La Educación Popular y la persona de Paulo Freire se encuentran
inseparablemente relacionadas. Alfonso Torres Carrillo hace en primer
lugar una breve referencia al contexto y trayectoria de Freire, para
luego detenerse en los que a su juicio serían los pilares del
pensamiento freireano para la fundamentación de la educación popular;
finalmente desarrolla algunos planteamientos acerca de la actualidad de
dicha corriente pedagógica para quienes aún consideran que desde la
educación es posible generar y construir «otros mundos posibles». El
escrito se alimenta de la lectura de textos de Freire y sobre él, así
como de la propia experiencia del autor y de sus reflexiones como
educador popular.
Alfonso Torres Carrillo en DVV
El título de este artículo puede parecer una redundancia: es
imposible pensar a Paulo Freire por fuera de la educación popular; es
imposible concebir a ésta sin referencia a su creador y principal
exponente. Sin embargo, dado que no necesariamente todo el mundo tiene
claro de qué modo la pedagogía freiriana dio origen y nutrió la
corriente educativa popular, juzgué pertinente escribir este sencillo
artículo en torno al aporte del pedagogo brasileño en la configuración
de los discursos y las prácticas educativas críticas en América Latina.
En
primer lugar, haré una breve referencia al contexto y trayectoria de
Freire, para luego detenerme en los que, a mi juicio, serían los pilares
de su pensamiento en la fundamentación de la educación popular;
finalmente desarrollaré algunos planteamientos acerca de la actualidad
de dicha corriente pedagógica, entre quienes aún consideramos que desde
la educación es posible generar y construir «otros mundos posibles». El
escrito se alimenta de la lectura de textos de y sobre Freire, así como
de mi propia experiencia y reflexiones como educador popular.
Breve referencia a paulo freire y su praxis 1
El
educador brasileño nació en 1921 en Recife, en el nordeste brasilero,
donde vivió una niñez y juventud signada por la premura económica y el
contacto con campesinos, y trabajadores de esta región del país. Siendo
estudiante de derecho, se casó con Elza, maestra de escuela quien lo
acercó al trabajo educativo, en particular la enseñanza del portugués,
actividad con la que costeaba sus estudios y colaboraba en el
sostenimiento de su hogar.
A partir de su experiencia en el
Movimiento de Cultura Popular, de sus estudios sobre el lenguaje popular
y del análisis crítico de la educación brasilera de mediados del siglo
XX, Freire creó un método de alfabetización que en la medida en que los
iletrados aprendían a leer y escribir, iban dialogando sobre problemas
de su realidad y buscando alternativas para transformarlos. La novedosa y
efectiva propuesta fue conocida en 1963 por Darcy Ribeiro, ministro de
educación, quien le pidió a Freire coordinar el Plan Nacional de
Alfabetización.
En 1964, cuando se estaban formando los cientos de
cuadros que pondrían en práctica la propuesta, vino el golpe militar y
Freire llevado a prisión acusado de «subversivo internacional»; al salir de la cárcel se exilió primero en Bolivia y luego en Chile, donde sistematizaría su experiencia en los libros Educación como práctica de la libertad y pedagogía del oprimido;
en ellos desarrolla sus tesis sobre la conciencia dominada, lo opresivo
de la educación, la concientización, el diálogo y el proceso de
liberación.
En 1970, Freire iniciaba una segunda etapa de exilio en Europa, Estados Unidos y África.
En 1980 volvió al Brasil para «reaprender»
su país; allí se desempeñó como profesor en las Universidades de
Campinhas y Sao Paulo, participó en programas de formación de maestros,
con educadores de la calle y en movimientos de educación popular que por
ese entonces se desarrollan en su país y en América Latina; en la
década de los 80 publica varios libros y concede numerosas entrevistas
donde enfatiza la dimensión política de la educación.
«Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su... producción o construcción.»- Freire |
En
1989 fue nombrado Secretario de Educación de Sâo Paulo, el Estado más
poblado del Brasil. Durante su mandato realizó una importante tarea para
llevar a la práctica sus ideas, revisar el programa de estudios bajo el
lema de una escuela pública popular y democrática y mejorar los sueldos
de los educadores brasileños. Como balance reflexivo de su experiencia
en la construcción de una escuela pública popular y democrática, escribe
el libro «Pedagogía de la ciudad».
