Habéis oído hablar de nosotros. Os ha advertido de ello vuestra prensa,
vuestro gobierno y vuestra policía, siempre preocupados por la seguridad
ciudadana y el orden público, en otras palabras, de vuestra pasividad y
sumisión. No pretendemos ser un mero fantasma al que se criminalice tras
las protestas sociales, es por ello que consideramos justo identificarnos
como interlocutor.
No nos critiquéis antes de entendernos, no nos apuntéis con el dedo antes
de vernos, no nos censuréis antes de hablarnos, no nos matéis antes de
dejarnos vivir.
Somos la generación de los 400 euros. La del trabajo flexible y las ETT,
la de los sueldos miserables, la de los dos títulos que no
sirven para nada pese a ser cada día más caros. La generación precaria, la
que está sufriendo de forma permanente la eliminación de derechos
laborales, y es ignorada y humillada de forma continua
por políticos, patrones y demás gente de bien. La generación que ve cómo
es sometida en un mundo que se desmorona sin poder hacer nada para
evitarlo, mientras masas pasivas de gente asisten mudas ante tal
espectáculo.
Somos vuestros hijos y nietos,
somos la sociedad que habéis creado,
somos el resultado de generaciones de indiferencia
Somos la generación que ha crecido aprisionada entre las paredes de
vuestras escuelas, donde se nos ha intentado transmitir los valores de
vuestra sociedad, su subordinación, sus desigualdades, sus lujurias, sus
pecados. Desgraciadamente, tenemos que admitir que no somos los hijos que
siempre hubiérais deseado tener. Pero aún así, somos las criaturas que
habéis creado.
Todo enseñante es enseñado. Todo enseñado es enseñante.
En efecto, nosotros somos los que salimos en vuestras televisiones
incendiando mobiliario urbano y enfrentándonos a la policía tras la huelga
general del 29 de septiembre. Pero somos también los invisibles que no
salimos en vuestra prensa cuando sufrimos de primera mano la precariedad,
los despidos improcedentes, la explotación más salvaje, la inseguridad
laboral y el acoso policial en las manifestaciones. Somos los que nos
oponemos a la paz social que tanto ansían los sindicatos vendidos al
capital, los que ensuciamos las paredes de vuestros bancos con símbolos
que nunca interiorizaréis, somos las voces disidentes a las que gustaría
callar vuestro corrompido poder.
Contempla tu trabajo, la nada y la tortura participan en él.
Ante todo, debemos deciros que no nos temáis, pues estamos con vosotros.
No somos terroristas, ni antisistema, ni salvajes, ni encapuchados. Somos
los que aún vivimos, los que aún no hemos reventado de tanta comodidad,
los que sentimos y sufrimos, los que hablamos y escuchamos, los soñadores,
los utopistas. Somos vuestros hijos e hijas. Vuestros políticos, vuestra
policía, vuestro sistema nos está matando ¿A qué esperáis para salir a
defendernos?
No nos echéis más gases lacrimógenos, tenemos razones de sobra para llorar
por nuestra cuenta.
Se han acabado vuestras noches tranquilas. Estamos en
tiempo de guerra, y
por mucho que queráis evitarlo, tarde o temprano tendréis que escoger un
bando. Si rompemos es para que no nos rompan, si quemamos es para que no
nos quemen. Nos rebelamos contra el sistema porqué el sistema nos está
matando, porque estamos hartos del mundo de la apatía y el pasotismo. Es
hora de decir basta ya. No es que nuestras palabras sean crueles, cruel
es
la realidad, y nosotros, sus intérpretes.
Adiós. Nos veremos en las calles combatiendo codo con codo el próximo 27
de enero, o nos veréis desde vuestras televisiones siendo perseguidos y
criminalizados de nuevo. La decisión es vuestra.
Fuente: Menéame