadores de pasiones tristes”.
Estas situaciones serán especialmente
dañinas en los grupos que
no se hayan dotado de estructuras
formales para su organización, o
en donde éstas sean inútiles y las
tensiones y decisiones se diriman
en espacios informales. En su texto
La tiranía de la falta de estructuras,
la feminista Joe Freeman recuerda:
“La noción de grupo sin estructura
se convierte en una cortina
de humo que favorece a los
fuertes o a aquellas personas que
pueden establecer su hegemonía
incuestionable sobre los demás”.
El lenguaje
¿En qué idioma hablamos?
¿En qué idioma hablamos?
¿Qué relaciones de poder se dan en
un grupo? ¿Qué voces se escuchan?
¿Qué reglas no explicitadas existen?
Hablar de lo que nadie habla, hacer
visible lo que no se ve... Una de las
conclusiones a la que llegamos pronto
es que no contábamos con un lenguaje
(que no fuera psicologizante),
unos códigos comunes para hablar
de estos procomunes invisibles, para
contarnos quiénes somos y con qué
potencia contamos en cada momento,
para conocer nuestros límites, lo
que pueden nuestros cuerpos y no
embarcarnos, por ejemplo, en empresas
que no podremos sostener.
Mabel Cañadas, de Lakabe, una
ecoaldea al norte de Navarra ocupada
en 1980, en la actualidad autogestionada
y autosuficiente, nos dio
algunas pistas de las tensiones que
surgen entre lo personal y lo colectivo,
entre los consensos grupales y
las necesidades y deseos individuales.
“Para tomar decisiones igualitarias,
es preciso explicitar los valores
y lenguajes que hay en juego en el
grupo, porque normalmente hablamos
diferentes lenguajes”. Y sobre
las palabras, una verdad: “Cuando
las palabras son útiles, funcionan y
actúan sobre el grupo; si no, no se
les hace ni caso”.
La memoria
Aquellos maravillosos años
Aquellos maravillosos años
“Necesitamos desarrollar una cultura
de los antecedentes, para saber
que estamos inscritas en una historia,
que no estamos solas en el mundo
y que no hay que reinventarlo todo
continuamente. Con esta cultura
cultivamos la idea de pensarnos,
una sensibilidad hacia los cambios
del grupo”, nos comentaban en la
segunda sesión Malo y Ávila.
El último día de residencias, con
Guillermo Zapata, del espacio polivalente
autogestionado Patio
Maravillas, trabajamos con la idea
de memoria para trazar la genealogía
de los grupos, una memoria
hackeable que en lugar de inmovilizarnos
nos conduzca a la
acción. La memoria puede ser un
relato grupal complejo que integre
las vivencias, puede ser la memoria
de las actas, documentos
ciegos a los procesos que se dan
fuera del listado de acuerdos; memoria
como frontera, que marca
un adentro y un afuera del grupo.
La memoria puede ser abierta,
aún en proceso y en contacto con
el presente, o cerrada y empaquetada,
accesible y al mismo tiempo
más fácil de convertir en fetiche.
¿Continuamos pensando que en
el origen del grupo todo era puro y
mejor, agarradas a nuestro propio
mito del Edén? ¿Seguimos contando
que somos lo que éramos hace
unos cuantos años? Es hora de revisar
la memoria colectiva, hackearla,
identificar aquellas cosas que
por el camino nos hicieron crecer
como colectivo y aumentar nuestra
capacidad y potencia (los encuentros
alegres, que diría Spinoza) y
actuar con este recorrido claro ante
los futuros inciertos.