A lo largo de los
noventa, sin abandonar su práctica como educador e investigador en las
Universidades de Sao Paulo y Recife, y de asesor en muchas experiencias
concretas, Freire se dedica a sistematizar su trayectoria pedagógica en
libros como, «pedagogía de la esperanza» (1992), «política y educación» (1993), «Cartas a Cristina» (1994) «cartas a quien pretende enseñar» (1994), «a la sombra de este mango» (1997) y «Pedagogía de la autonomía» (1998).
En
2 de mayo de 1997, después de conceder una entrevista a estudiantes de
la Universidad de Sao Paulo donde ratifica sus convicciones pedagógicas,
éticas y políticas, Paulo Freire muere. En el año 2001 su viuda publica
el libro en que estaba trabajando al momento de su muerte: «Pedagogía de la indignación» (2001), en el cual hace una crítica radical al neoliberalismo y reafirma su postura:
«En cuanto presencia en la historia y en el mundo, lucho esperanzadamente por el sueño, por la utopía, en la perspectiva de un a pedagogía crítica. »
El aporte de Freire a la pedagogía crítica
La
amplia obra escrita de Freire y sus innumerables presentaciones
públicas configuran un rico universo de reflexiones acerca de la
educación, la pedagogía y la ética liberadoras. Así mismo, no hay que
perder de vista que a lo largo de su periplo intelectual de casi medio
siglo sus ideas sufrieron modificaciones. Sin embargo, esto no impide
hacer lecturas de la obra del pedagogo brasilero en función de preguntas
específicas; en este caso, pretendo hacer un balance de su aporte en la
configuración de la educación popular.
Para Freire la educación debe servir para que los educadores y educandos «aprendan a leer la realidad para escribir su historia»; ello supone comprender críticamente su mundo y actuar para transformarlo en función de «inéditos viables»;
en torno a dicha acción y reflexión y a través del diálogo, los
educandos y los educadores se constituyen en sujetos. Con base en esta
síntesis de sus planteamientos, en un primer momento desarrollaré las
ideas básicas sobre cada una de estas cuatro dimensiones referidas:
- Educar es conocer críticamente la realidad
- Educar es comprometerse con la utopía de transformar la realidad
- Educar es formar sujetos de dicho cambio
- Educar es diálogo
1. educar es conocer críticamente la realidad
Desde
sus primeras experiencias y reflexiones, la educación es considerada
como un acto de conocimiento, una toma de conciencia de la realidad, una
lectura del mundo que precede a la lectura de la palabra. 2
En efecto, su método de alfabetización parte de la exigencia de una
investigación por parte de los educadores de la realidad de los
educandos y de la lectura que éstos hacen de la misma, expresada en el
lenguaje. Ya en el proceso de alfabetización se parte de la apropiación
problematizadora de la realidad y de la discusión de las lecturas «ingenuas»
de los educadores y educandos; en el método Freire, a través del
diálogo sobre problemas significativos los iletrados aprehenden
críticamente su mundo, a la vez que aprenden a leer y escribir.
En
oposición a la concepción bancaria de la educación, para Freire el
conocimiento de la realidad no es un acto individual ni meramente
intelectual. Conocer el mundo es un proceso colectivo, práctico y que
involucra diferentes formas de saber: la conciencia, el sentimiento, el
deseo, la voluntad, el cuerpo. Toda práctica educativa debe reconocer lo
que educandos y educadores saben sobre el tema y generar experiencias
colectivas y dialógicas para que unos y otros construyan nuevos
conocimientos. La famosa frase de Freire
«Nadie lo conoce todo ni nadie lo desconoce todo; nadie educa a nadie, nadie se educa solo, los hombres se educan entre sí mediados por el mundo»
debe leerse en este sentido constructivista («quien enseña, aprende y quien aprende, enseña») y no como un desconocimiento de la especificidad del papel activo que deben jugar los educadores.
Conocer
el mundo no es una operación meramente intelectual; es un proceso
articulado a la práctica y a todas las dimensiones humanas. El
presupuesto no es tanto conocer o tomar conciencia del mundo para luego
transformarlo, sino conocer el mundo desde y en la práctica
transformadora, en la cual intervienen deseos, valores, voluntades,
emociones, imaginación, intenciones y utopías.
