Arterra Bizimodu.Elogio a la sociocracia y la facilitación

Artículo de la revista ‘Ecohabitar’ publicó un artículo, firmado por Koldo Aldai, en el que el autor honra la experiencia sociocrática que la ecoaldea Arterra-Bizimodu (en Artieda, Navarra) lleva practicando desde su fundación en 2013.

Koldo Aldai | EcoHabitarTerceros ya no debían seguir gobernando nuestras propias vidas. El tiempo de su dirigismo caducaba ya en el ámbito político, económico, espiritual…



Urgía hacernos con nuestro propio futuro, recuperar el gobierno sobre nuestro presente y mañana. Estábamos saturados de la jerarquía férrea y lejana, de la verticalidad inapelable, de la autoridad firme, tantas veces machista, interesada, incomprensible. Fueron muchas vidas en condición de esclavos, vasallos, proletarios…, sin terminar de asir las riendas de nuestro propio e intransferible destino. Karl Marx sugirió levantarnos, pero no alcanzó a vislumbrar ni cómo, ni hacia dónde. También desconocía nuestra condición de almas, nuestra esencia trascendente. Una nueva era urgía de unas nuevas estructuras cada vez más participativas. Felizmente ya están ya brotando, lo que es mejor se están ya implementando de una forma eficaz en los más diversos ámbitos de la vida humana. 

El creciente colaborar y compartir al que hoy felizmente asistimos, era de la Vida siempre evolucionante. El nombre en realidad es lo de menos, toda aquella forma de organizarse participativa, ordenada, amable, ilusionada, todo el pujar creativo, ilusionante que poco a poco vaya prescindiendo de las estructuras de “ordeno y mando” forman parte del superior destino humano. 

Reunirnos en un círculo comprensivo, respetuoso, del que emanan importantes decisiones para el colectivo, implica ya una enorme carga de progreso. Todo aquello que dota de un creciente y amable poder a la colectividad forma parte de nuestra afronta evolutiva.

De repente desembarcaron en nuestros espacios y proyectos la Sociocracia y las técnicas de facilitación de grupo; de repente la minoría también nos enriquecía, la decisión última no implicaba batalla, sino consenso (por más que se retrasara), como el más logrado triunfo compartido. De repente podíamos también ser generosos y “consentir” y así ahorrarnos el caduco y cansino pelear. Lo que antes era puro “masoquismo asambleario” podía devenir florecer colectivo. De aquel alboroto, de aquel continuo pisarse la palabra podía brotar el respeto sagrado por el otro.  

Nos estamos dando aquel imprescindible “hervor”. No en vano nos hemos preocupado de que el “ego” siempre tumultuoso e irreflexivo fuera cediendo. No en vano habíamos operado en nuestro interior la mutación de “seres combatientes”, a “seres sintientes”. De repente, podíamos escucharnos con atención, unirnos sólidamente tras un propósito común. De repente, un espíritu olvidado de conciencia fraterna comenzaba a medrar en nuestro interior y la vida grupal podía ser una hermosa aventura, no un serial de confrontación permanente. 

Estamos por lo tanto persuadidos de que tanto la “Sociocracia” como las modernas técnicas de facilitación, formaban parte de una trama de progreso humano, cuyas implicaciones en los más diferentes ámbitos desconocemos. Las técnicas van llegando conforme la conciencia se va desarrollando. La estructura piramidal ya no nos servía y era preciso crear nuevas estructuras horizontales que consagraran la comunión, el empoderamiento del círculo. La “Sociocracia” y la Facilitación brotan de los movimientos alternativos y sin embargo, más allá incluso de esa órbita, será imprescindible tomar cumplida nota. Como en tantos otros aspectos iban por delante.

Hasta ahora ha sido el caos asambleario y sin embargo del hastío de ese caos comienza a emanar el orden, incluso a veces la ceremonia. Ha sido necesario hartarnos de la asamblea para dar vida a algo más orgánico, amoroso, eficaz y participativo. El nivel de conciencia ya alcanzado por la delantera humana permite este siguiente paso. 

