Formas colectivas de defenderse del desempleo y la precariedad

JPG - 641.8 KBDiagonal Periódico nos presenta diferentes iniciativas de personas sin empleo que han decidido que prefieren explorar las soluciones colectivas a las salidas individuales. Desde los más veteranos, como Berri Otxoak, hasta la Asamblea de Desempleadxs de Madrid.

Ya sea a través de la reivindicación y la protesta, o a través del autoempleo cooperativo, o combinando ambas facetas, existen colectivos de personas desempleadas a lo largo del Estado que no se resignan a su situación ni están dispuestos a asumir pasivamente, sin pelear, el drama del desempleo y la carencia de recursos que conlleva.

Berri Otxoak

La ría se mueve
“La margen izquierda de la ría de Bilbao lleva en crisis permanente desde el año ‘79, cuando empieza la reconversión industrial”, explica Juan Carlos, activista de Berri Otxoak, que contextualiza su realidad local afirmando que “nuestro municipio llegó a tener 125.000 habitantes en ese año y no ha dejado de bajar desde entonces.

Nuestro colectivo nace en 1992 con el cierre de los altos hornos de Bizkaia, y no es casualidad, ya que todo un modelo de producción industrial, de organización obrera con sus valores y sus logros colectivos en las condiciones laborales, se ha ido destruyendo poco a poco”. Este colectivo radicado en Barakaldo lleva 20 años movilizado, peleando con las autoridades públicas de su ámbito mejoras en las prestaciones sociales de las personas en situación de desempleo a la vez que les ayudan a solicitarlas y a informarse de las que les corresponden.

La situación laboral de Barakaldo es representativa de esa primera ola de desempleo, ya que “al cerrar las empresas industriales, con buenas condiciones laborales después de años de lucha, nos trajeron un empleo precario, en grandes superficies comerciales, que aumenta los índices de pobreza del municipio”. Juan Carlos pone un ejemplo: “Un trabajo en Ikea tiene un salario de unos 500 euros mensuales, cuando la media del alquiler en Barakaldo es de 900 euros”. Por ello, desconfían de los planes de empleo institucionales. “Contra el paro no necesito un empleo precario que me siga empobreciendo. Contra el paro, empleo digno y de calidad o un subsidio indefinido, unas prestaciones sociales que te garanticen poder sobrevivir con un mínimo de dignidad”.

Desde Berri Otxoak manifiestan que ahí está “la pelea que tenemos con el Ayuntamiento y el gobierno vasco, aquí hay diferentes prestaciones sociales que se están recortando constantemente en un momento de desempleo. Con las bolsas de precariedad y de pobreza creciendo, hay más gente que las pide, y lo que hacen es que en vez de aumentar la partida, endurecen los requisitos o rebajan las cuantías de las prestaciones para intentar estirar el chicle y lo que estiran realmente son las situaciones de pobreza”.

Els Trasters

Redes en Parque Alcosa
Cuando le preguntamos a Teresa Estruch qué le llevó a participar en una cooperativa para escapar del desempleo, explica: “No podemos depender de los beneficios que puedan tener los demás para tener trabajo”. Teresa está en Els Trasters, una cooperativa de recogida de residuos vinculada a la coordinadora de colectivos del Parque Alcosa, en Valencia. “La cooperativa sale de la gente del barrio, se juntaron los parados y empezaron a recoger cartón y plástico de los mercados, de los edificios, patio a patio, y todo se llevaba a reciclar”, explica Estruch. El funcionamiento no difiere mucho de cualquier cooperativa: “Nosotros cobramos todos igual, el que entra el último y el que lleva años, todos intentamos hacer un poco de todo, aunque para la administración y otras tareas sensibles siempre tiene que haber al menos dos personas encargadas. Tenemos una asamblea cada 15 días para todos los problemas que puedan surgir entre nosotros, ver las cuentas, y luego un plenario anual”.

Desde la coordinadora de colectivos del Parque Alcosa, de donde surge la cooperativa Els Trasters, se ha puesto en marcha la Red de Iniciativas de Empleo y Supervivencia (RIES), un auténtico semillero de ideas y de apoyo para nuevos cooperativistas. “Lo que se está haciendo es darle los recursos que necesitan, locales para reuniones, materiales (lo que haya por ahí), etc. Cuando alguien viene con una idea, nos reunimos con ellos, a ver de qué manera se puede llevar a cabo, y si se ve viable se les da seis meses de trabajo para que puedan tener un ingreso mientras se consolidan”.

Este tejido barrial surgió de una asamblea de desempleados nacida en los ‘90. Consiguieron, en 2002, el contrato para la limpieza del barrio para una cooperativa que entonces supuso la alternativa al desempleo. “Se luchó y se consiguió después de una acampada de más de seis meses en la puerta del ayuntamiento, con huelga de hambre incluida”. Actualmente tienen cinco barrenderos con contratos de seis meses rotativos, que son los puestos que se ofrecen a los que quieren montar una cooperativa de forma transitoria.

