Bohigas cree que el futuro de los nuevos planteamientos urbanos radica en la participación. Una participación que también es fundamental en su propio sistema de trabajo. En BOPBAA, el estudio que creó en 1991 junto con Iñaki Bakero y Francesc Pla, los proyectos se van construyendo alrededor de un diálogo multilateral entre socios –ser tres ayuda–, clientes y colaboradores. Considera que un buen proyecto sólo puede salir de la discusión con el cliente.
El pensamiento fractal
Marta Rojals, junio 2008 http://ciberians.net/es/node/111Josep Bohigas (Barcelona, 1967) escribe, piensa y hace arquitecturas. Arquitecturas edificatorias, urbanas, efímeras, interiores, da igual: para el arquitecto, la escala del encargo no es un factor que altere su estatus o tratamiento. Las fases de proyectación, desde la idea primera hasta el objeto acabado, son comunes a toda disciplina creativa y, por tanto, a todo lo susceptible de ser diseñado, desde la puerta de casa hasta la ordenación de una porción de barrio. Esta concepción globalizadora explica su manera de entender la ciudad y las interrelaciones entre sus componentes, del micro al macro, y a la inversa.
Bohigas se siente comprometido con la ciudad. Se muestra crítico con la Barcelona del diseño –de diseño–, que considera un modelo ultra-agotado, y defiende una hibridez más posibilista, que permita reformular los ideales estéticos en concordancia con la evolución de su paisaje humano. Tampoco cree que la actual tendencia de adquirir arquitectura de grandes marcas de importación, descontextualizada, a tanto la pieza, sea lo que pide la ciudad donde vive: ‘El talento debe ponerse a disposición de las necesidades reales’.
Bohigas apuesta por reconquistar el entorno urbano, arrebatárselo a los vehículos, de modo que el individuo pueda adquirir una vinculación más íntima y cómplice con el medio público. Los metros cuadrados de más, a los que aspira el homo urbis, están al otro lado de la puerta. Pero una evolución de esta envergadura sólo es posible con una intervención simultánea en la vivienda y el espacio público, considerando el contexto y la diversidad social. En el caso domestico, Bohigas anuncia la próxima revolución: los servicios compartidos entre comunidades vecinales. El sistema debe permitir un nuevo concepto de convivencia inspirado en la fórmula del hotel. Y, en plena crisis, ¿quién dirá que no a un hotel?
La arquitectura que Bohigas tiene en la cabeza, por lo tanto, es indisociable de su función social. Comisariando proyectos experimentales como el multidisciplinar Barraca Barcelona (2003), con la discusión de alternativas asequibles a un ‘barraquismo invisible’ a ojos de las administraciones, y la muestra APTM (Construmat 2005) con seis prototipos de apartamento mínimo, low-cost, sostenible y de calidad, consigue hacer saltar la arquitectura de las revistas de tendencias y los suplementos culturales para convertirla en materia de debate social. De nuevo, la revolución: la dignidad de una vivienda no depende de su superficie en planta. Tan fácil y tan difícil como esto.
Bohigas cree que el futuro de estos nuevos planteamientos urbanos radica en la participación. Una participación que también es fundamental en su propio sistema de trabajo. En BOPBAA, el estudio que creó en 1991 junto con Iñaki Bakero y Francesc Pla, los proyectos se van construyendo alrededor de un diálogo multilateral entre socios –ser tres ayuda–, clientes y colaboradores. Considera que un buen proyecto sólo puede salir de la discusión con el cliente.
En una disciplina cada vez más dependiente de la tecnología y los sistemas de representación digitales, Bohigas se declara un resistente de los procedimientos tradicionales del oficio que parecen inevitablemente condenados a la obsolescencia. Alguna vez ha definido BOPBAA como el último despacho renacentista, en el que, sin renunciar a la innovación, todavía se pueden encontrar mesas de dibujo en activo y maquetas de trabajo artesanales, confeccionadas en el propio taller. La arquitectura de papel, el trabajo manual, están estrechamente vinculados con el entusiasmo por el proceso creativo y el goce por el tanteo del cofundador del último despacho renacentista de Barcelona, 08005, distrito tecnológico 22@.
Bohigas se siente comprometido con la ciudad. Se muestra crítico con la Barcelona del diseño –de diseño–, que considera un modelo ultra-agotado, y defiende una hibridez más posibilista, que permita reformular los ideales estéticos en concordancia con la evolución de su paisaje humano. Tampoco cree que la actual tendencia de adquirir arquitectura de grandes marcas de importación, descontextualizada, a tanto la pieza, sea lo que pide la ciudad donde vive: ‘El talento debe ponerse a disposición de las necesidades reales’.
Bohigas apuesta por reconquistar el entorno urbano, arrebatárselo a los vehículos, de modo que el individuo pueda adquirir una vinculación más íntima y cómplice con el medio público. Los metros cuadrados de más, a los que aspira el homo urbis, están al otro lado de la puerta. Pero una evolución de esta envergadura sólo es posible con una intervención simultánea en la vivienda y el espacio público, considerando el contexto y la diversidad social. En el caso domestico, Bohigas anuncia la próxima revolución: los servicios compartidos entre comunidades vecinales. El sistema debe permitir un nuevo concepto de convivencia inspirado en la fórmula del hotel. Y, en plena crisis, ¿quién dirá que no a un hotel?
La arquitectura que Bohigas tiene en la cabeza, por lo tanto, es indisociable de su función social. Comisariando proyectos experimentales como el multidisciplinar Barraca Barcelona (2003), con la discusión de alternativas asequibles a un ‘barraquismo invisible’ a ojos de las administraciones, y la muestra APTM (Construmat 2005) con seis prototipos de apartamento mínimo, low-cost, sostenible y de calidad, consigue hacer saltar la arquitectura de las revistas de tendencias y los suplementos culturales para convertirla en materia de debate social. De nuevo, la revolución: la dignidad de una vivienda no depende de su superficie en planta. Tan fácil y tan difícil como esto.
Bohigas cree que el futuro de estos nuevos planteamientos urbanos radica en la participación. Una participación que también es fundamental en su propio sistema de trabajo. En BOPBAA, el estudio que creó en 1991 junto con Iñaki Bakero y Francesc Pla, los proyectos se van construyendo alrededor de un diálogo multilateral entre socios –ser tres ayuda–, clientes y colaboradores. Considera que un buen proyecto sólo puede salir de la discusión con el cliente.
En una disciplina cada vez más dependiente de la tecnología y los sistemas de representación digitales, Bohigas se declara un resistente de los procedimientos tradicionales del oficio que parecen inevitablemente condenados a la obsolescencia. Alguna vez ha definido BOPBAA como el último despacho renacentista, en el que, sin renunciar a la innovación, todavía se pueden encontrar mesas de dibujo en activo y maquetas de trabajo artesanales, confeccionadas en el propio taller. La arquitectura de papel, el trabajo manual, están estrechamente vinculados con el entusiasmo por el proceso creativo y el goce por el tanteo del cofundador del último despacho renacentista de Barcelona, 08005, distrito tecnológico 22@.