El desarrollo de la ASC en Europa

El Caso Pablo. A partir de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se desarrolla en Europa la ASC. Precisamente, una vez acabada esta guerra, el movimiento de educación popular se reorganiza y vuelve a tomar fuerza. Las instituciones eclesiásticas, también el movimiento laico, los partidos políticos y los movimientos infantiles y juveniles, entre ellos el escultismo, son los protagonistas.



Se estructuran grandes asociaciones y federaciones a escala nacional e internacional y de estas estructuras y prácticas nacen muchos de los modelos de acción social y cultural que actualmente todavía existen en Europa. Es en estas estructuras y asociaciones donde, a partir de la segunda mitad del siglo XX, se potencian metodologías y técnicas educativas y de acción sociocultural que posteriormente se han considerado características de la ASC.

Hay diferentes criterios con respecto a cuándo y dónde nace el nombre de ASC. Parece, sin embargo, que mayoritariamente se opta por considerar que la primera vez que se habla de ASC es en una reunión organizada por la UNESCO en Modesse (Alemania) en el año 1950 al hacer referencia a la actividad en grupo. Francia, sin embargo, será el país que más se apropiará de este concepto y lo asimilará a una figura específica: el animateur. En 1955 ya se habla de este animador en un decreto de la Dirección de Educación Popular del Ministerio francés de Educación Nacional al referirse a diversos agentes sociales que desarrollaban acciones socioeducativas y culturales con personas, grupos y comunidades.

A partir de mediados de los años cincuenta, los organismos especializados de la ONU promueven programas de desarrollo comunitario que integran proyectos diferentes según cuál sea el organismo promotor. Por ejemplo, la Unesco promueve programas de educación de adultos (sobre todo en la zona de México); la OIT, programas de promoción de cooperativas y de pequeñas industrias rurales (especialmente en los países andinos); la FAO, proyectos de extensión agrícola, de economía doméstica y de demostración del hogar (centrados en América Latina), y también podemos hablar de la OMS, con los programas demostrativos del saneamiento ambiental.

De alguna manera, se está gestando buena parte de lo que más adelante se entenderá como ASC, aunque no es hasta los años sesenta cuando se utiliza claramente este concepto.

Muy pronto aparecen animadores profesionales de jóvenes desde diferentes organizaciones. En España, y concretamente en Cataluña, en el año 1961 se abre la Escuela Diocesana para Dirigentes y Monitores, precedente de la Escola de l’Esplai de Barcelona, y en 1962 se crea en Suiza la primera Escuela de Animadores de Juventud. También en Francia, en estas fechas, la Unión Francesa de Centros de Vacaciones (UFCV) abre su primera escuela de animadores de tiempo libre, concretamente en el año 1964.

A partir de estos años, el término se va generalizando y popularizando. Se perfila la figura del animador y se le encomiendan tareas en los centros de vacaciones, casas de juventud y de cultura, centros cívicos, etc. Cabe decir también que durante estos años la asociación voluntaria Peuple et Culture, de Francia, desarrolla su tarea de educación popular evolucionando y acercándose cada vez más a planteamientos propios de la ASC. Ya no pretende sólo popularizar la cultura de élite, sino que quiere promocionar la cultura tradicional a partir de un modelo de ciudad educativa rompiendo los modelos más típicamente escolares y tradicionales.

La situación en Gran Bretaña e Irlanda del Norte es diferente. El concepto del que parten es el de community development, que ahora sería próximo a la ASC aunque en su origen se utilizara para designar un programa de acción social que los ingleses hacían en sus colonias. La Oficina de Colonias Británica programaba actividades de alfabetización y de capacitación laboral, entre otras, con el fin de capacitar a la gente de sus colonias. Aunque se decía que se quería promocionar las colonias para prepararlas para su emancipación, lo que se hacía era inculcar en los colonizados los valores del sistema imperial.

A partir de los años sesenta y setenta, y con la idea de la Sociedad del Bienestar, los Estados europeos crean y potencian servicios socioculturales. En algunos casos, estos servicios se entienden como prestación social. Otras veces, los servicios y actividades se encargan a asociaciones a partir del principio de subsidiariedad y el Estado subvenciona la prestación de servicios mediante determinadas asociaciones.

Se comprueba cómo la ASC es en estos años un tema de interés europeo(Ventosa, 1993). El Consejo de Europa, nacido en 1949, crea en 1962 el Consejo de Cooperación Cultural (CCC), un organismo encargado de llevar a cabo estudios e investigaciones con la finalidad de renovar la educación y la cultura de los países europeos. En este sentido, se lleva a cabo el Proyecto Animación Sociocultural durante los años 1970-1976, bajo la dirección de J.A. Simpson. El objetivo de este proyecto es orientar las políticas culturales hacia la idea de democracia cultural a través de técnicas y programas de animación. A partir de este proyecto europeo y de sus cuatro simposios (Rotterdam 1970, San Remo 1972, Bruselas 1974 y Reading 1976) se configura de una manera más clara el concepto de ASC.

En el primer simposio, que tiene lugar del 5 al 9 de octubre de 1970 en Rotterdam, nace el Proyecto Animación Sociocultural, en el que se define la democracia cultural como la cultura de la participación y una condición de bienestar. Se habla también de la ASC desde dos perspectivas: desde una concepción revolucionaria y con carácter finalista y desde una concepción instrumental, entendiéndola como un conjunto de técnicas participativas y expresivas.