Este proceso
educativo de conocimiento del mundo nunca es definitivo; más bien
siempre es inacabado, dado que el mundo no está dado, determinado, sino
dándose, cambiando; también los sujetos, en el proceso de conocer y
transformar el mundo, van cambiando ellos mismos y sus preguntas. Por
ello, los productos del conocer no deben asumirse como verdades
acabadas, inmodificables, sino susceptibles de perfeccionar, de discutir
y cuestionar. Se requiere más una pedagogía de la pregunta y no una de
la respuesta.
En un plano más práctico, la preocupación acerca de
qué conocer está asociada directamente con los contenidos y las
metodologías (qué conocer y cómo se conoce). Dichas preocupaciones, a su
vez, están subordinadas a otras preguntas más fundamentales: para qué
conocer, a favor de quién y para quién conocer; es decir a los
propósitos de dicha práctica educativa. Responderlas, nos conduce a otra
idea central del Freire: toda actividad educativa es intencional, por
tanto, política.
2. Educar es una práctica política
Para
Freire la educación nunca es neutra. Toda práctica educativa es
política, así como la práctica política es educativa. Las prácticas
educativas siempre son políticas porque involucran valores, proyectos,
utopías que reproducen, legitiman, cuestionan o transforman las
relaciones de poder prevalecientes en la sociedad; la educación nunca es
neutral, está a favor de la dominación o de la emancipación. Por ello,
Freire distingue entre prácticas educativas conservadoras y prácticas
educativas progresistas:
«En cuanto en una práctica educativa conservadora se busca, al enseñar los contenidos, ocultar la razón de ser de un sinnúmero de problemas sociales; en una práctica educativa progresista se procura, al enseñar los contenidos, desocultar la razón de ser de aquellos problemas. Mientras la primera procura acomodar, adaptar a los educandos al mundo dado, la segunda busca inquietar a los educandos desafiándolos para que perciban que el mundo es un mundo dándose y que, por eso mismo, puede ser cambiado, transformado, reinventado.» (freire 95, Pedagogía de la ciudad)
La
educación por sí misma no cambia el mundo, pero sin ella es imposible
hacerlo. En consecuencia, el educador progresista debe tener un
compromiso ético político por la construcción de un mundo más justo. El
educador ve la historia como posibilidad; no debe perder su capacidad de
indignación, no puede ser indiferente ni neutral frente a las
injusticias, la opresión, la discriminación y la explotación; debe
mantener y promover la esperanza en la posibilidad de superación del
orden injusto, de imaginarse utopías realizables («el inédito viable»).
Por
ello, para Freire, la realidad no es sólo el punto de partida de la
educación sino también su punto de llegada. Si la realidad no está dada,
sino dándose, la finalidad de la educación liberadora es contribuir a
transformar en función de visiones de futuro que superen la existencia
de opresores y oprimidos, de explotadores y explotados, de excluyentes y
excluidos; es superar los obstáculos económicos, sociales, políticos y
culturales que impide la realización de los educandos como seres
humanos. Las prácticas educativas críticas, articuladas a praxis
sociales transformadoras, hacen posible que la gente escriba su propia
historia, es decir, sea capaz de superar las circunstancias y factores
adversos que la condicionan.
3. Educar es constituirse como sujetos
Para
Freire la educación tiene su razón de ser en el carácter inacabado de
los seres humanos. Hombres y mujeres somos seres inacabados que si lo
reconocemos, necesitamos de los demás para conocer y transformar el
mundo a la vez que nos construimos como sujetos. El reconocer ese
sentido de carencia, de necesidad de los otros para conocer, actuar y
ser en el mundo, justifica la posibilidad de la educación, que no puede
ser otra cosa que comunicación y diálogo.
De
este modo, para Freire, el diálogo no es un mero recurso metodológico o
una estrategia didáctica, sino que es la condición de posibilidad de
constituirnos como sujetos; sólo a través de la conversación basada en
una práctica compartida y en la apertura es que me reconozco como
sujeto; no como sujeto dado, sino como sujeto en permanente
construcción. Así, el diálogo asume un carácter antropológico y ético,
en la medida en que nos hacemos seres humanos autónomos, con capacidad
de incidir en la realidad, en la medida en que reconocemos, con otros,
que el mundo es susceptible de modificar desde otros valores, sentidos y
utopías.
