Por el respeto a la profesión de educador

A Trabajar con jóvenes no le gusta el corporativismo en la educación. A mi tampoco... Si queremos respeto, respetemos la profesión.


Acostumbro a escribir las entradas al tirón, lo que salga y piense en ese momento preciso. Para este post voy a intentar ser algo más reflexivo. En cualquier caso, no deja de ser una muestra  más sobre el  tema,  en el amplio abanico de opiniones interesantes que  he encontrado desde que aparqué en la estación de las TIC.

Aclarando: Educador en el más amplio sentido de la palabra: educadores sociales, animadores socioculturales, mediadores, profesores, orientadores,   maestros y todos aquellos que pueden influir en la vida de una persona joven, que es de lo que trata este blog.


  1. ¿Todos en el mismo saco?
Todos los anteriormente mencionados hacen labor de educadores y todos aportan su granito de arena para trasladar una serie de valores, comportamientos y descubrimiento del conocimiento a niños y jóvenes. No entiendo la separación entre educación formal y no formal. Es incomprensible que estén tan desunidas y sólo parezcan que enlazan cuando hay que dar algunacharlita de educación en valores de cincuenta minutos o las actividades extraescolares que realizan  en horario alternativo. Sin ninguna conexión ni coordinación. También es de reseñar  el mérito que dan determinados profesores y maestros a esos otros profesionales: ninguno,  rayando en ocasiones en la mala educación.

No hay, si lo hay ruego me lo digáis, ningún órgano, organismo o plataforma que trate de reunir a todos los agentes que participan en la educación. Cada uno con su guerra: que si yo no estoy al mismo nivel que un mediador juvenil, que si tú eres animador pero no tienes que trabajar de educador, que si yo soy más que tú porque he estudiado una carrera; pues yo más porque la mía duraba cinco años; que si yo soy pedagogo y tú no sabes nada que eres orientador. En resumen: el patio del colegio. Y lo más grave: todos dejando de lado lo más importante: los destinatarios.

  1. ¿Se puede educar sin educadores?
Difícil. Vivimos un tiempo en que ser educador no es fácil,  incluso huimos de autoproclamarnos educadores, en especial  algunos profesores y maestros.

¡Somos sólo enseñantes! –dicen- .  Quizás tengan razón pero desde que llegué a esto de las TIC me he dado cuenta de la cantidad de profesionales que no huyen de asumir su responsabilidad en la educación. Gente que comparte metodologías que se une para establecer nuevos criterios que propicien la mejora en la educación de niños y jóvenes. En definitiva: personas preocupadas y conscientes de la importancia de su labor.

Conclusión: es una cuestión personal. Segunda conclusión: dejamos la educación de los más jóvenes en manos de la fortuna, según le caiga un profesor interesado u otro que no. De ahí mi pregunta en el encabezamiento. Personalmente preferiría dejar parte de la educación de mis hijos a gente con voluntad y vocación. Los demás, no los quiero ver cerca. ¿Tienen derecho a ganarse la vida? Claro, pero lejos de mi hijo,  a ser posible.  Estamos continuamente diciendo que a los jóvenes les hace falta más responsabilidad. Es lo mismo que le pido a esta gente.

  1. La sociedad sigue sin saber por qué nuestro trabajo es importante: No lo conoce.
Nos damos abrazos y retwitteamos como locos cuando los medios de comunicación lanzan alguna noticia sobre nuestro mundo y que no sea que un grupo de niños se ha intoxicado en un campamento o que a un maestro le ha zurrado una mamá por levantar la voz a su niño. Podría empezar a cargar ahora contra medios y políticos que son tan malos que tienen la culpa de todo lo que nos pasa y contra la sociedad de consumo y bla bla bla. Aquí no, al menos en este blog lo primero que se hace es autocrítica ¿Y nosotros qué hemos hecho? Hemos estado más preocupados en defender nuestro estatus  particular que a la misma profesión. De quien peor hablan los educadores son de otros educadores, sean de su ramo o no. La misma dispersión de los educadores ha contribuido a esta guerra absurda de protagonismos que quien únicamente la paga son nuestros usuarios y la loable y respetable labor de educar.

