Vaya, vaya, nuestro presidente se ha convertido al credo neoliberal. Y toda la clase política, con él. Nadie duda: es inevitable... "Inclina la cerviz, altivo sicambro; adora lo que quemaste y quema lo que adoraste", ordenó el obispo Remigio al bárbaro Clodoveo cuando tuvo éste que convertirse al cristianismo para ser rey de Francia.
"Gobernaré para los más débiles", afirmaba en el 2004, y reiteraba, en 2008, "gobernaré pensando en los que no tienen de todo". Y lo vemos en el 2010, anunciando un recorte social bestial, dedicado a cinco millones de pensionistas, tres millones de funcionarios, cientos de miles de ancianos necesitados de asistencia y medio millón de futuros padres de 2011.
Hace dos años, con media sonrisa, hablamamos de la crisis del capitalismo. Una crisis que parecía demostrar el fracaso de su ideología de la desregulación y la necesidad de recurrir de nuevo a lo público para salvar la economía y preservar la cohesión de la sociedad.
Los Gobiernos, incluso los de derechas, nacionalizaban entidades financieras y empresas estratégicas, inyectaban masivamente liquidez en el sistema bancario, multiplicaban los planes de estímulo... Volvía la socialdemocracia para controlar a los mercados. Por eso, en otoño de 2008, todo el mundo anunció el "regreso a Keynes".
Los Gobiernos, incluso los de derechas, nacionalizaban entidades financieras y empresas estratégicas, inyectaban masivamente liquidez en el sistema bancario, multiplicaban los planes de estímulo... Volvía la socialdemocracia para controlar a los mercados. Por eso, en otoño de 2008, todo el mundo anunció el "regreso a Keynes".
Íbamos a acabar con los paraísos fiscales, a controlar los fondos de alto riesgo y a sancionar los abusos de los especuladores causantes de la crisis.
Y sin embargo, hemos vuelto a la situación anterior. Con un ataque despiadado, brutal, sin disfraces. De nuevo los mercados y los especuladores tienen la sartén por el mango. Y las autoridades políticas se arrodillan.
¿Qué ha ocurrido? La deuda generada por tanta intervención (para salvar a los bancos) ha servido de pretexto para un espectacular cambio de situación. Qué sospechoso. Sin el mínimo reparo, los mercados y la especulación financiera, apoyados por las agencias de calificación (totalmente desacreditadas hace apenas unos meses), atacan directamente a los Estados endeudados, acusados ahora de vivir por encima de sus posibilidades.
Los mercados quieren su revancha. Y reclaman, con más vigor que nunca, el desmantelamiento de la protección social y la drástica reducción de los servicios públicos. El desmantelamiento final del Estado del Bienestar. El capital necesita nuevos espacios donde crecer: educación, sanidad, servicio público.
El mensaje está claro: ningún Gobierno debe salirse del carril neoliberal. L@s "socialist@s", tampoco. Se hacen llamar ahora, sin problemas, socioliberales... responsables y valientes, y de izquierdas, claro.
¿Admitiremos l@s ciudadan@s semejante regresión? ¿Puede aceptarse que quede descartada cualquier solución democrática de izquierdas de impulsar al avance social?