Ahora bien, para Freire no puede haber búsqueda sin
esperanza. Perder la esperanza es perder la posibilidad de constituirnos
como sujetos, de transformar el mundo y por tanto de conocerlo. Por
ello, plantea una «pedagogía de la esperanza» que supere la
ideología del fatalismo, del conformismo, de la desilusión que el poder
dominante quiere imponer a toda costa. Frente al «no hay nada que hacer», hay que anteponer el derecho a soñar que «otro mundo es posible», lema del Foro Social Mundial y de las luchas antiglobalización. En términos del propio Freire: 3
«En
la medida en que nos hagamos capaces de transformar el mundo, de poner
nombre a las cosas, de percibir, de entender, de decidir, de escoger, de
valorar, nuestro movimiento en él mundo y en la historia envuelve,
necesariamente, los sueños por cuya realización luchamos.»
Por
ello, la pedagogía crítica debe contribuir a construir sueños, a
reinventar utopías y a sembrar esperanzas de cambio. Freire, desde su
palabra y su práctica fue testimonio de constructor creativo de ello y
por eso logró incidir en miles de educadores desde la década de los
sesenta hasta la actualidad. En torno a la discusión y puesta en acción
de sus planteamientos surgió en América Latina una corriente educativa
comprometida con los sueños, proyectos y movimientos de liberación
social y cultural: la Educación Popular.
Freire retoma y
radicaliza su planteamiento de que la educación no es neutra; que debe
parte de una crítica profunda a la realidad de injusticia; que debe
ponerse en función de utopías de cambio; que debe contribuir a la
construcción de los sectores populares como sujetos de cambio; que para
ello debe contribuir a la formación de una conciencia critica; y debe
hacerlo a partir de metodologías dialógicas y democráticas.
4. Educación es diálogo
La educación popular retoma y potencia la pedagogía de Freire
Mientras
iniciaba una segunda etapa de exilio en Europa, Estados Unidos y
África, las ideas de Freire y su propuesta educativa eran acogidas con
entusiasmo por parte de educadores y educadoras progresistas, religiosos
y religiosas y activistas sociales, en un contexto de radicalización de
las luchas sociales en América Latina. En efecto, la década que
comenzaba se caracterizó por el fortalecimiento de los movimientos
sindicales, campesinos, pobladores urbanos, artistas y educadores
comprometidos, así como por el auge de partidos y movimientos de
izquierda política; en la mayoría de los países del continente, fueron
dándose golpes militares y estableciéndose regímenes autoritarios que
buscaron terminar a sangre y fuego este auge del movimiento popular.
En
ese contexto, la EP se fue configurando como una corriente educativa y
pedagógica que acompañaba organizaciones, luchas y movimientos de
resistencia y liberación. Con la influencia del marxismo y de otros
críticos de la escuela capitalista como Bourdieu, Passeron, Illich y
Vasconi, se radicalizaron los cuestionamientos al sistema escolar, se
evidenció el carácter político de las prácticas educativas y se
generaron propuestas pedagógicas alternativas.
Esta «politización de la educación» y «pedagogización de la política», dio
origen al llamado discurso fundacional de la EP, cuyos rasgos
distintivos (con las variaciones propias de los diferentes contextos
nacionales), podemos sintetizar así: 4
- Lectura crítica de la realidad social, en particular de las injusticias generadas o acrecentadas por el sistema capitalista, y del papel reproductor del orden social que juega la el sistema escolar.
- Opción ético-política emancipadora, al identificarse con la construcción de una sociedad en la cual se superarían las injusticias e inequidades actuales, proyecto que se identificaba con el socialismo.
- Contribución a la constitución de los sectores populares como protagonistas de esta transformación social, a partir del fortalecimiento desde la educación, de su organizaciones y movimientos.
- Lo educativo como formación de una conciencia crítica en los educandos populares, entendida como toma de conciencia de la realidad injusta y de la necesidad de transformarla.