Los Colegios Profesionales vinculados a la educación deberían también cruzar conocimientos y no convertirse en compartimentos estancos de algo mucho más importante y global. Estamos continuamente, desde hace lustros, usando la palabra multidisciplinar y no hay cojones a que se materialice en algo palpable en este sentido. ¡Ojo! Han hecho cosas importantes para reconocer la labor de las personas y espero que continúen así ya que me consta de algunos colegios que conozco en el estado: psicólogos, educadores sociales, pedagogos… lo están intentando  con nuevas fórmulas y procedimientos: ¡ánimo! 

Para acabar con este punto, aclarar que no estoy colegiado en ningún sitio porque no tengo título alguno, no soy nadie, pero como el papel me lo permite y aguanta digo lo que me da la gana, eso sí, con educación y respeto. Para que veáis, mi colegio en los setenta en un barrio obrero y empobrecido y con los delincuentes más famosos de la ciudad (el “drácula”, el “muñeco”, “los jeromos”) sí nos enseñaba eso.

Y qué decir de familia y amigos, ni siquiera la pareja comprende muchas veces a qué nos dedicamos. Para ellos, es un entretenimiento que tenemos y cuando les comentas lo que haces y para qué lo haces es como si les estuvieras hablando en mandarín. No se esfuerzan ni en preguntar. Claro, como nos lo pasamos tan bien en nuestro curro.

 Pero, ¿de  verdad es nuestro trabajo importante? Creo que sí. Es más, estoy convencido. Lo he visto en muchas ocasiones, he palpado el momento en que se produce el hecho concreto de la educación y existe. Y es emocionante. Es  lo que me hace seguir adelante. Por eso, nos debería importar una mierda el reconocimiento que nos den. El día que nosotros estemos orgullosos de lo que hacemos y lo promulguemos a los cuatro vientos sin vergüenza y defendamos la educación más que a los educadores y estos digan sin remilgos ni explicaciones que son EDUCADORES, entonces habremos ganado y la sociedad lo reconocerá. Os  puede parecer la historia de bambi pero es de lo poco que estoy convencido.

Por último, una cuestión para que os preguntéis, si os apetece. Nos quejamos cuando nuestros amigos no saben qué hacemos en nuestro trabajo pero también es cierto que cuando nos preguntan en qué trabajamos o que has hecho esta semana, salimos con algo como esto:  -Bueno, tengo una empresa que hace cosas para jóvenes- ¿por qué decimos esto en vez de contarles que tu trabajo es lograr la autonomía de las personas jóvenes a través de programas planificados en el tiempo y que necesita de unas herramientas y evaluación constantes y que de él depende que construyamos una sociedad con ciudadanos críticos, educados y comprometidos? Pues no, creemos que no lo va entender y le decimos para salir del paso que eso, que cosas para los jóvenes. Pues nada, así nos va.

  1. El corporativismo.
Cualquier cosa que se ponga por encima de la educación y de los niños o jóvenes no tiene argumentación que lo justifique.  El corporativismo logra algo de eso. Después de tratar durante muchos años con funcionarios en temas sociales hay como en todo: diligentes, vocacionales, sinvergüenzas, gandules o cumplidores. Como en todos sitios, vamos. Pero lo que nunca he entendido es que se proteja a un compañero sinvergüenza, por esa extraña manía corporativa,  que al  que más está perjudicando es a ti; primero porque no hace su trabajo y tú tienes trabajo doble y segundo porque la mala fama del funcionariado y tuya es por esta gente.

Con nosotros pasa lo mismo. Y ha de acabar. Si mi compañero de trabajo es más gandul que San Teodoro (ganaba las batallas acostado) no lo tolero, porque me afecta a mí y, sobre todo, al individuo que estamos educando. Primero se lo diré a él y si no lo enmienda diré que me lo quiten de encima y porqué. Yo no tengo que dar la cara por un sinvergüenza,  tengo que partírmela por el niño o el joven que está delante de mí. Todo lo demás es superfluo.
Si queremos respeto, respetemos primero a la profesión y a nuestra principal razón de ser: los niños y jóvenes.

Bueno, lo dejo que al final me ha salido más largo de lo que me esperaba y además poco reflexivo. En fin, al final la cabra tira al monte y lo escribo al tirón. Así lo hago, así ha salido y así lo publico.

PD: Por cierto, para los interesados: el “drácula”, el “muñeco” y los “jeromos” están todos muertos. Nada, una moda de la época.

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