Paulo
Freire es el pedagogo más importante de este siglo. Freire
desarrolló una perspectiva dialógica en la educación ya en los
años sesenta. Algunas veces se ha entendido esa aportación en forma
restringida, limitándola al diálogo entre profesorado y alumno/a
dentro de la clase. No es ni ha sido nunca así; el diálogo
propuesto por Freire no queda recluido entre cuatro paredes sino que
abarca al conjunto de la comunidad de aprendizaje incluyendo padres,
madres, otros familiares, voluntariado, otros y otras profesionales,
además de alumnado y profesorado. Todos influyen en el aprendizaje y
todos y todas deben planificarlo conjuntamente.
Habermas
(1987-1989/1981) desarrolla una teoría de la competencia
comunicativa donde demuestra que todas las personas son capaces de
comunicarse y generar acciones. Todas las personas poseemos
habilidades comunicativas, entendidas como aquellas que nos permiten
comunicarnos y actuar en nuestro entorno. Además de las habilidades
académicas y prácticas existen habilidades cooperativas que
coordinan acciones a través del consenso.
En
aquellas situaciones no mediatizadas por el poder o por el dinero se
dan constantemente acciones comunicativas. A través del diálogo
intercambiamos, modificamos y creamos significados poniéndonos de
acuerdo sobre ellos. Muchas personas hemos aprendido a manejar un
ordenador sin asistir a un curso académico. En algunas ocasiones lo
hemos hecho experimentando y con la ayuda de un manual. Pero este
proceso, al ser una habilidad nueva, ha sido difícil y nos ha
impedido proseguir este aprendizaje práctico. En estos casos hemos
recurrido a alguien que nos explicase, por ejemplo, cómo guardar un
archivo. A través del diálogo hemos ido aprendiendo
comunicativamente. No obstante, ante nuestras reiteradas preguntas
nuestro amigo nos ha propuesto quedar un día para explicarnos todas
las dudas. Ha planificado el orden en que nos explicaría los
conceptos. Sin embargo, dicha planificación no ha sido rígida, sino
que en función del diálogo se ha ido replanteando el aprendizaje.
Por tanto, el aprendizaje comunicativo incluye, a la vez,
habilidades prácticas y habilidades similares a las académicas.
Con
la aparición de la escuela y la ciencia objetivista surge la figura
del profesor/a-sujeto al que se atribuye la capacidad de planificar
los procesos de aprendizaje de los alumnos/as-objeto. El sistema
educativo, para transmitir los conocimientos, se ha basado
mayoritariamente en la racionalidad instrumental. Los expertos y las
expertas son los que deciden qué, cómo y cuándo se aprende. En el
ejemplo del ordenador, el profesor/a decidirá los objetivos,
contenidos, metodología y evaluación que crea más adecuados de
acuerdo con las teorías que considera válidas desde su postura de
profesional de la educación. No explicará cómo guardar un archivo
hasta el momento en que lo tenga previsto, independientemente del
interés y la necesidad que tengan alumnas y alumnos de ese
conocimiento. Incluso en ocasiones atribuirá a las deficiencias del
alumnado que no hayan aprendido los contenidos transmitidos.
Igualmente,
las habilidades prácticas sufren un sesgo cuando se basan en la
acción teleológica. Cuando, en vez de razonar cómo se guarda un
archivo, simplemente preguntamos o nos dicen qué tecla hemos de
picar, la acción sirve para conseguir un objetivo concreto.
Nos
encontramos pues, con habilidades comunicativas en sentido estricto,
habilidades académicas y habilidades prácticas. Las dos últimas
pueden estar basadas en la acción comunicativa (basada en la
racionalidad comunicativa) o en cambio, estar sesgadas hacia la
acción teleológica (basada en la racionalidad instrumental).
El
aprendizaje que se deriva de la utilización y el desarrollo de las
habilidades comunicativas es el aprendizaje dialógico. Se da en
contextos académicos, prácticos o en otros contextos de la vida
cotidiana. En el caso del ordenador, el grupo, del cual forma parte
el/la coordinador/a, decidirá qué y de qué forma desea aprender.
Todas
las personas implicadas aportaran sus conocimientos prácticos,
teóricos y comunicativos. La persona coordinadora tiene que
consensuar sus conocimientos pedagógicos, sociológicos,
psicológicos y epistemológicos con el resto basándose en
pretensiones de validez.