- Creación de metodologías de trabajo basadas en la construcción colectiva de conocimiento, el diálogo y la acción.
La
identificación de estos rasgos comunes no significa que la EP sea una
corriente homogénea; como toda construcción histórica asumió matices y
énfasis en cada contexto nacional; así por ejemplo, bajo la dictadura
militar, la EP en Chile asumió como bandera el restablecimiento de la
democracia; en Centro América de los años ochenta, la EP estuvo asociada
a los procesos insurreccionales y en Bolivia y Perú asumió la bandera
de las luchas campesinas e indígenas. Así mismo, las particularidades
históricas de cada contexto llevaron a que la EP inspirara prácticas en
alfabetización, educación en derechos humanos, educación de género y
educación intercultural. De este modo, la EP, más que un cuerpo
doctrinal monolítico, se fue conformado como un campo pedagógico
diferenciado de otras prácticas y corrientes pedagógicas.
Bajo
estas ideas surgieron en América Latina infinidad de organizaciones
culturales, centros de educación de adultos, comunidades eclesiales y
círculos de alfabetización, así como de centros especializados en su
promoción y apoyo a las experiencias de base. 5Algunas
redes latinoamericanas como CELADEC y el Consejo de educación de
adultos de América Latina (CEAAL), así como las revistas como Cultura
Popular, Tarea, La Piragua y Aportes, contribuyeron a que circularan
reflexiones, ideas, experiencias y aportes metodológicos a nivel
continental.
«Soy profesor a favor... de la democracia contra la dictadura de derecha o de izquierda. soy profesor a favor de la lucha constante contra cualquier forma de discriminación, contra la dominación económica de los individuos o de las clases sociales. Soy profesor contra el orden capitalista vigente que inventó esta aberración; la miseria en la abundancia.» Freire |
Al finalizar la
década de los ochenta, la EP se había convertido en un movimiento
educativo y en una corriente pedagógica crítica sostenida en la
proliferación de redes y espacios de encuentro a nivel nacional y
continental. Pero también empezaban a surgir cuestionamientos y nuevas
ideas que proponían la necesidad de un replanteamiento de algunos
presupuestos y planteamientos de la EP.
La llamada «refundamentación» de la EP
Desde
fines de los ochenta y especialmente durante la primera mitad de los
noventa, empezó a visibilizarse cierta insatisfacción con algunos de los
presupuestos y contenidos del discurso «fundacional» de la EP;
los cambios en el contexto político mundial y latinoamericano (caída
del socialismo soviético, derrota sandinista, fin de los regímenes
militares e inicio de procesos de democratización), así como el
reconocimiento de límites en las propias prácticas educativas (activismo
y falta de sistematización, descuido de lo pedagógico, cambio de los
sujetos educativos, escasa discusión con nuevos paradigmas), llevaron a
que algunos educadores insistieran en una necesaria y urgente «refundamentación» de la Ep.
En
verdad, dicho replanteamiento de la EP ya había comenzado antes en
varios países, de cara a las exigencias planteadas por los cambios en el
contexto o la discusión de los aportes políticos y pedagógicos de
algunos autores; fue el caso de la recepción en los ochenta de autores
como Antonio Gramsci y la relectura de Paulo Freire, las cuales
permitieron revalorar la cultura en la política y en la educación, al
incorporarse en la discusión conceptos como el de hegemonía y diálogo de
saberes. En todo caso, y a modo de síntesis, los principales
desplazamientos que se dieron en la última década del siglo XX en cada
uno de los núcleos discursivos del discurso fundacional fueron:
- A la lectura clasista de la sociedad latinoamericana y reproduccionista de la educación, se incorporaron otros aportes y conceptos como hegemonía, política cultural, movimientos sociales, sociedad civil, etc. y se empezó a reivindicar la escuela como espacio de innovación pedagógica.
- De un imaginario de poder identificado con el aparato estatal y de cambio político asimilado a la Revolución, se pasó al reconocimiento del poder como una relación presente en todos los espacios sociales y a reivindicar la democracia como modelo político deseable y viable para los países del continente; ello estuvo asociado a la reivindicación de lo cotidiano, de lo público, la búsqueda de incidencia en políticas públicas y educativas y la participación en gobiernos locales.