De repente podíamos encender una vela, poner una flor en medio, hacer preliminar silencio y escucharnos con supremo respeto y consideración. De repente podíamos inaugurar juntos y juntas una nueva era de compartir y colaborar sobre esta Tierra bendita. Seguimos unidos en esta apasionante aventura humana…


Sociocracia

Etimológicamente, sociocracia significa “gobernanza entre socios”, es decir, entre pares que mantienen relaciones significativas entre sí. La estructura de su forma de gobernanza no es piramidal, sino circular. En Arterra, por ejemplo, dividen el poder en tres grandes áreas o círculos de gestión: Vida Común, Ecologías y Prosperidad. Cada uno de estos círculos a su vez está formado por otros círculos operativos. Por ejemplo, el de Ecologías distingue Soberanía energética, Movilidad, Habitabilidad, Recírculo (reciclaje), Grupo de Consumo (economato), Animales, Setas, Huertas y terrenos comunales. Es decir, tienen un espacio de poder definido por un objetivo concreto y lo nombran de otro modo. Cambiar el lenguaje también es importante porque hace evidente que existe un cambio de paradigma, una forma de abordar la realidad de otra manera. Prosperidad, por ejemplo, incluye lo que podríamos entender como Economía (contabilidad, administración, horas dedicadas a los trabajos comunes…), pero va más allá porque incluye la planificación de actividades como los cursos y talleres, los proyectos internacionales (desde la organización del voluntariado a la gestión de subvenciones europeas) y las redes y comunicación, porque compartir el conocimiento y el camino es también una fuente de prosperidad.

Roles

Si las áreas de poder se nombran y se redistribuyen de otra manera, el reparto del poder también se organiza de una manera bien distinta. A la hora de repartir los roles (lo que en otros contextos se entendería como “el poder”) se procede a unas elecciones sin candidato. Para ello, la persona que facilite este proceso de selección describe el puesto que se va a cubrir y las tareas relacionadas con el mayor detalle posible, así como las funciones, las limitaciones y el tiempo necesario para realizar estas tareas. Todo el mundo puede hacer preguntas. A partir de esa descripción, las personas participantes escribirán en una papeleta el nombre de quien considera que podría ocupar esta función y, posteriormente, explicar el por qué. De este modo, se destaca a cada candidato por sus cualidades y talentos. Si la persona que ha sido elegida no se ofrece, se vuelve a pedir a cualquiera que haga una propuesta de entre los demás candidatos. Si nadie acepta el cargo, puede ser necesario revisar el tamaño del mismo y redefinir las funciones y responsabilidades.

Consentimiento

Por otra parte, las personas que participan en estos círculos toman las decisiones comunes por consentimiento. Es decir, cuando ningún miembro del círculo tiene una objeción razonable se considera que hay consentimiento. Una objeción no es un bloqueo, sino un regalo para mejorar la propuesta, el principio de un debate que se lleva a cabo con técnicas de facilitación procedentes también de las prácticas de la NoViolencia. No es necesario, pues, estar de acuerdo, ni tampoco reprimir las discrepancias, sino convocarlas para que puedan convertirse en una información que enriquezca la propuesta inicial.

Dobles enlaces

Una vez repartidos los roles, y con esta forma de tomar las decisiones comunes, los miembros de cada círculo comienzan a interactuar gracias a lo que se entiende como “dobles enlaces”. Dos personas del círculo operativo de Soberanía Energética, por ejemplo, se pondrían en contacto con el círculo de Círculo de Gestión ‘Ecologías’; una daría a conocer las decisiones que están llevando a cabo en esta área, mientras que la segunda persona será la transmisora de las decisiones que se hayan consensuado en Ecologías, espacio en el que se ha encontrado con los dobles enlaces de los otros círculos. De este modo se retroalimentan, permitiendo que la información vaya de abajo-arriba y no solo de arriba abajo. Esto permite compartir información, cruzarla e integrarla como si fueran un organismo vivo.


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