Resulta
evidente que en el contexto escolar y dentro del sistema educativo de
la sociedad industrial han ocupado un lugar privilegiado las
habilidades que hemos denominado académicas, por su propia
concepción. Estas habilidades han sido mucho más potenciadas y
facilitadas que las habilidades prácticas. De todas formas, debemos
apuntar que de ningún modo es incompatible la utilización de
habilidades académicas con el empleo de las comunicativas. De hecho,
las habilidades comunicativas engloban, tomado el concepto de una
manera genérica, tanto a las habilidades prácticas como las
académicas. El sistema educativo tradicionalmente ha utilizado las
habilidades académicas de manera bastante alejada del aprendizaje
dialógico. Todo aprendizaje puede desarrollarse de manera dialógica
y comunicativa tanto si se basa en habilidades académicas como
prácticas.
La
educación en la sociedad de la información debe basarse en la
utilización de habilidades comunicativas, de tal modo que permita
participar más activamente y de forma más crítica y reflexiva en
la sociedad. En la sociedad informacional, si pretendemos superar la
desigualdad que genera el reconocimiento de unas determinadas
habilidades y la exclusión de aquellas personas que no tienen acceso
al procesamiento de la información, debemos reflexionar en relación
a plantear qué tipo de habilidades se están potenciando en los
contextos formativos, y si con ello se facilita la interpretación de
la realidad desde una perspectiva transformadora.
Centrar
las expectativas educativas en la formalidad de los contenidos
curriculares implica necesariamente impedir a los grupos
desfavorecidos el acceso al desarrollo social. Aquellas personas que
se sienten limitadas en su bagaje educativo tienden a generar una
autopercepción negativa de partida, que las mantiene en una
situación de infravaloración y de imposibilidad de ejercer cómo
sujetos pensantes y actuantes en los diversos ámbitos de la dinámica
social.
Para
la generación de un aprendizaje dialógico deben darse los
siguientes principios:
a) Diálogo igualitario .- Las diferentes aportaciones son consideradas según la validez de los argumentos y no por una relación autoritaria y jerárquica en que el profesor o profesora determinan lo que es necesario aprender y marcan tanto los contenidos como los ritmos de aprendizaje. Desde un planteamiento igualitario del diálogo ya no es suficiente con decir “esto hay que hacerlo así porque somos los que sabemos lo que se necesita”, sino que hay que argumentarlo. Aquí todas las personas tienen las mismas oportunidades y capacidades para participar en el diálogo, y los significados se construirán a partir del diálogo igualitario entre el alumnado, los apoyos externos (voluntariado, familias, etc.) y el profesorado. Este diálogo y la reflexión individual y conjunta favorecerán la capacidad de selección y procesamiento de la información, considerada esta última como una herramienta fundamental en la sociedad actual. En los centros donde esto se ha llevado a cabo se produce un incremento de la reflexión, la motivación y el aprendizaje del alumnado y de todos los agentes educativos.
Esto es así porque cuando las personas saben que sus ideas y opiniones sólo se defenderán y criticarán a través de sus argumentaciones, y que todas las argumentaciones se escucharán por igual, pueden dejar volar su creatividad y no tener miedo de expresar sus pensamientos.
El diálogo igualitario se puede llevar a cabo si el profesorado no tiene estrategias preconcebidas que quieren imponer a las personas participantes, y si éstas saben qué está pasando en las aulas, por qué las cosas se hacen de una determinada manera y qué objetivos hay detrás de cada intervención pedagógica. Se trata aquí de tener buenos motivos y argumentos de cada uno de nuestros actos.
b) Inteligencia cultural .- Hasta mediados del siglo XX se identificaba la inteligencia con lo que hoy conocemos como “inteligencia académica”.Las aprotaciones de Scribner sobre inteligencia práctica, la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner y la de la inteligencia multicomponencial de Stemberg aportan una visión multidimensional de la inteligencia.