- De una concepción economicista y politizada de los sectores populares, a un reconocimiento de la pluralidad de actores que los constituyen y de su densidad histórica y cultural; de ese modo, categorías abstractas como clase trabajadora, pueblo o movimiento popular fueron adquiriendo rostro concreto como pobladores, mujeres y jóvenes populares.
- De un énfasis en el desarrollo de una conciencia crítica de clase, a una valoración de la subjetividad de los actores populares y la potenciación de todas las dimensiones que los constituyen como sujetos: cultura, cuerpo, emociones, valores, voluntad, pensamiento critico e imaginación creativa.
- De la seguridad de sentirse en la posesión de un Método (la dialéctica), a la construcción abierta e incierta de propuestas pedagógicas basadas en el diálogo de saberes, la interculturalidad y la discusión con otras corrientes pedagógicas.
Estos cambios en la concepción
política y pedagógica de la EP se expresaron en la redefinición de
prioridades y énfasis de la práctica de muchos centros y redes de
Educación Popular en América Latina a fines de los noventa y los
primeros años de la actual década. De una estrecha relación con los
movimientos y organizaciones populares, se pasó a la colaboración con
nuevos los gobiernos nacionales o municipales que remplazaron los
regímenes autoritarios; algunos educadores populares pasaron a asumir
responsabilidades gubernamentales en materia social o educativa en sus
países.
Por otra parte, en el contexto de reformas educativas
impulsadas por los gobiernos que sucedieron a los regímenes militares o
como resultado de procesos de democratización política, algunas ONG se
especializaron en apoyo y asesoría a procesos de innovación curricular y
didáctico en las escuelas y a la capacitación de maestros en ejercicio;
otras a promover dicha democratización y la consecuente formación
ciudadana, a incidir en la definición de políticas educativas e incidir
en la política pública. Incluso, algunos educadores y ONG llegaron a
plantear que en el nuevo contexto la educación popular ya no es vigente y
que propuestas, como la de la educación ciudadana y en los derechos
humanos, son más incluyentes.
Este entusiasmo en torno a los
procesos de democratización en casi todos los países del continente se
ha venido resquebrajado frente a la evidencia de las crecientes
desigualdades e injusticias sociales que ha traído la implantación
generalizada del modelo neoliberal.
Transcurridas dos décadas de
la aplicación de las políticas de ajuste, los indicadores de desigualdad
social se han disparado en todos los países, el desempleo y la
informalidad pasaron a ser los rasgos predominantes del mundo laboral;
el poder jubilarse o acceder a servicios de salud son un privilegio en
vía de extinción, mientras que la pobreza y la indigencia alcanzan dos
terceras partes de la población del continente.
Vigencia de Freire y la Educación Popular en los umbrales del siglo XXI
Frente
a este deterioro de las condiciones de vida de la mayor parte de la
población de América Latina o frente a viejas y nuevas formas de
opresión y exclusión, desde la última década del siglo XX y en lo que va
del XXI se han reactivado las más diversas expresiones de protesta. El
continente se empieza a despertar con los movimientos indígenas y
campesinos en países como Ecuador, Bolivia, Brasil, Colombia y México;
en Argentina, los piqueteros, las asambleas barriales y la movilización
de las clases medias y populares contra el sistema financiero, renuevan
las esperanzas en torno a la acción colectiva. El Foro Social Mundial
que se reúne en Porto Alegre desde el 2000, expresa y aglutina estos
aires de cambio en torno a la consigna «Otro mundo es posible».
Este
incremento y diversificación de estrategias de resistencia, de luchas
sociales y emergencia de nuevos actores sociales, así como de
reactivación de la izquierda social política a lo largo y ancho del
continente, han planteado a la Educación Popular el desafío de reasumir
su papel como pedagogía crítica y alternativa. Los movimientos y
organizaciones sociales le demandan la formación de sus dirigentes y
bases sociales, las iniciativas de economía solidaria y de desarrollo
alternativo involucran lo educativo, los movimientos indígenas y
campesinos, así como el trabajo con jóvenes, mujeres, con emigrantes y
desplazados por la violencia exigen propuestas educativas acordes con
sus especificidades, etc.
