La economía solidaria, la educación popular y la formación

Uno de los desafíos más importantes que tenemos hoy en el ámbito de la economía social y solidaria, es que para transformar la sociedad actual no basta con que unas cuantas personas quieran, aunque sean una minoría cualificada, hace falta que haya muchas personas que quieran cambiarla y para eso tienen que tener claro por qué cambiarla. Y ese no es el caso. Si no ¿Cómo se explicaría que se mantenga este modelo de desarrollo a todas luces insostenible, que perjudica a la mayoría de la población que paga sus consecuencias?
Enrique del Río en Idearia (Diagonal)


1.   Los retos. Uno de los desafíos más importantes que tenemos hoy en el ámbito de la economía social y solidaria, es que para transformar la sociedad actual no basta con que unas cuantas personas quieran, aunque sean una minoría cualificada, hace falta que haya muchas personas que quieran cambiarla y para eso tienen que tener claro por qué cambiarla. Y ese no es el caso. Si no ¿Cómo se explicaría que se mantenga este modelo de desarrollo a todas luces insostenible, que perjudica a la mayoría de la población que paga sus consecuencias?

Lo grave de la respuesta es que nos señala a nosotros mismos, a la población en general, como los propios cómplices reproductores día a día, víctimas y responsables a la de vez, de esta manera de funcionar la sociedad, conscientes o inconscientes, cómodos o incómodos, implicados o inhibidos. Podríamos afirmar que si existe la actual situación de injusticias, discriminaciones, abusos de poder, precariedad, etc., a nivel planetario, es porque hay una inmensa masa de personas que la sostienen.

Para que las personas quieran cambiar la sociedad a favor suyo, es necesario favorecer procesos de toma de conciencia de la realidad y compararla con sus aspiraciones más profundas y así una vez consciente de la enorme distancia entre lo que se siente y se quiere con lo que se está obligado a vivir, surge la motivación para actuar a favor de una sociedad más justa, más digna, más humana y más participativa.  

Para ello, tenemos que superar el modelo de educación oficial, a imagen y semejanza del modelo de producción industrial, con los valores impuestos por la economía financiera dominante y en el respeto a la jerarquía establecida en el poder. Así la educación se controla desde el estado y se adoctrina a las personas en ese sentido, con un “pensamiento único”, de manera que se elaboran “paquetes” de datos y enseñanzas que todo el mundo tiene que asimilar y repetir para que el sistema económico siga funcionando sin ningún tipo de contestación. Tenemos que ir en la dirección contraria, porque la sociedad necesita de personas con el pensamiento divergente.

2. La educación popular liberadora y la metodología de la formación. Recorrer ese camino precisa de una educación transformadora que desarrolle nuestra capacidad de construir experiencias democráticas y pluralistas que combatan el  pensamiento único y generen el pensamiento propio y pluralista de los ciudadanos. Dialogante, tolerante, sin certezas absolutas, investigador, abierto…

De acuerdo con Paulo Freire, este modelo de educación/formación…”concibe el conocimiento como arma de lucha. Se plantea la transformación del mundo por la acción del pueblo mismo, liberado a través de la educación… La educación como una actitud de tensión creadora que utiliza la imaginación para buscar soluciones realistas a las situaciones cotidianas. Las palabras tienen sentido cuando están encarnadas en la realidad de quien las pronuncia. Solo así, las palabras en vez de ser vehículo de ideologías alienantes se convierten en generadoras, en instrumentos de transformación auténtica... “Por eso la educación es un acto de amor y de coraje y es una práctica de la libertad, dirigida hacia la realidad, a la que no se teme, sino que busca transformarla…”

De hecho, en realidad nadie forma a nadie, porque para que haya formación tienen que darse tres elementos inseparables a tener en cuenta: a) la información (saber, conocer), b) la implicación (toma de conciencia), c) la aplicación (actuación acorde con la toma de conciencia)

a) La información veraz, las ganas de saber, de aprender y adquirir conocimientos, de investigar y verificar. En definitiva para satisfacer el hambre de saber los porqués y los cómos de las cosas y las personas. Ese proceso precisa de informaciones al alcance, para satisfacer nuestra búsqueda de conocimientos y esta búsqueda también precisa de un método para seleccionar lo que queremos buscar. Aprender a informar e informarse. La información es la base de la que nos nutrimos para hacernos una idea de la realidad y opinar sobre ella. Sin información no puede haber transmisión de conocimientos. El estar informado es clave para funcionar en la vida y no perder el horizonte, pero hay que seleccionar la información, para no atiborrarnos de noticias que ocupen toda nuestra capacidad y no nos deje espacio para lo fundamental.

