Bauman: la modernidad líquida

¿Qué es una sociedad? ¿Cómo se identifica? ¿Qué la compone? ¿Qué relación hay entre los elementos que la componen, y el mundo exterior? ¿La sociedad va hacia una modernidad, o ya esta en ella? ¿Qué es modernidad? ¿Solida? ¿Liquida? Tratar de responder a estas preguntas no es una tarea fácil, mucho menos si se trata de hacerlo objetivamente, sin prejuicios de ningún tipo. En Modernidad Liquida, Zygmunt Bauman[1], desde la sociología, trata de responder a estas preguntas.





En esta lectura, nos encontramos ante la prácticamente desaparición, por un lado, de ese sentido de pertenencia social del ser humano al volverse independiente. Cuando el ser humano tiene posibilidades reales de ser individual, la sociedad ya no es aquella suma de individualidades si no el conjunto de las mismas. Para Bauman, la modernidad liquida, es como si la posibilidad de una modernidad fructífera y verdadera, se nos escapara de entre las manos como agua entre los dedos. 

Este estado físico, es aplicado a esta teoría de modernidad en el sentido de que, posterior a la segunda guerra mundial, nos encontramos con, por lo menos, tres décadas de continuo y prospero desarrollo (aquí valdría la pena señalar o definir que entendemos por tal) en donde el ser humano encuentra tierra firme donde ser y relacionarse con los demás. Un capitalismo sólido, en una modernidad sólida. Sin embargo, años más tarde, este mismo desarrollo, traducido en la ciencia y la tecnología, así como también en lo político, económico, intercambio cultural, apertura de mercados, globalización, ha llevado al ser humano a alejarse de aquello con lo que se mantenía unido, la sociedad. Es decir, de una sociedad sólida pasa a una sociedad liquida, maleable, escurridiza, que fluye, en un capitalismo liviano.

Todo lo que nos rodea se hace volátil, precario, acrecienta la sensación de incertidumbre y de soledad, la agresividad en todos los niveles, una ansiedad insaciable que sólo podemos aplacar en la única área que queda en nuestras manos: la seguridad.

Bauman nos explica que ante la posibilidad de cambios reales, podemos reaccionar felices de la vida al sentirnos cada vez más independientes y rectores de nuestro destino, pero también, habrá quienes se sientan con miedo ante tales circunstancias[2]. Ser independientes no es tan fácil, la liberación-emancipación, puede traer consecuencias a las que no estamos acostumbrados. Nos consideramos modernos, pero no lo somos. Primero por que hay deficiencias que subsanar en diferentes rubros; segundo por que dentro de algunos años, esta modernidad dará paso a otra que se considerara como tal, pero que necesariamente, tendrá que dar paso a otra concepción.

Para Bauman, el hombre deja de lado esa sensación de satisfacción y bienestar, derivados de la industrialización posterior a la segunda guerra mundial y busca su libertad. Considera que esa libertad conseguida con su emancipación, ha hecho que el hombre se vaya guardando mas para si mismo, despreocupándose aun mas de lo que sucede a su alrededor. Reflexiona acerca de cómo el hombre, si, esta inmerso en una sociedad, pero es una sociedad consumista, que busca satisfacer cada vez mas y más rápido, dadas las condiciones de expiración de los productos ofertados, y no necesariamente en productos alimenticios. Tales son los casos de las colecciones de la moda, lo ultimo en tecnología, que hoy lo es y mañana dejara de serlo. Considera que esa necesidad por las compras tiene como causa la búsqueda desesperada de pertenencia del grupo elite que guía los rumbos de la sociedad capitalista-consumista. Señala que, cuando salimos de compras, exorcizamos esos espíritus que solo nos muestran una y otra vez, que efectivamente, tenemos necesidades básicas, que serán cubiertas, en el mayor de los casos, pero solo esas, no mas, no tenemos oportunidades a obtener más. Los de alto poder adquisitivo tendrán un mayor número de opciones. Los de menor poder adquisitivo, solo podrán adquirir lo que les corresponde. Conformidad.

“Hay un piso de lo que uno necesita para seguir con vida y ser capaz de hacer lo que exige el rol de productor, pero también un techo de lo que se puede soñar, desear o procurar contando con la aprobación social de las propias ambiciones, es decir, sin temor de ser rechazado, reprendido o castigado. Todo lo que se encuentra por encima de ese límite, es un lujo, y desear un lujo es un pecado”[3]

Por mejores intenciones del hombre en sociedad, éste, terminara indefectiblemente por caer en las redes del consumismo, su identidad no será suficiente para salvarlo de ser parte de la sociedad sinóptica. Sin embargo, aún existe sutilmente, una clara diferencia entre, el enemigo número uno de la sociedad, el individuo, como lo señala De Tocqueville, y el ciudadano, inclinado a procurar el bienestar de su ciudad.

Cuando las personas viven en un mundo precario, incierto, vacilante, líquido, no se atreven a hacer proyectos a largo plazo, pierden confianza.

En el tercer capitulo de Modernidad liquida, Bauman nos lleva a tratar de entender como ha sido posible que el espacio se haya separado del tiempo, si antes éstos estaban unidos y representaban fuerzas conjuntas para si. Actualmente, aporta Bauman, estos no solo se han separado, sino que, también hacen fuerza contra de si, sobre todo del tiempo sobre el espacio. El tiempo es el medio, herramienta de conquista del espacio. Antes, el tiempo se encontraba a la par de nuestros sentidos, sin embargo, con los avances tecnológicos, esta percepción del tiempo ha venido a transformarse, de manera tal que lo que antes nos parecía tan lejos, ahora solo esta a un click de nosotros, de esa manera conquistamos el espacio. Una conquista instantánea, que mas tarda en tener pasado que futuro.