El segundo simposio, celebrado en San Remo en el año 1972, configura la definición de ASC del CCC del Consejo de Europa e intenta unificar las dos orientaciones o perspectivas de ASC anteriores (finalista e instrumental). También se habla de la ASC como de liberación cultural.

El tercer simposio, que tiene lugar en 1974 en Bruselas, trata sobre la deontologia, el estatuto y la formación de los animadores. Se distingue entre la animación como tarea específica y como estilo de hacer cualquier tarea. Por eso se dice que lo que define la animación no son tanto los contenidos o las actividades como la forma de llevarlos a cabo.

En 1976 se dan a conocer los resultados del Proyecto 14 Ciudades, en el que se hace un inventario y reflexión sobre las nuevas políticas a llevar a cabo desde ámbitos municipales. Se habla de descentralización y de desarrollo de las artes comunitarias. También en este año tiene lugar en Oslo la Primera Conferencia de Ministros Europeos responsables de Cultura. En esta conferencia, los ministros asumen los resultados del Proyecto ASC de Simpson –aunque el CCC no lo aprueba oficialmente– y eso significa en Europa el paso del concepto de democratización cultural al de democracia cultural. En septiembre de ese mismo año, 1976, se realiza en Reading el cuarto Simposio del Proyecto ASC, donde se concluye, entre otros aspectos, que hay que ampliar el alcance de la ASC a toda la población, que la animación y la difusión se tienen que considerar estrategias culturales complementarias y que se puede hacer animación desde muchos otros marcos aparte de las políticas culturales.

La recesión económica y el desempleo condicionan también los presupuestos del Consejo de Europa y en general todas las políticas. Se pasa de los planteamientos optimistas de la sociedad del ocio a los planteamientos restrictivos de la sociedad del desempleo. Eso obliga al CCC a reagrupar proyectos, y el proyecto de animación, considerado por algunos sectores demasiado radical, se fusiona con el Proyecto 14 Ciudades. El Consejo de Europa deja de interesarse específicamente por la ASC y confía su desarrollo a un proyecto general de promoción de la cultura urbana en todos los aspectos, donde predomina la preocupación por los grandes centros culturales y las artes tradicionales. Nace así el Proyecto 21 Ciudades, que se realiza entre 1979 y 1982 bajo la dirección de Brian Goodey, que dará lugar a la Declaración de Bremen de 1983, donde se pueden encontrar interesantes propósitos y reflexiones directamente vinculadas a la ASC.

Durante estos años, sin embargo, se realizan otras conferencias de ministros de Cultura. La segunda tiene lugar en Atenas en 1978 y se centra en la dimensión cultural del desarrollo. La cultura se entiende como un factor de desarrollo. Dos años más tarde, en 1981, se realiza en Luxemburgo la tercera Conferencia de Ministros de Cultura. Se centra en las finalidades culturales del desarrollo. Y en 1983 tiene lugar la cuarta Conferencia de Ministros Europeos responsables de Cultura en Berlín, centrada en la Declaración Europea sobre los Objetivos Culturales.

El Proyecto 21 Ciudades acaba en 1982 y nos aporta una nueva concepción de la cultura como una inversión, que, como tal, requiere una evaluación y un control riguroso. A partir de este proyecto y de las diferentes conferencias de ministros, se ve cómo en Europa la ASC ha ido pasando de una consideración estatal a un ámbito más próximo al nivel municipal. De un enfoque dentro del marco del tiempo libre y de la cultura como lujo, a un enfoque propio de una política de desarrollo sociocultural. La tarea del CCC ha fomentado la investigación del tema de políticas culturales, ha ayudado al intercambio de iniciativas y a trabajar la cultura en las diferentes regiones europeas y, finalmente, también ha ayudado a crear una red de documentación cultural. El impulso, pues, del CCC en este periodo es considerable y ayuda a canalizar esfuerzos y a difundir experiencias entre los diferentes Estados y municipios.

En el año 1982 tiene lugar también la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales y en ella se formula la Declaración de México, que pasará a ser un significativo referente político y estratégico.

La crisis económica y la profesionalización del sector cultural caracterizan los años ochenta, de manera que la política cultural tiene que dar respuesta al desarrollo económico. En estos años se habla de la economía de la cultura, de la gestión y el marketing cultural o de la ingeniería cultural como enfoques prácticos de la política cultural a las necesidades del momento.

Los años noventa se caracterizan por una apertura y crecimiento de la Comunidad Europea, que pasa a convertirse en Unión Europea. El Tratado de Maastricht de 1992 establece las bases de esta nueva unión, más política y con implicaciones también culturales, ya que, de hecho, proporciona una base jurídica a estas políticas. En estos años se hace evidente la complejidad de las diferentes identidades culturales y las minorías nacionales. Uno de los objetivos prioritarios de las políticas culturales será justamente la cohesión social. La configuración de una ciudadanía propia de la UE implica ir más allá de la convergencia económica y asumir retos también culturales.

El discurso que al principio existía sobre la ASC a través del Consejo de Cooperación Cultural da paso al concepto de desarrollo cultural entendido, en esta dimensión amplia de la cultura, como estrategia también para la cohesión social. El Tratado de Lisboa de 2007 refuerza esta posición del ámbito cultural y lo entiende como un complemento de las políticas nacionales, respetando siempre el principio de subsidiariedad. No hay, pues, una política cultural común.



Recomiendo leer: Fuentes de la animación sociocultural en Europa de Victor J. Ventosa.

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