Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 2 de julio de 2012
Este
artículo analiza las características de dogma (cuasi religioso) que ha
adquirido el pensamiento neoliberal en los establishments que dirigen
las instituciones de la Eurozona incluyendo de sus gobiernos, dogma que
se reproduce a pesar de la abundante evidencia científica que cuestiona
cada una de sus creencias.
Durante
la Edad Media hubo un dogma religioso que creía que la tierra era el
centro del universo, dogma que se repitió y reprodujo a base de reprimir
la evidencia científica que lo cuestionaba, mostrando la invalidez e
insostenibilidad de los pilares conceptuales que lo sustentaban. Toda
una batería de clérigos y sacerdotes –los intelectuales de aquel tiempo-
promovían tal dogma, detrás del cual estaba la Iglesia Católica, que
consideraba que la Iglesia era el centro ideológico y político de la
Tierra, la cual era, a su vez, el centro del Universo. El tiempo fue
mostrando que los críticos llevaban razón, aunque la Iglesia, todavía
hoy, no ha pedido perdón a Galileo, el mayor pensador crítico de aquel
dogma, que fue brutalmente reprimido por atreverse a cuestionarlo.
Pues,
por raro que parezca, estamos viendo una situación semejante con la
crisis actual, con la diferencia que ahora el dogma es económico en
lugar de religioso, los sacerdotes y propagandistas del dogma son ahora
los economistas del establishment, apoyados, promovidos y/o financiados
por la Iglesia actual, la banca y el sistema financiero que controlan la
vida política mediática, financiera y económica del país. El dogma es
el dogma neoliberal. Economistas como la mayoría de firmantes de
documentos patrocinados por Fedea (financiada por la banca y la gran
patronal) así como economistas “estrella” promovidos en los medios de
mayor difusión del país (uno de ellos tiene una hora semanal en la
televisión pública catalana, TV3 -claramente instrumentalizada por la
coalición conservadora-neoliberal que gobierna Catalunya-, llamada
“lecciones de economía” que consiste en promocionar tal dogma
neoliberal) dominan las tertulias y los medios televisivos, radiofónicos
y escritos, que les ofrece el fórum para la presentación del dogma.
Este dogma consiste en creer que los problemas de la economía española
derivan de tener un gasto público excesivo (pues supuestamente nos
gastamos más de lo que tenemos) y unos salarios demasiado altos
(consecuencia de tener unos sindicatos excesivamente fuertes). De este
dogma surgen unas políticas públicas que consisten en recortar el gasto
público, incluyendo el gasto público social, y en hacer reformas
laborales que tienen como objetivo reducir los salarios y despedir más
fácilmente a los trabajadores, debilitando a los sindicatos.
La
evidencia de que este dogma es erróneo es abrumadora. El gasto público,
incluyendo el gasto público social, por habitante es el más bajo de la
Eurozona; el porcentaje de la población adulta que trabaja en los
servicios públicos del Estado del Bienestar (es decir, el empleo
público) es el más bajo de la Eurozona, y de los más bajos de la Unión
Europea; el Estado español tenía un superávit (no un déficit público) y
una deuda pública bajísima antes de que se iniciara la crisis en 2007;
los salarios están entre los más bajos de la Eurozona, con el salario
mínimo más bajo de tal área monetaria; y así un largo etcétera.
Es
más, la aplicación de las políticas públicas neoliberales durante estos
años de crisis han sido un desastre (no hay otra manera de definirlo).
El desempleo ya alcanza el 24% (entre los jóvenes es un 50%), y la
economía está en recesión. Y los países que han aplicado estas políticas
con mayor intensidad (los países periféricos de la Eurozona, Grecia,
Portugal, Irlanda y España) están todos ellos en recesión. ¿Qué mayor
evidencia desean de que tales políticas neoliberales están equivocadas?
En realidad nunca (repito, nunca) un país en recesión (y estamos ya casi
en una Gran Depresión) ha salido de ella mediante la reducción de los
salarios, del gasto público y de la protección social. Es obvio que en
un momento en que la economía está paralizada debido al enorme
endeudamiento de las familias y de las medianas y pequeñas empresas, y
de la ausencia de crédito, lo que se requiere es una intervención del
Estado para estimular la economía mediante la expansión del gasto
público a fin de crear empleo tanto en la infraestructura física como
social del país, a la vez que la activa participación del mismo Estado
en la provisión de crédito. Esto es lo que ha permitido sacar a los
países en recesión y/o depresión del bache económico en el que se
encontraban. De nuevo, como ocurría con el dogma religioso, en este
dogma económico la evidencia científica de que la política de recortes
es profundamente errónea es abrumadora, pese a lo cual –impermeables a
esta evidencia y a los datos que muestran su error- continúan
aplicándose, atribuyéndose la recesión a que no se ha recortado
suficientemente el Estado del Bienestar, y a que los salarios continúan
demasiado altos.
