Hace ya muchos años (1.960) la ONU aprobó un documento en que se exponía las bases para el Desarrollo Comunitario. En síntesis, el documento planteaba la necesidad - relacionada fundamentalmente con los países subdesarrollados- de promover procesos de mejora de las condiciones de vida de una comunidad, contando con la colaboración de los poderes públicos, la ayuda técnica de expertos profesionales y, sobre todo, con la participación de la población interesada. Estos procesos tendrían que llevarse a efecto con la aportación económica de los llamados países ricos.
A distancia de tantos años estos planteamientos nos parecen todavía válidos tanto para los países desfavorecidos como para los mismos países “ricos” que, a pesar de conocer en general elevados estándares de vida (renta per cápita, producto interior bruto, niveles contenidos de desempleo, etc.), tampoco aseguran para todo el mundo condiciones de vida dignas, al mismo tiempo que se enfrentan con nuevas exigencias y nuevas demandas a las que, demasiado a menudo, no saben responder adecuadamente. Y así, incluso en estos países, se está creando una dicotomización social y económica entre sus habitantes, con consecuencias sociales y políticas que se pueden imaginar. Por estos motivos quien escribe considera que hoy en día, aquí, en nuestras realidades, sigue siendo necesario poner en marcha procesos de mejora de las condiciones de vida de la población que podemos definir como procesos de intervención comunitaria en los que la comunidad (su territorio, su población, sus recursos, sus líderes, etc.) sea el centro.
Hoy contamos, por los innegables avances que se han dado en todos los terrenos, con muchos más recursos, no sólo económicos sino también técnicos, humanos y profesionales. Por ello hablo al mismo tiempo de organización y de desarrollo de la comunidad, incluyendo en la intervención un trabajo de coordinación de los recursos ya existentes, que muy a menudo están mal utilizados y sufren situaciones personales y profesionales de frustración.
El proceso comunitario (sea de organización, sea de desarrollo, sea de los dos juntos e integrados) no es algo espontáneo, alguien (tres protagonistas) tiene que tomar la iniciativa y siempre es trabajo profesional, aunque cuente, como es natural, con el voluntariado. Por ello lo correcto es hablar de Intervención Comunitaria. Este trabajo será posible si hay voluntad política (por parte de administradores y población) y voluntad técnico-científica (por parte de los recursos), ya que la realidad actual es compleja y en el futuro –que ha comenzado ya- va a ser cada vez más compleja y diversa por lo que necesitamos conocimientos y ciencias
Trabajador e investigador social. Desde hace veinte años vive y trabaja en España dedicado totalmente a los temas comunitarios, asesoramiento y seguimiento de programas y procesos (Galicia, Andalucía, Cataluña, Canarias, País Vasco, Navarra, Valencia, Madrid, Extremadura) y a la formación de profesionales. Es Presidente de Honor del “InstitutoMM. Comunidad, Participación y Desarrollo”. Autor de numerosas publicaciones sobre la materia.