La inteligencia cultural no se reduce a la dimensión cognitiva de la inteligencia, sino que contempla la pluralidad de dimensiones de la interacción humana. Engloba la inteligencia académica y práctica y las capacidades de lenguaje y acción que hacen posible llegar a acuerdos en los ámbitos sociales. Se promueve un aprendizaje en el cual el alumnado y las diferentes personas aportan su propia cultura, ya que la inteligencia cultural es un patrimonio que todos los grupos poseen por el hecho de interactuar entre sí en un determinado contexto. Si todas las personas tenemos capacidades de comunicación y de acción, esto quiere decir que todas las personas tenemos inteligencia y posibilidades de desarrollar habilidades académicas. Muchas investigaciones han demostrado que personas consideradas torpes en ambientes académicos pueden demostrar grandes capacidades en contextos laborales o familiares y viceversa. Paulo Freire destacó que la gente tiene capacidades cognitivas diferentes, nunca inferiores. Todas las personas tenemos inteligencia cultural.
c) Transformación .- El aprendizaje dialógico se basa en la premisa de Freire (1997) de que somos seres de transformación y no de adaptación. Se defiende la posibilidad y conveniencia de las transformaciones igualitarias como resultado del diálogo. Con el Proyecto Comunidades de Aprendizaje se pretenden aportar posibilidades de cambio desde la perspectiva de las personas que participan en el centro educativo. Así, la educación y el aprendizaje deben estar enfocados hacia el cambio para romper con el discurso de la modernidad tradicional, basado en que el cambio y la transformación es imposible.
d) Dimensión instrumental .- Una de las preocupaciones constantes del Proyecto Comunidades de Aprendizaje ha sido siempre la referida a los contenidos de aprendizaje. Lo que se enseñe en la escuela debe ser útil sobre todo para el acceso a la cultura, para la propia autonomía y autoformación del alumnado, y sobre todo para permitirle la propia promoción académica y social.
El objetivo del aprendizaje dialógico es incluir en una misma dinámica el desarrollo de competencias instrumentales necesarias para subsistir en la sociedad informacional y los valores requeridos para afrontar de manera solidaria la vida en ella, con lo que la utilidad e instrumentalizad queda doblemente reforzada. Se pretenden conseguir aquí dos cosas: evitar la exclusión social y superar los problemas de convivencia.
e) Creación de sentido .- Hoy en día la formación está dejando de tener sentido para muchos jóvenes. El fracaso escolar, el abandono del sistema educativo, los ritmos acelerados y cambiantes de la sociedad, las demandas del mercado… hacen que se pierdan las identidades individuales y por tanto provocan una gran desmotivación. Como alternativa, hay que potenciar un aprendizaje que posibilite una interacción entre las personas (dirigida por ellas mismas) para que así el aprendizaje tenga un significado, un sentido para cada uno de nosotros y nosotras.
f) Solidaridad .- Este principio surgirá como resultado de la democratización de los diferentes contextos sociales y la lucha contra la exclusión. Todos los agentes que forman parte de la comunidad educativa participan de las decisiones mediante sus aportaciones, a través de un diálogo igualitario y compartiendo un interés común. Enseñar sobre las bases de la igualdad y del diálogo es una manera de asegurar más aprendizaje, pero al mismo tiempo, más solidaridad entre todos y todas las participantes en la Comunidad de Aprendizaje.
g) Igualdad de diferencias .- En relación con el concepto antes comentado de “escuela inclusiva”, la igualdad de diferencias es contraria al principio de diversidad que relega la igualdad (en términos de “equidad”). La cultura de la diferencia que olvida la igualdad lleva a mayores desigualdades. Todas las personas somos diferentes y esto es precisamente lo que nos iguala. La igualdad incluye nuestro derecho a ser diferentes, además del derecho de no ser categorizados con etiquetas.
Son muchos los estudios, investigaciones e innovaciones que se han llevado a cabo para concretar los principios del aprendizaje dialógico en el conjunto de un centro educativo y sobre todo para el cambio metodológico en el aula. Para que todo esto se pueda llevar a cabo hay que reorganizar todo (partiendo del respeto a las distintas opciones individuales y profesionales), desde el aula hasta la organización del propio centro y su relación con la comunidad, barrio o pueblo, en base al diálogo. El aprendizaje dialógico conlleva que todos los agentes de aprendizaje (no solo el profesorado) se formen e indaguen sobre las prácticas educativas a partir del consenso y la corresponsabilidad, presuponiendo también la acción conjunta de profesorado, familiares, grupos de iguales y otras entidades y colectivos.