“Los que optan por hacer historia y cambian el curso de los
acontecimientos tienen la ventaja sobre los que decidan esperar pasivos
los resultados del cambio” .
Aunque parecen lemas sacados de las actuales “revoluciones” y
movilizaciones ciudadanas que vive el mundo árabe, estas palabras
salieron hace décadas de la boca de un sacerdote y activista vasco
llamado José María Arizmendarrieta, que hizo posible
una utopia en que los propios trabajadores creaban y controlaban
empresas, y resultaban ser más productivas que las que seguían el
habitual modelo de explotación capitalista ¿Cómo fue posible que en
pleno franquismo un sacerdote, ex-republicano y euskaldun, impulsara un
fabuloso experimento social, basado en el desarrollo comunitario y el
cooperativismo, en un pequeño pueblo, socialmente deprimido y
políticamente derrotado, que se convirtió en un nuevo epicentro
industrial, en el primer grupo cooperativo mundial y la 7ª empresa de
España?
Cooperativismo en Mondragón
En este caso, me limitaré a reproducir el articulo de la Wikipedia[1]:
“El elemento determinante en el nacimiento de las Cooperativas
que hoy configuran la Corporación Mondragón, es la llegada del joven
sacerdote José María Arizmendiarrieta en 1941 a Mondragón,
un pueblo de 7.000 habitantes que vivía las dolorosas secuelas de la
posguerra española -pobreza, hambre, exilio, odios y crispación- y
decide trabajar a fondo por la convivencia y el desarrollo de fórmulas
que permitan crear empleo solidario. Dotado de una mezcla extraordinaria
de idealismo y talento pragmático crea en 1943
una Escuela Profesional abierta a todos, que se convertiría con el paso
del tiempo en un semillero de directivos, técnicos y mano de obra
cualificada para las empresas del entorno y sobre todo para las
cooperativas.[2]”
“Antes de promover la primera cooperativa, Arizmendiarrieta
dedicó varios años a formar a los jóvenes en un humanismo solidario y
participativo, de raíz cristiana, y en la adquisición de los necesarios
conocimientos técnicos. En 1955,
selecciona a cinco de estos jóvenes que trabajaban en la empresa Unión
Cerrajera (Usatorre, Larrañaga, Gorroñogoitia, Ormaechea y Ortubay)
quienes constituyen Talleres Ulgor (acróstico de sus apellidos) en 1956, hoy Fagor Electrodomésticos, empresa pionera de la experiencia y embrión industrial de la Corporación.
“Los primeros quince años se caracterizan por un enorme dinamismo. Es una época en la que, aprovechando la autarquía del mercado y el despertar de la economía española, se crean numerosas cooperativas. En estos años, también bajo el impulso de José María Arizmendiarrieta, se constituyen dos entidades claves para el desarrollo de la Corporación Mondragón -Caja Laboral (1959) y la Entidad de Previsión Social Lagun Aro (1966)-
y se configura el primer grupo comarcal Ularco, embrión del
asociacionismo cooperativo industrial que tan importante ha sido en la
historia de la Corporación. En 1969 se constituye Eroski,
fruto de la fusión de nueve pequeñas cooperativas de consumo locales,
adelantándose a su tiempo en la necesidad de asociarse para poder ser
competitivos.[3]”
“En la etapa que va de 1970 a 1990
prosigue el dinamismo de años anteriores, que se expresa en el fuerte
incremento del volumen de negocio, el lanzamiento de nuevas Cooperativas
promovidas desde la División Empresarial de Caja Laboral,
la potenciación del asociacionismo cooperativo con la configuración de
los grupos comarcales, y la constitución del Centro de Investigación Ikerlan en 1974.[4] (…) en 1984 [se crea el] Grupo Cooperativo Mondragón (GCM), antecedente de la Corporación actual. (…)”
“Todo este entramado de cultura empresarial se ha ido configurando partiendo de una cultura común derivada de los 10 Principios Básicos Cooperativos, en los que Mondragón hunde sus raíces: Libre
Adhesión, Organización Democrática, Soberanía del Trabajo, Carácter
instrumental y subordinado del Capital, Participación en la Gestión,
Solidaridad Retributiva, Intercooperación, Transformación Social,
Carácter Universal y Educación..[5] Esta filosofía inspiradora se complementa con la definición de los cuatro Valores Corporativos: Cooperación, actuando como propietarios y protagonistas; Participación, que se plasma en un compromiso en la gestión; Responsabilidad Social, mediante la distribución solidaria de la riqueza; e Innovación, dirigida hacia una renovación permanente en todos los ámbitos.”
José María Arizmendarrieta (1915-1976)
Arizmendi nació en 1915 en el caserío Iturbe de la villa de Marquina
(Vizcaya). La republica le pilla de seminarista. Estudia, entre otras
materias, antropología, filología y cultura vascas en el seminario mayor
de Vitoria, centro muy influenciado del nacionalismo vasco. Apoya el
bando republicano durante la guerra civil, ejerciendo de periodista para
un diario vasco en euskera. Sin embargo, al finalizar esta, consigue
librarse de una pena de muerte y consagrase sacerdote en 1940.
Según el interesante articulo de Jesús Larrañaga Lizarralde, publicado en la Enciclopedia Ilustrada del País vasco, Auñamendi[2]: “(…)
El 5 de febrero de 1941 llega en tren con los atuendos mínimos y un
maletín de cartón a la estación de ferrocarril de Arrasate –Mondragón (…
)Pueblo golpeado por la guerra civil y en hibernación política y
sindical; momento que aprovecha Arizmendiarrieta para reforzar sus
intenciones de acción con su lema “las ideas nos separan, las
necesidades nos unen”. Lema existencial, oportunidad única de
dinamización de la comunidad, como instancia apolítica y sensible con
las necesidades colectivas. Lo urgente es la educación profesional, la
alfabetización de la gente para ganar capacitación y autonomía en
libertad, lo cual lo sintetiza en la divisa “para democratizar el poder socializar el saber”.