Estas nuevas demandas a la EP se
expresaron en la reciente VI Asamblea General del CEAAL en Recife
(Brasil), donde acudieron más de dos centenares de educadores populares
de América Latina para ubicar los desafíos actuales de la EP y las
líneas de acción al futuro inmediato y mediato. A continuación resumo
dichos ineludibles mandatos acordados en la Asamblea y sus implicaciones
para instituciones formadoras de educadores como es el caso de nuestra
universidad:
- Mayor articulación de la EP a los movimientos sociales, como contribución a la construcción democrática; ello implica generar sinergias entre los centros de EP y entre los movimientos sociales entre sí. Para potenciar la formación de sujetos individuales y colectivos de cambio, deben establecerse alianzas entre centros educativos populares y movimientos sociales en torno a proyectos educativos pertinentes. La experiencia de la Universidad Indígena en Ecuador y los convenios de algunas universidades brasileñas con el MST, pueden arrojar pistas para concretar la idea de una «universidad popular» planteada en la Asamblea.
- La EP debe retomar su papel en la generación de conocimiento y pensamiento crítico desde su especificidad pedagógica. Retomando la senda iniciada por Paulo Freire se le pide a la EP contribuir en la construcción de paradigmas alternativos al discurso hegemónico neoliberal, desde lo que le es propio: el campo educativo. Para ello, se le sugiere animar la sistematización de experiencias y saberes educativos y el diálogo creativo con otras perspectivas de pensamiento y acción crítica como el género, la teología de la liberación, la justicia alternativa y la ecología.
- La EP debe reactivar los espacios y procesos de formación de educadores populares de base. Al constatar que los centros y organizaciones históricas que hacen EP tienen, en promedio , dos y tres décadas, y que buena parte de los animadores y activistas de los movimientos sociales son jóvenes, se le planteó al CEAAL el desafío de generar estrategias amplias de formación de educadores en torno al enfoque y metodologías de EP. Para posibilitar una cobertura continental, se tendrá que acudir a las nuevas tecnologías de la comunicación.
- Reposicionar las perspectivas de género, de derechos humanos y ambientalistas dentro de las prácticas y discursos de la EP. La especialización de campos de acción de la EP conllevó en algunos casos la fragmentación de las prácticas educativas, delegando la problemática de género, de los derechos humanos y del ambiente a redes y centros especializados en estos temas, dejándolos fuera en las demás acciones. Más que «transversales», estas temáticas deben estar explícitas, tanto en las prácticas educativas como en la vida cotidiana de los centros educativos y movimientos sociales.
- Continuar con las líneas de acción en torno a las cuales la EP ha venido trabajando: democracia, ciudadanía y poder local, incidencia en políticas públicas, en particular en educación, multiculturalismo e interculturalidad. Así mismo, según las particularidades de cada país y región, la EP tiene sus desafíos específicos, como es el caso de Colombia, donde el conflicto armado y la violencia generalizada han llevado a que surjan experiencias de educación en derechos humanos, educación para la paz y la convivencia, y con desplazados.
Las facultades de educación
y las universidades pedagógicas de América Latina, como centros de
investigación pedagógica, formación docente y proyección socioeducativa,
tienen en estos desafíos actuales de la EP una oportunidad y
responsabilidad ineludibles. Al reconocer que la educación no sólo está
presente en los contextos escolares sino en la multiplicidad de espacios
sociales en los que actúa la EP, la formación de maestros debe
involucrar estas problemáticas a lo largo de sus planes de estudio; así
mismo, las universidades en su conjunto deben abrirse a las dinámicas y
actores sociales y culturales en las que se desenvuelve la EP.
Notas
1 Quien desee profundizar encontrará en internet gran cantidad de biografías y escritos de y sobre Paulo Freire.2 Freire, Paulo (1983). El acto de leer y el proceso de liberación. siglo xxi, méxico, pp. 51.
3 Freire, Paulo (2001). pedagogía de la indignación. Morata, Madrid, pp. 43.
4 Esta idea la he desarrollado en otros textos. Torres Alfonso (2000). «Ires y venires de la Educación popular en América Latina». En: La Piragua # 18 , CEAAL, México.
5 En Colombia, por ejemplo, CINEP, CEPECS, Servicio Colombiano, CEPALC, el IPC y Dimensión Educativa.