Por eso es básico inculcar el rigor informativo, la verificación de los datos, contrastar la forma de interpretar esos datos. Esa información necesaria no siempre está a nuestra disposición y es preciso investigar donde está, así como, comprobar si la que tenemos es veraz.  De ahí la importancia de aprender a saber lo que queremos saber y no perdernos en las infinitas formas de asomarse a todo superficialmente, sin entrar en nada, porque no se puede profundizar en todo a la vez.

b) La implicación o conciencia de esa información, precisa de aprender a pensar, sentir y comprender lo que sabemos. Ese proceso de formación permanente no puede ser una simple acumulación de datos en nuestra cabeza o en el disco duro de nuestro ordenador. Es decir, no basta la información recibida si no sabemos trabajarla en nuestra mente y en nuestro corazón. La realidad nos implica de cualquier manera, por eso es importante que seamos conscientes de esa implicación, para que los datos e informaciones integradas nos ayuden a enfocar nuestra postura y compromiso con base suficiente para estar convencidos de lo que queremos.

Se trata de ejercitar la comprensión. Tenemos que aprender a pensar sobre esa información y sacar nuestras conclusiones. De manera que los datos adquiridos y verificados que nos vienen de afuera hacia dentro, transmitidos como información, no pueden dejarnos indiferentes. Es decir, ratifican o rectifican o aumentan nuestra visión de la realidad y tienen que provocarnos una toma de postura o de conciencia en nuestro interior.    
  
Según P. Freire, la educación/formación liberadora o emancipadora  consiste en pasar de una conciencia ingenua a la conciencia crítica, es decir, “darse cuenta”. Y esa conciencia crítica, se adquiere a través del aprendizaje práctico que se hace al afrontar todas las vicisitudes diarias y en todos los ámbitos que vivimos en relación con los demás, con nuestro entorno y con la naturaleza, con la participación de todos, para gestionarlas a favor de todos.

c)  La aplicación. La información recibida y comprendida provoca en nosotros un estado de opinión, una toma de postura, que normalmente debe llevarnos a  una actitud vital, una reacción práctica y coherente, según nuestra opinión y conciencia. Eso supone una toma de responsabilidad respecto a nuestra vida cotidiana y lo que nos rodea, que también, forma parte de nosotros mismos.

La aplicación o compromiso ante esa realidad, que tenemos integrada a través de nuestra información y nuestra conciencia, precisa de aprender a actuar positivamente y organizarse para crear alternativas.  La verdadera formación es “praxis”, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo. Se trata de aprender a actuar positivamente y organizarse para crear plataformas de creación de soluciones alternativas. Perder el miedo a gestionar y asumir la cultura de la autogestión que es la cultura de los iguales en dignidad, derechos y deberes.

Estos tres elementos de información, implicación y aplicación, van juntos ya que por separado no son suficientes y pueden conducir a error y deformaciones. Es decir, que la información sin implicación no genera compromiso, ni participación, sino tertulianos; la implicación sin análisis basados en la información rigurosa, puede llevar a una actitud de sufrimiento sin perspectivas, ni alternativas y a errores de bulto en los objetivos y estrategias; la aplicación sin análisis y sin conciencia del por qué se hace puede derivar en puro activismo.

3. Fijarnos indicadores de evaluación. Para verificar si nuestro método es transformador, necesitamos establecer y consensuar unos indicadores que nos permitan verificar si las personas crecen en conciencia de lo que son, si sus actitudes son abiertas, comprensivas, dialogantes, investigadoras y comprometidas con asumir las responsabilidades que les corresponden. Indicadores del proceso que permitan verificar a los “educadores” si ayudan a esa toma de conciencia y de responsabilidad o solamente, entretienen, dirigen, manipulan o refuerzan el pensamiento único.

Partiendo del contexto que nos rodea, donde la rutina impone su peso como una losa, es fundamental conectar con el interés de las personas, se encuentren al nivel que se encuentren de conocimientos y de conciencia sociopolítica.  Hay que partir de la sana aspiración de cada uno para estimular su iniciativa, su interés por cambiar y salir de la situación actual.

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