La II República española ha sido llamada «República de intelectuales » y «República de profesores», porque la concepción del proyecto republicano partía de considerar a la cultura como parte integrante de la justicia social. El preámbulo del decreto del ministro Marcelino Domingo llegaba a decir: «La República redimirá a España por la creación de escuelas»; estamos ante una visión utópica de la función de la educación, ante una exaltación de los valores de la cultura” se puede leer en Las Misiones Pedagógicas y La Barraca. La cultura en la II República, artículo de Alfonso Guerra en el nº 100 de Letra Internacional.
Las Misiones Pedagógicas fueron un proyecto educativo español creado en el seno del Museo Pedagógico Nacional y de la Segunda República Española e inspirado en la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza, se iniciaron en 1931 y finalizaron con el comienzo de la guerra civil en 1936.
El Decreto de creación del Patronato de Misiones Pedagógicas, de 29 de mayo de 1931, siendo Ministro de Instrucción Pública MARCELINO DOMINGO, determinaba como objetivo «difundir la cultura general, la moderna orientación docente y la educación ciudadana en aldeas, villas y lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la población rural». Dependía del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes y estaba dirigido por una Comisión Central, cuya sede se encontraba en el Museo Pedagógico.
Con un nivel de educación muy inferior al de otros países europeos, el 44,3% de la población de España era analfabeta, localizada principalmente en el ámbito rural con escasos medios y miseria. Fue un tiempo donde por primera vez en nuestro país la cultura se extendió como un bien común y no como algo reservado para las clases privilegiadas.
Para cumplir con estos objetivos, las Misiones Pedagógicas crearon un conjunto de equipos encargados de las variadas actividades que creían necesarias para la difusión cultural pretendida: El Museo del Pueblo, el servicio de cine, el coro y el teatro del Pueblo, el servicio de música, el retablo de fantoches y el servicio de biblioteca (se llegaron a distribuir más de 5.000 bibliotecas). Los verdaderos protagonistas de estas misiones fueron los ciudadanos de los pueblos y aldeas donde llegaron, además de los que colaboraron en ellas como maestros, actores, escritores, figurinistas, pintores, etc.