la anomalía Blog de Antonio Moreno
Leo con detenimiento el artículo publicado en El País hoy 1 de febrero sobre educación (Ver “Bruselas censura los recortes del gasto educativo en España”)
y la perplejidad, la indignación y la rabia que me recorren desde el
“acuerdazo” que permite retrasar la edad de la jubilación hasta los 67
se disparan.
La verdad es que no he tenido un momento de descanso. Resulta que oigo la SER y me cuentan lo maravilloso del acuerdo, para acto seguido iniciar un frenético cálculo sobre si reunían los 38,5 años cotizados que le permitiesen acceder al 100% de su pensión a los 65. Una alegría. La mayoría cumplía los requisitos y tan contentos. El resto, que se las apañe, por no decir otra cosa. La fractura entre los trabajadores con derechos y los trabajadores sin derechos ya está consolidada y ha obrado maravillas. Total, los que no reúnen las condiciones para ser jubilados de primera con 65 tampoco tienen acceso a los medios de comunicación, ni a explicar su situación, incluso muchos no han llegado a enterarse, así que como siempre, los trabajadores sin derechos, además de no tener derechos, no cuentan.
También me sube mi nivel de indignación hasta llegar a las cotas más altas, cuanto leo las razones por las que los partidos mayoritarios (PP y PSOE por más señas) echan para atrás la iniciativa de IU para hacer incompatibles las pensiones de los expresidentes de gobierno con las remuneraciones que obtienen en sus empleos privados. “Socialistas y populares argumentan que –se dice en el mismo diario-, en todo caso, deberían ser los interesados los que voluntariamente renunciaran a la pensión”. Está claro: Cuando alguien tiene un determinado nivel de renta, ya no se le imponen recortes por ley, sino que se dejan a su voluntad. Mientras que a funcionarios y pensionistas les recortan sus salarios o pensiones por ley o por ley tienen prohibido sumar dos pensiones, los expresidentes sólo pueden renunciar al cobro de su pensión si así lo solicitan. El dinero no da la felicidad, pero sí los hace más libres. Así de desvergüenza es la desvergüenza.
Vuelvo a la educación y recojo algunas frases del artículo arriba mencionado: “El abandono escolar no es solo un problema educativo, sino que multiplica el riesgo de pobreza para los ciudadanos de baja formación y supone un gasto mucho mayor para los Estados en subsidio por desempleo”. “En Finlandia, la Oficina Nacional de Auditoria calcula que el abandono supondrá unos costes por persona de 27.500 euros anuales. A lo largo de 40 años supone 1,1 millones de euros por persona”. “El último informe sobre Condiciones de Vida Eurosat indica que en 2008 el riesgo de pobreza para quienes dejaron de estudiar tras la enseñanza obligatoria era de 23,5% y que más de la mitad de ellos (el 52%) están desempleados o fuera del mercado liberal”.
En España, el abandono escolar asciende al 31,2%, más del doble de la media europea (14,4%). Pues bien, en este contexto, la educación española sufrirá en 2011un recorte de 1.800 millones de euros. Justo todo lo contrario de lo que cabría esperar. Contra toda lógica.