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Apenas quedan recursos de educación compensatoria en los colegios e
institutos públicos de la Comunidad de Madrid. Tampoco podrá haber
desdobles en las aulas. Han recortado la educación ambiental y la
universidad no tiene suficiente dinero para investigar. Pero Bankia
sigue con su mega centro “social” en San Cristóbal (Villaverde) y La
Caixa financia apoyo escolar en los Centros de Participación e
Integración para inmigrantes. El Santander otorga créditos
universitarios, subvenciona investigaciones y ahora quiere participar en
la educación pública mediante la fundación Empieza por Educar.
Este modelo que se nos impone desamortizando lo público tiene nuevos (o viejos)
encargados de los servicios sociales: nuestros queridos bancos y cajas.
Ellos decidirán qué necesitamos, si clases de canto o ayuda a mujeres.
No es un modelo nuevo, en EEUU, por ejemplo, toda la intervención social
está financiada por grandes fundaciones como la Rockefeller, que
destinó en 2008 3,1 billones de dólares a sostener universidades,
escuelas, hospitales e incluso organizaciones de base. También podemos encontrar antecedentes aquí, en el siglo XVII y hasta 1930, en las intervenciones sociales asistenciales, carentes de estructuración y planificación, realizadas por la gente rica "con cierta sensibilidad social" y religiosos.
En España, sin ir más lejos, La Caixa dedicó 500 millones de euros a
su Obra Social en programas sociales, de medio ambiente y ciencia,
programas culturales y educativos y de investigación, tal y como
muestran orgullosos en su web. El Santander posee la fundación que lleva
su nombre, la Fundación Botín y la Fundación Santander Creativa; la
primera destinó casi siete millones de euros a desarrollar debates,
acciones artísticas y musicales. Por su lado, Caja Madrid invirtió en
2010 100 millones de euros en espacios de arte y cultura (11 centros),
para mayores (41 centros), para educación (110 centros), residencias de
ancianos y hasta un centro para enfermos terminales, entre muchos otros
proyectos.
¿Deben los bancos y cajas y sus fundaciones encargarse de estos
servicios? En una sociedad democrática, se debería decidir de manera
democrática a qué destinar los fondos y recursos disponibles para lo
social. Si pensamos además cómo han conseguido esas sumas fabulosas,
acumulando intereses de préstamos e hipotecas pagados por todos y
especulando con nuestras cuentas en bolsas y fondos de inversión,
aparece de forma todavía más clara que están gastando nuestro dinero sin
ningún control.
Recortan y cierran lo público porque “no hay dinero” mientras los
bancos y cajas destinan millones de euros a gestionar como les place
unos servicios sociales paralelos. Éste es el futuro que nos espera:
pelearnos por una plaza en la guardería del BBVA. Todavía estamos a
tiempo de evitarlo.