"Momento de parar
Siempre estamos oyendo disculpas, inconvenientes, aprobaciones anteriores, leyes caducas y un sinfín de aparentes tropiezos que parecen imposibles de corregir, con tal de no parar esa barbaridad que se nos echa encima.
Siempre estamos oyendo disculpas, inconvenientes, aprobaciones anteriores, leyes caducas y un sinfín de aparentes tropiezos que parecen imposibles de corregir, con tal de no parar esa barbaridad que se nos echa encima.
Todo se puede corregir.
Depende del entusiasmo, de tener una verdad en las manos y una valiente y honrada decisión."
Mayoritariamente,
la población de Lanzarote ha acogido con satisfacción la apertura de
un proceso de contención del crecimiento turístico en la Isla, concretado
inicialmente en una moratoria que se propone reducir la construcción
de plazas alojativas durante un decenio.
En los últimos
años, los indicadores socioeconómicos y ambientales insulares han arrojado
datos preocupantes, coincidiendo con el comienzo de un nuevo ciclo de
expansión económica y de aceleración de las inversiones inmobiliarias
vinculadas al sector turístico. La ocupación creciente de territorio,
la presión y los desequilibrios demográficos, la expansión de la red
viaria y de los nudos de comunicación, la saturación de los servicios
sanitarios, educativos y administrativos, el consumo indiscriminado
de recursos naturales y las carencias de gestión en el tratamiento de
residuos amenazan el sistema insular con importantes
desajustes que anuncian la inviabilidad de un modelo determinado por
el libre comportamiento de las fuerzas del mercado y por et economicismo
imperante.
Tanto los techos
alojativos establecidos en el vigente Plan Insular de Ordenación del
Territorio como los ritmos de crecimiento previstos se han mostrado
incompatibles, en la actual situación de repunte, con el mantenimiento
de los equilibrios básicos humanos, culturales, territoriales y ambientales
en Lanzarote. En esta circunstancia, la sensatez, la responsabilidad
y la solidaridad intergeneracional recomiendan abrir un
tiempo de reflexión y de intercambio de planteamientos que conduzca
a la redefinición del actual modelo de desarrollo.
Un tiempo de construcción
de una nueva cultura que incorpore como orientación central el principio tercero de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo
(1992), en el que se señala que "El derecho al desarrollo debe ejercerse
en forma tal que responda equitativamente a las necesidades de desarrollo
y ambientales de las generaciones presentes y futuras': Un principio
general que se hacía eco de una pr lada en el Informe Brundtland cinco
años antes. Se advertía allí sobre las amenazas para el frágil equilibrio
presente y futuro de la vida en el Planeta derivadas de las vigentes
prácticas de producción, distribución y consumo. Quedaban planteados,
de este modo, los riesgos de insostenibilidad del actual paradigma de
crecimiento, apuntándose Un tiempo de construcción
de una nueva cultura que incorpore como orientación central el princi-
pio tercero de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo
(1992), en el que se señala que "El derecho al desarrollo debe ejercerse
en forma tal que responda equitativamente a las necesidades de desarrollo
y ambientales de las generaciones presentes y futuras': Un principio
general que se hacía eco de una pr lada en el Informe Brundtland cinco
años antes. Se advertía allí sobre las amenazas para el frágil equilibrio
presente y futuro de la vida en el Planeta derivadas de las vigentes
prácticas de producción, distribución y consumo. Quedaban planteados,
de este modo, los riesgos de insostenibilidad del actual paradigma de
crecimiento, apuntándose la necesidad de reaccionar
y de abordar críticamente la construcción de nuevos patrones de producción
y de calidad de vida que no comprometan ni los recursos · naturales
ni los derechos de las generaciones futuras. Del análisis riguroso
de una realidad en crisis se deriva la necesidad de reconversión del
modelo, que a su vez reclama la aportación de respuestas y contribuciones
locales, pues, en definitiva, los desajustes globales no se entienden
sino como un espejo de los desajustes locales, y viceversa.
Razones del lugar
y razones del conjunto han de converger solidariamente en la inaplazable
necesidad de establecer nuevos comportamientos, de sustituir criterios
y de renovar el viejo credo desarrollista. Los
desequilibrios ambientales contemporáneos piden plantear las actividades
productivas, en general, y las referidas al sector turístico, en particular,
dentro de marcos de regulación y ordenación. Crecer indefinidamente
es ya retroceder indefinidamente. Pensar el progreso y el bienestar
conduce hoy a reorientar la visión del desarrollo lineal teniendo en
cuenta tanto las limitaciones del patrimonio natural cuanto la conveniencia
de racionalizar la explotación de los recursos. No
habrá desarrollo real sin políticas alternativas que respeten la relación
sostenible y continuada del ser humano con su entorno.
En este contexto,
renovando las convicciones de César Manrique en lo que concierne a la
conservación de la singularidad y de los valores naturales, culturales
y territoriales de Lanzarote, la Fundación César Manrique y quienes
suscriben el presente manifiesto reclaman la aplicación
efectiva en Lanzarote de una moratoria que, desde su misma entrada en
vigor interrumpa drásticamente la construcción de camas turísticas y
abra un paréntesis de reflexión y debate tendente a establecer un modelo
de sostenibilidad local en la Isla. Las líneas maestras de este
modelo de sostenibilidad local habrán de concretarse en el mantenimiento
de los equilibrios ambientales, socioculturales y energéticos del territorio
insular, en la diversificación del tejido económico, en el estricto
control de la expansión de las actividades terciarias, y en la consolidación
de un marco jurídico que ampare el derecho de
la comunidad a regular los límites de las prácticas productivas, en
los niveles que considere convenientes para su bienestar, y a través
de la concer- tación y de mecanismos de participación y representación
democrática.
En este sentido,
la Fundación César Manrique considera que una nueva concepción del desarrollo
insular vinculada a la calidad de vida y a la protección de los limites
de tolerancia ambiental requiere reducir considerablemente la presión
turística y urbanística bajo la orientación de políticas
de contención que asuman como principio rector permanente la tendencia
a la estabilización del techo alojativo en las cifras actuales y el
ajuste de las infraestructuras generales a la capacidad de carga real
de la Isla.
La magnitud de los
desafíos planteados reclama reacciones audaces que permitan a la sociedad
en su conjunto protagonizar el futuro. La asunción responsable por Lanzarote
de su condición de Reserva de la Biosfera exige rechazar el vacío del
nominalismo y avanzar hacia el establecimiento de mecanismos eficaces
que garanticen en el tiempo la compatibilidad de las actividades productivas
con la conservación del patrimonio natural y cultural de la Isla, base
de su originalidad.
Por
la sostenibilidad de Lanzarote.