Finca Somonte

Esta tierra es nuestra
“Ante la situación que hay en nuestros pueblos, que no hay trabajo agrícola, no podíamos permitir que unas tierras en manos públicas no se trabajasen ni se les diera provecho, así que cuando supimos que la Junta iba a subastarlas, decidimos ocuparlas”. Así de contundente explica Lola Álvarez por qué tomaron la decisión de ocupar la finca de Somonte.

“Desde el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) llevamos muchísimo tiempo reivindicando tierras y realizando ocupaciones simbólicas”, contextualiza Lola, “pero esta vez la ocupación es real”. Una veintena de jornaleros sin trabajo decidió lanzarse a trabajar una tierra que era improductiva. “La tierra no puede tener dueño, igual que el agua y el aire, ¿cómo se puede especular con algo tan importante?”, se pregunta Lola. “Al día siguiente de ocuparla empezamos a trabajar. Preparar la tierra para el cultivo, sembrar... Contamos con la solidaridad de muchísima gente que trajo semillas, plantas y nos apoyan en nuestras necesidades”.

A día de hoy, 20 personas han encontrado en Somonte un trabajo. “Decidimos dar prioridad a la gente de Palma del Río y otros pueblos cercanos a la finca, pero en el momento que podamos producir más, ofreceremos que se venga más gente”, dice Lola.

La finca ya ha empezado a ser productiva. “Tenemos una hectárea y media sembrada de pimientos, tomates y berenjenas. Y no solamente estamos comiendo las personas que trabajamos aquí desde el principio, ya hay gente de los comités de apoyo que tienen espacio de venta de productos ecológicos en los mercadillos de los pueblos cercanos”, cuenta Lola. La ocupación no ha estado exenta de choque con las fuerzas de seguridad del Estado. “Nos desalojaron el 26 de abril, a las 6 de la mañana. Fue un poco vergonzoso. Nos tienen controlados desde el día que ocupamos. La Guardia Civil viene dos o tres veces al día, dan una vuelta, toman las matrículas de los coches, y aquel día, sabiendo que estábamos 20 personas se presentaron 200 antidisturbios”, relata Lola, que asegura que sintieron rabia. “Cuando vimos que estaba todo cercado de guardia civiles... Simplemente somos jornaleros que estamos aquí para trabajar la tierra y comer con nuestro sudor gracias al trabajo de nuestras manos. Nosotros teníamos muy claro que íbamos a volver a ocuparlo cuando se fueran, y así lo hicimos”.

En la finca se organizan mediante asambleas. “Al principio teníamos la asamblea todos los días, ahora nos juntamos dos veces a la semana, organizamos el trabajo y tomamos las decisiones”, explica Lola, que no esconde que su trabajo, con estas temperaturas, es duro, “aunque lo llevamos haciendo toda la vida”, matiza. “Vamos por la mañana a las 7h y volvemos a las 13h a casa, comemos todos juntos, descansamos y luego volvemos antes de la noche un rato”.

Asamblea de parados

Mayores en marcha
En la asamblea de desempleadxs de Madrid “la mayoría de gente superamos los 40 o 50 años, por lo que ya estamos pensando en autoocupación, sabemos que tenemos un pie en la exclusión social y nos empujan para que metamos el otro”, explica J., que prefiere no dar su nombre para este reportaje. “Nos ofrecen trabajo que no es digno, nos hemos planteado el tema de la autoocupación aprovechando la experiencia que tenemos de muchos años trabajando”. De forma paralela a su actividad reivindicativa ya han puesto en marcha la cooperativa Sinergias, que ofrece servicios variados, en el hogar, formación, fotografía o alimentación (verduras ecológicas), ya que, como explica J., “no existen las cooperativas, existen los cooperativistas, hacemos lo que sabemos”.

Marchas de parados hacia Madrid
Emulando las marchas del verano pasado, este año las Mareas Rojas de desempleados, con el apoyo de algunas asambleas locales del 15M, repiten itinerario. Desde cuatro puntos distintos de la geografía ibérica han partido diferentes marchas de parados que llegarán a Madrid el próximo 21 de julio. La marcha asturiana comenzó su recorrido desde Avilés el 26 de junio. Desde León se les sumaron el día 4 de julio. Otro grupo salió de Cádiz el día 20 de junio, que se unirá, probablemente a la altura de Ocaña (Toledo), con otra marcha que salió desde Málaga el pasado día 22 de junio. Otra columna partió desde Barcelona el 18 de junio. La asamblea de desempleados y asambleas locales de los barrios de Madrid preparan su recibimiento

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