Juventud sin futuro
Este domingo hemos tomado las calles de todo el Estado miles
de personas dispuestas a hacer escuchar nuestra indignación ante la
situación actual. Mientras unos pocos son los claros ganadores de la
crisis, una gran mayoría vemos cómo nuestros derechos son recortados y
se nos niega el futuro. Salimos a la calle convencidos de que la
movilización masiva no sólo es necesaria, sino que es imprescindible.
Cuando los gobernantes no responden ante los intereses de la sociedad y
obedecen los dictados de una minoría privilegiada que día a día tiene
más, salir a la calle es una forma legítima de manifestar el desacuerdo y
dar el primer paso para construir una alternativa.No hemos visto a los banqueros que fueron rescatados con 70.000 millones de todos, vemos a familias a las que asfixian las hipotecas y que son desahuciadas. Tampoco busquéis a los constructores que se enriquecieron especulando con la vivienda, buscad a jóvenes que no pueden pagarse el alquiler. No han acudido los directivos y los grandes accionistas que se reparten más y más dividendos, acuden hombres y mujeres despedidos por la avaricia de esos pocos. No hemos visto a quienes aprobaron una Reforma Laboral y de las Pensiones que nos exigen sacrificios para mantener sus ganancias. Vemos a quienes creemos que la solución pasa por que sean ellos los que se aprieten el cinturón.
No están los mercados, eufemismo que esconde a los grandes ganadores de la crisis, con nombres y apellidos, con empresas en el IBEX 35. No se esperaba a las agencias de rating, lobos cuidando de rebaños. Poco probable era que apareciera quien dice que la solución a esta crisis pasa por trabajar más y cobrar menos. Tampoco al FMI, que lo mismo presiona para desmantelar progresivamente el ya exiguo estado de bienestar, que sin tapujos reconoce que tenemos una generación perdida justo después de aplicar sus recetas. Encuentran a personas de a pie indignadas articulando una reacción. A los poderes económicos se les escucha cada día, a nosotros solo nos van oir si salimos a las calles. Las respuestas colectivas funcionan, lo vemos en Islandia, donde van a juzgar a sus banqueros. Es el momento de quiénes perdemos en su crisis. Nuestra democracia está secuestrada, empecemos a liberarla.