Poco pan y pésimo circo

Es demasiado pronto para sacar conclusiones sobre las movilizaciones ciudadanas vividas durante los últimos meses en las dos orillas del Mediterráneo. Es apresurado pretender entenderlo en toda su amplitud, pero se hace necesaria una primera reflexión que permita reconocer un modus operandi que, lejos de ser algo aislado y temporal, parece estar llamado a protagonizar las protestas sociales de las próximas décadas.
En esta breve reflexión trato de aportar mi punto de vista sobre estos acontecimientos.


0. Toda tentativa de aislar los acontecimientos, ignora el éxito sombrío de la globalización por encima de las fronteras que el capitalismo, al mismo tiempo, levanta entre los pueblos. Lo cierto es que, de Marruecos a Bahrein, de España a Grecia, de Estambul a Wisconsin, estos movimientos se inscriben en una misma brecha asociada al doble fracaso, económico y político, del capitalismo.
 
La corrupción económica y política con sus escándalos políticos y financieros; el descrédito de una “democracia” formal deslegitimada incapaz de canalizar los problemas, el descontento y las denuncias sociales actuales; la falta de una representación política ciudadana real; la lógica de la privatización descontrolada; la falta de identificación con un sistema, para algunos arcaico, para otros simplemente injusto; son cuestiones no ajenas a ningún ciudadano desde hace mucho tiempo. La indignación es una de las ideas-fuerza que definen estas movilizaciones. Seguramente la reacción ha tardado en llegar.
 
2. El contexto de crisis actual puede haber actuado de detonante, pero desde el inicio de la crisis la contestación ciudadana fue débil. Claro que, la indignación, es un principio.
 
3. Muchos de los rostros que encontrábamos en las acampadas de las plazas españolas eran nuevos, y en ello reside una de las grandes victorias, ya inapelables, de este movimiento. Pero, la explosión actual no parte de cero. Años de trabajo a pequeña escala de las redes y movimientos alternativos (indignados desde hace tiempo), de iniciativas y resistencias de impacto más limitado han mantenido la llama de la contestación, de la indignación y de la sensibilización. Muchos hombres y mujeres que hemos visto estos días movilizándose en primera línea ya los habíamos visto antes, haciendo eso mismo que hacen ahora, pero más solos y solas, aunque no menos motivadas y decididas.
 
Antes del 15M, preparándolo, ha habido un camino, que hace años que viene ensayando esas formas de acción política que ahora nos sorprenden por su generalización y por su capacidad de arrastrar a gran cantidad de gente. Los indignados y las indignadas de hoy son, también, los famosos “antisistema”, del movimiento antiglobalización, de los movimientos altermundistas de Seattle, Genoa, etc.
 
4. Las redes sociales han dotado al movimiento de contenidos, aprendizajes e importantes articulaciones. La circulación de la información a través de las redes sociales ha contribuido al proceso de indignación y sensibilización, y lo ha acelerado. Puede que no sean comparables las reclamaciones de los egipcios con las de los españoles, porque tampoco es comparable el régimen de Mubarak con nuestro sistema “democràtico”. Sin embargo, los modos de actuación y los protagonistas de ambos movimientos presentan muchos rasgos en común. 
 
Los movimientos actuales parecen incorporar el aprendizaje de los movimientos sociales de los últimos tiempos y, además, ha conseguido lo que éstos no lograron, un enorme impacto mediático.
 
5. La sensibilización y la indignación colectiva, son un cóctel explosivo. 
 
Poco pan y pésimo circo”, declaraba una pared en Madrid que hubiesen podido firmar en Túnez, El Cairo, Damasco o Atenas. Una generación perdida y precaria, sin casa, sin futuro, –roída por cifras de paro muy semejantes–, contra el poco pan y las muchas golosinas, sin miedo, se ha levantado reclamando ‘dignidad’.
 
Pero la dignidad tiene que ver precisamente con esta conciencia de estar radicalmente excluidos de las fuentes de decisión. Y por eso en un lado y en otro, allí donde la dictadura es personal y allí donde la dictadura es estructural, las poblaciones piden democracia.

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