Otra gran aportación que la lectura hace, es aquella que se refiere en cuanto a la clasificación de espacios, entendiéndose estos en el ámbito de la convivencia humana. Los espacios o lugares emicos (aquel destinado al exclusión), los lugares fàgicos (aquel destinado la inclusión masificada del consumo), los no-lugares (es un espacio despojado de las expresiones simbólicas de identidad) y los espacios vacíos (lugares que siempre han estado ahí, pero inexistentes en nuestro mapa mental).

Nos afanamos en buscar soluciones biográficas, individuales, a problemas que solo pueden tener soluciones generales.

Es, precisamente en estos espacios, en los que la humanidad se desenvuelve actualmente, que se da una cierta necesidad de exclusión. Como la ciudad de Heritage Park[4]. El ser humano se siente mas seguro estando solo que en sociedad, esta perdiendo las habilidades de convivencia, solo se moverá y expresara, en cierta medida, con aquellos a los que considere de su propia clase. El no hables con extraños, como lo señala Bauman, se ha convertido de una frase de protección infantil, a una coraza de protección adulta.

En el cuarto capitulo, el autor nos explica como la sociedad liquida ha transformado la esencia del trabajo como bien común, a la esencia del trabajo individual. Por mis propios intereses. Aquí el trabajo como tal, tiene dos aristas, primero la de los capitales financieros que los producen a través de fabricas etc., el interés es solo como capital humano. Es decir, como el medio por el cual la materia se transformara en un bien; bien que será comprado y que rápidamente pasara a la historia por obsoleto. Los trabajadores son el recipiente que contiene el trabajo, y como tal lo tienen que cuidar hasta que se agote. Por otro lado, el trabajador pasa, primero de un trabajo a largo plazo, duradero y en donde se crean vínculos afectuosos con compañeros y empresa, existe una identificación[5] y un agradecimiento; a un trabajo inmediato, en el que la durabilidad no es importante y los vínculos personales dejan de existir y solo la gratificación instantánea importa.

Si bien es cierto, los individuos viven en conjunto alrededor de ciudades o localidades, estos, ya se encuentran inmersos en un mecanismo del cual es muy difícil salir, una individualidad colectiva. El individuo como tal, solo puede confiar en si mismo, ya no puede confiar en los demás, ya que su seguridad esta muy por encima de intereses colectivos o mejor dicho comunitarios. Si a esto le agregamos, que el Estado, antes garante de la seguridad, certeza, y hasta cierto grado, libertad, ya no brinda estas garantías, entonces se da esa separación entre lo nacional, dentro del cual va inmerso el nacionalismo y el patriotismo; solo le queda tratar por si, de conseguir esa seguridad, entendida no solamente como seguridad física, sino, también como seguridad psíquica. Es decir, en la modernidad sólida, el individuo tenía una figura con la cual identificarse, el Estado, además de garantizarle un futuro, si no mas prometedor, por lo menos un futuro. Ahora el individuo se encuentra con que ese futuro se ha desvanecido, no tiene la seguridad de como se va a encontrar en 30, 40 o 50 años.

Vivimos en una época en la que por primera vez la inseguridad y la incertidumbre son patrimonio de toda la sociedad.
En este sentido es importante señalar como el individuo al verse cooptado por esas necesidades creadas, se refugia en sí mismo para poder hacerse, de esa seguridad, evaporada entre los poderes de los mercados financieros. El concepto de Estado nación, se ofrecía como sustituto de la comunidad sólida, sin embargo la seguridad y la certidumbre, buscan un nuevo modelo en el cual basar sus expectativas. El Estado ha dejado de ser benefactor. Actualmente solo es un mediador entre los poderes facticos y los individuos, va cediendo sus facultades de decisión. El Estado y la nación, van por caminos distintos en la modernidad liquida.

Para concluir, Bauman señala que inmersos en la sociedad liquida, solo podemos esperar un cambio, en mucho tiempo. No podemos cambiar en unos cuantos años lo que ha sucedido durante siglos. Eso sí, debemos tener esperanza.


[1] Sociólogo, filósofo polaco. Nació en Poznan en 1925. Profesor emérito de la Universidad de Leeds, Inglaterra. Vida de consumo, Tiempos líquidos, Los retos de la educación en la modernidad liquida, Mundo consumo, Modernidad liquida, son solo algunas de sus obras.
[2] Esta indiferencia y resistencia al cambio resulta evidente en la versión de la Odisea de Feuchwanger. Elpenor, el marinero, protesta y se enoja con Odiseo, quería seguir siendo un cerdo. Sin decisiones que tomar, sin que hubiera nadie a quien obedecer, podía revolcarse en lodo y ser feliz, solo seguiría sus instintos, no quería ser otra vez humano.
[3] Bauman, Zygmunt, Modernidad liquida, México, FCE, 2003, p. 82.
[4] Una comunidad creada por George Hazeldon, en Sudáfrica, con todos los espacios necesarios para la convivencia humana, sin los peligros del exterior. Centros de trabajo, comerciales, de servicios, habitacionales, seguridad y convivencia pacífica asegurados.
[5] Vale la pena señalar que la búsqueda de identidad, para nuestro autor, es una constante lucha por detener el flujo. Percibir la identidad por fuera, nos llama la atención, nos provoca atracción, queremos ir tras ella, de una manera que nos permita, no ser tan dependientes de una sociedad consumista. Sin embargo, al estar dentro de ella, al poseerla, nos parecerá como algo ilusorio, volátil, por lo que preferimos siempre, volver al estadio de sociedad sólida y consumista. Formar parte de un grupo.

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