“La Escuela Profesional es el instrumento estratégico, la primera
plataforma de emancipación. Trabaja con grupos de personas que ya
actúan en movimientos afines a la Iglesia: Juventudes Obreras Católica
(J.O.C.), Juventudes de Acción Católica y otros. La toma de conciencia
es la base del compromiso, el punto germinal para la transformación de
estructuras, el caballo de batalla de toda sociedad en cambio. Como todo
revolucionario o humilde reformista, utiliza los resortes de la
comunicación para conformar los estados de opinión, acercar
pensamientos, difundir ideas y aproximarse a los distanciados. (…)Feraz
escritor de artículos, sermones y conferencias, renuncia deliberadamente
a escribir libro alguno, como si temiera que lo devorara el progreso, y
quizá guiado por aquello su continuo pensamiento: “saturados de ideas, faltos de acción”.
(…) Firme en sus convicciones se adentra por los caminos de la utopía
cuidando la retirada con la necesidad de experiencia, coartada
inteligente para quién juega a cambios de estructura, a soñador del
hombre nuevo”.
“Entre los años 1947-1955 teoriza sobre la empresa y su reforma,
trata de concienciar a la clase empresarial sobre la importancia de
integrar al trabajador en la gestión e inversión con formulas varias,
impulsa la idea de la cogestión y el salario dual, el de consumo e inversión,
como mecanismos de inserción de la clase trabajadora, de hacer real la
participación en el poder y en la gestión de la empresa. Prédica inútil
que se diluye entre la indiferencia y el vacío. Cambio de ejes e inicio
de nuevo rumbo. Ensayar con personas formadas en la Escuela Profesional y
afines con su ideario, desapegados y pobres, en suma, de las ataduras
de poder y del dinero, la viabilidad de una empresa cogestionada o lo
que resultase aplicable en su momento”.
“Arizmendiarrieta no busca crear cooperativas, aspira a
concienciar a la gente sobre el valor transformador de la participación y
la confianza en las personas en la gestión de las organizaciones, no
aboga por una fórmula concreta. En Mondragón adquiere la forma
cooperativa y con el título de Experiencia Cooperativa rueda en el
escenario del mercado. Persiste la nominación de Experiencia, indicador
de que está incompleta o seguirá como Experiencia por irrepetible”.
“Arizmendiarrieta ligado por la espiral de imagen al fenómeno
cooperativo, es ante todo sacerdote y hombre de fe. Coadjutor por vida
de la Parroquia de San Juan de Mondragón y pobre que vive del magro
estipendio parroquia. Recio en sus convicciones religiosas, avanzado en
lo social y evolutivo en lo moral. Su sentido de servicio y entrega, en
coherencia con sus creencias evangélicas, los explicita en un proverbio
chino que dice: “Crear y no poseer, actuar y no ganar, progresar y no dominar”.
Tríada cenobial, síntesis existencial, que anima al que sueña con el
hombre nuevo desposeído y generoso, aspiración sempiterna de utópicos y
soñadores sociales. Parecía una locura la microutopía de Mondragón, que
se llevó a efecto cuando muchos vaticinaban el fracaso anunciado. Pero
éste, el concepto del nuevo hombre, afecta a las entrañas o inmanencias
del ser humano y es para minorías. (…)”
Si quieres saber más
Espero que haya despertado tu curiosidad. Aunque lo he buscado, no
he encontrado articulos críticos con la experiencia de Mondragón y
con la biografia de Arizmendi. Tambien desconozco cúanto de este
atractivo ideario y modelo social y laboral se ha conservado en el
actual grupo de empresas de Mondragon (Eroski, Fagor, etc.). Agradezco
cualquier información en este sentido. Si quieres saber más, te
recomiendo:
- Joxe Azurmendi El hombre cooperativo. Pensamiento de Arizmendiarrieta . Ediciones Azatza S.L. Puedes descargarte el pdf del libro en: http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/mono/arizmendiarrieta/elhombre.pdf
- Euskomedia: http://www.euskomedia.org/arizmendiarrieta. Fotos: http://www.euskomedia.org/arizmendiarrieta/eu
- Blog “Una sociedad mas consciente es posible” de blasapisguncuevas . Post: Cooperativas Mondragón: la Democracia Económica es viable (4 abril 2010). En el menciona dos libros en que la experiencia de Mondragón se pone de ejemplo de que las utopías son posibles:
- David Schweickart. After Capitalism (Después del capitalismo). Rowman & Littlefield Publishers, Nueva York, 2002). Schweickart apuesta por un modelo postcapitalista, que denomina Democracia Económica, donde los trabajadores tengan el control de empresas productivas. Como ejemplos de que es posible menciona a las cooperativas de madera chapada en el noroeste de EU, a las 20 mil cooperativas de producción que existen en Italia, a las Cooperativas Mondragón que son más productivas y más rentables que las empresas capitalistas, y a otras experiencias
- Erik Olin Wright. Envisioning Real Utopias. Verso 2010. El autor proporciona cuatro ejemplos de utopías reales: la presupuestación participativa de Porto Alegre, Brasil; Wikipedia; las Cooperativas Mondragón y el Ingreso Básico Incondicional. En su página personal, Wright, deja el acceso a una parte importante del manuscrito prepublicación del libro (accesible en http://www.ssc.wisc.edu/~wright/ERU.htm ). En el capitulo 7 esta la mención a la experiencia de Mondragón: Chapter 7. Real Utopias II: Social Empowerment and the Economy