Los clérigos del nuevo dogma y la nueva Iglesia
Pero
como ocurrió en el dogma religioso, este dogma económico se propaga,
promueve e impone porque sirve a unos intereses claros: los intereses
del capital financiero, aliado a la gran patronal. Han sido ellos los
que precisamente han creado esta enorme crisis a fin de poder llevar a
cabo tales políticas que les benefician significadamente. La Iglesia de
ahora es la Iglesia financiera aliada de la gran patronal, orientada a
la exportación. Esta última no requiere un consumo doméstico que la
sostenga, pues el consumo toma lugar en otros países. El Pacto Social,
que significaba un entendimiento entre el capital y el mundo del
trabajo, se ha roto, puesto que el capital hegemonizado por el capital
financiero, es decir, la banca, se cree lo suficientemente poderoso como
para ignorar al mundo del trabajo. El consumo doméstico de los
productos producidos por la economía productiva (que requería una
demanda interna basada en buenos salarios, y un gasto público elevado)
ya no es necesario en una economía liderada por las exportaciones.
Cuando el supuesto motor de la economía es el sector exportador (tal
como ocurre en Alemania, por ejemplo) la importancia y necesidad del
consumo doméstico se diluye, e incluso desaparece. La gran patronal
exportadora alemana ha impuesto una congelación salarial, pues no
necesita ya la demanda doméstica. Un tanto igual está ocurriendo en
España. La mejora de las exportaciones no está repercutiendo en el nivel
de consumo interior ni en la capacidad adquisitiva de la mayoría de la
población laboral. De ahí que los salarios continúen bajos y ello a
pesar del notable crecimiento de la productividad.
Este
dogma, a pesar del enorme fracaso de sus políticas, continúa
reproduciéndose en los medios de mayor difusión (que al estar
profundamente endeudados a la banca) no permiten que artículos como éste
se publiquen en sus páginas. La evidencia de ello es también abrumadora
(en una conversación reciente con un periodista de uno de los mayores
rotativos del país, éste me lo reconocía con toda candidez. Su diario
estaba muy endeudado y publicar artículos como el que leía y que ustedes
están leyendo les supondría un riesgo añadido). De ahí que las voces
críticas continúan siendo vetadas, silenciadas o marginadas,
presentándolas como extranjeras, “anglosajonas”, voces que no entienden
España, cuando no conspiradoras deseosas de cargarse el euro.
Las medidas represivas de la nueva Iglesia: las instrucciones del Banco Central Europeo y de la Comisión Europea
En
realidad, el euro no está en peligro, en contra de lo que se está
indicando en los medios. Lo que ocurre es que se ha creado una crisis
(la recesión es resultado de la aplicación de las políticas
neoliberales) que permita imponer las medidas impopulares que desean
imponer. La mejor prueba de ello es mirar las condiciones que el Banco
Central Europeo (que no es un Banco Central, sino un lobby de la banca, y
muy en especial de la banca alemana) exige a los gobiernos, antes de
comprar deuda pública española (que es lo que en realidad debería hacer
si fuera un Banco Central, que no lo es). En una carta al Presidente del
gobierno español anterior, exigió que impusiera “un contrato laboral de
carácter excepcional que contemple indemnizaciones bajas por despido
durante un espacio de tiempo limitado”, es decir, que se permita
despedir a los trabajadores fácilmente. Tal medida acaba de ser aprobada
ahora por las Cortes Españolas, permitiendo que las empresas que
emplean menos de 50 trabajadores (que son la inmensa mayoría de empresas
en España) puedan despedir sin indemnizaciones durante el primer año,
reduciendo considerablemente las indemnizaciones para empleados con
mayores periodos de contratación. Otra condición puesta por el BCE es el
debilitamiento de los sindicatos, diluyendo la validez de los convenios
colectivos, eliminando la indexación salarial.
Y
a nivel de política fiscal, el BCE ha estado exigiendo una reducción
del gasto público, y en particular del gasto público social, gestionado
en su gran mayoría por las Comunidades Autónomas, que están en una
situación imposible debido, entre otras razones, a la gran escasez de
crédito, escasez que continúa a pesar de que la banca española ha
recibido ayudas equivalentes a un 10% del PIB, y el Banco Central
Europeo ha prestado a unos intereses bajísimos (1%) un billón (sí, un
billón) de euros a los bancos europeos, préstamo del cual, la banca
española y la italiana recibieron 500.000 millones de euros.
Estas
políticas, que el gobierno Rajoy ha hecho suyas, ya han sido aplicadas
en Grecia, con los resultados que todos conocemos. De nuevo, la
evidencia que muestra su negatividad es sólida y robusta. Ahora bien,
siendo su impacto dañino para el bienestar de la gran mayoría de la
población, no quiere ello decir que no beneficien a sectores como la
gran banca y la gran patronal que están consiguiendo lo que siempre han
deseado, y lo están consiguiendo con sus aliados en el BCE, en la
Comisión Europea, en el gobierno alemán (portavoz de la gran banca
alemana y de las grandes empresas exportadoras), y, cómo no, por los
llamados economistas “estrella” que continúan promoviendo el dogma
neoliberal.
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
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