Iraia Oiarzabal | Gara
En un país como Brasil, donde la brecha entre la población rica y la pobre es descomunal, el Movimiento de los trabajadores rurales Sin Tierra (MST) no cesa en su lucha por conseguir un cambio estructural que termine con la pobreza, para lo que la reforma agraria es un primer paso fundamental. La ley no avanza, pero si el movimiento, que trabaja desde hace años en el desarrollo se un sistema cooperativo.
Pedro
Cristofolli y Joao Daniel son miembros del MST de Brasil prácticamente
desde sus inicios. El primero es activista del movimiento y desde 2009
profesor de la Universidad Federal de la Frontera Sur de Brasil. El
segundo, es dirigente nacional del MST y director de la región de
Sergipe. Combina este cargo con el de diputado estadual por el Partido
de los Trabajadores (PT). La pasada semana visitaron Euskal Herria para
conocer diferentes experiencias cooperativas y compartir experiencias.
En Arrasate, explicaron a GARA la situación actual de su lucha y los
pasos en el ámbito del cooperativismo.
Aunque desde que se
fundara en 1985, el MST viene reivindicando una reforma agraria para
terminar con la concentración de la riqueza y la propiedad de la tierra,
y por consiguiente, con la enorme brecha entre pobres y ricos, sus
reclamaciones no han sido atendidas. Ni siquiera teniendo en cuenta que
la ley prevé una reforma agraria. Cristofolli relató cómo durante
décadas la dictadura militar ha reprimido la voz de los agricultores del
MST, contribuyendo a que los grandes terratenientes se enriquecieran
cada vez más. «El 2% de los terratenientes tienen casi la mitad de la
tierra», apuntó.
Ahora, con el PT en el Gobierno, la situación
sigue bloqueada. A pesar de que la legislación lo permite, no se dan
pasos para llevar a cabo una reforma agraria -según Cristofolli- por
cuestión de poder. «Incluso en el Congreso el Gobierno se queda como
rehén de las reivindicaciones latifundistas», apostilló. Ello, sumado a
la criminalización que se da sobre los actos de protesta o las
ocupaciones que lleva a cabo el MST, permite a los grandes
terratenientes seguir con el poder en su mano.
Expuso además, que
durante los últimos años, un nuevo participante ha entrado en juego. Y
es que se han dado alianzas entre el sector latifundista y grandes
empresas nacionales y transnacionales del sector financiero. Así, la
industria del etanol ha entrado con fuerza en las tierras de Brasil, y
al respecto, Cristofolli recalcó que no se trata de un sector
latifundista, sino de un sector moderno que además tiene un gran
capital. «Acaparan nuestras tierras, y cuando nosotros llevamos a cabo
ocupaciones, no nos enfrentamos solo al latifundista local, estamos
enfrentando otro enemigo más poderoso y articulado», expresó.
Algunos pasos adelante
Aunque
el tema de la reforma agraria está paralizado, Cristofolli reconoció
que el Gobierno de Dilma Rousseff ha dado una serie de pasos de cara a
generar empleo a través de la construcción o concediendo una especie de
beca, denominada Bolsa Familia, para familias en situación de pobreza.
Indicó que desde el MST apoyan este tipo de políticas, pero afirmó que
no resuelven el problema de la pobreza. «Nosotros apostamos por cambios
estructurales que pongan fin a la pobreza», apostilló.
Cristofolli
relató que este bienestar «puntual» por la obtención contratos o ayudas
del Gobierno, han llevado a muchos campesinos a «acomodarse ante esa
pequeña mejoría» descartando la vía de la lucha a través de protestas u
ocupaciones. Por esta razón, y debido a que la correlación de fuerzas no
es la adecuada por ese peso de la derecha, el MST se encuentra ahora en
un proceso de formación política para los campesinos. «Nos preparamos
para cuando la correlación de fuerzas sea correcta para luchar».
No
obstante, el movimiento sigue trabajando por repartir la riqueza y
construir un sistema basado en el desarrollo sostenible y la
solidaridad. Partiendo de la base de que el MST desarrolla su lucha de
una manera unitaria, Cristofolli apuntó que la gestión de la tierra debe
basarse en el cooperativismo. «Si un campesino logra una tierra en los
procesos de lucha pero sigue individualmente no va a conseguir
sobrevivir en la realidad agrícola de Brasil, hay que luchar por la
tierra pero de una forma organizada, solo así podremos combatir la
pobreza».
Dos proyectos cooperativos unen Brasil y Euskal Herria
El
MST, con la colaboración de Lanki y Mundukide, trabaja desde el año
2000 en la instauración del sistema cooperativista en Brasil. Así, tras
seis años estudiando junto con la Cooperativa Mondragon las
características de esta forma de empresa, en 2006 dieron marcha a un
proyecto en la región de Paraná. «Las cooperativas generan un desarrollo
más equitativo, algo fundamental para nosotros», explicó Cristofolli.
Por ello, el MST apostó por un modelo cooperativo autogestionado que sea
sostenible medioambientalmente.
En la actualidad existen dos
proyectos cooperativos en Paraná y Sergipe, centrados en la agricultura y
la formación. Contrariamente a lo que sucede en Euskal Herria,
Cristofolli subrayó que en Brasil el modelo cooperativo tiene un
movimiento social y político importante detrás, ahora trabajan para
fortalecer el sistema económicamente y poder, finalmente, vivir de la
riqueza que generan sus tierras.
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20120527/343426/es/Apostamos-cambios-estructurales-que-pongan-fin-pobreza
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20120527/343426/es/Apostamos-cambios-estructurales-que-pongan-fin-pobreza