Pestalozzi. Educación integral

Juan Enrique Pestalozzi, ilustrado, sociólogo, politólogo, pedagogo, filántropo, jurista, antropólogo,  es un personaje que suscita pasiones. Solo esto hace ya de él un autor singular y atractivo. Siempre, y también en la actualidad, ha habido pedagogos y estudiosos que se han sentido atraídos fuertemente por esta figura cultural de la humanidad y se han dedicado con interés y afecto a conocerla, a estimarla y a propagar su conocimiento.

Y ¿a qué se debe esta peculiaridad de la figura de Pestalozzi? Se debe a la valía de sus ideas y de sus aportaciones a la educación; pero, sobre todo, se debe a su encanto personal, por el gran corazón que tenía y su entrega total al bien de la infancia y de la humanidad.
UNED José María Quintana Cabanas

El didacta

Lo más típico de Pestalozzi, y aquello por lo cual él ha sido más conocido y le dio más motivo de orgullo, fue su método de enseñanza, que él mismo trató de divulgar y, de hecho, en varios países europeos se fundaron escuelas pestalozzianas, entre ellos España.

Para Pestalozzi, el conocimiento humano comienza con la intuición sensible de las cosas, y a partir de ella se forman las ideas; por lo cual, también el método de enseñanza ha de seguir este mismo proceso, adaptándose al desarrollo mental del niño en cada momento dado. El conocimiento ha de ir avanzando, desde unas intuiciones confusas, a unas ideas claras y distintas.

Las características más generales de las cosas son: forma, número y palabra, referidos a cada objeto. Por lo mismo, todo nuestro conocimiento surge de tres capacidades elementales: 1ª la capacidad del sonido, que lleva a la capacidad lingüística; 2ª la capacidad de representación sensible indeterminada, que comprende la conciencia de las formas; 3ª la capacidad de representación no sensible y determinada, de la cual se deriva la conciencia de unidad y, con ella, la capacidad numérica y calculadora. Estas tres facultades son los puntos de arranque de la enseñanza, la cual, de un modo gradual e ininterrumpido, llevará a la formación de todos los conocimientos, según estas tres vías correspondientes: 1ª de la capacidad de sonido, vienen el deletreo, el nombrar las cosas y el Lenguaje; 2ª de la capacidad relativa a las formas, surgen la Geometría , el Dibujo y la Caligrafía ; 3ª de la capacidad numérica, viene la Aritmética. Este tercer medio de enseñanza elemental, el número, es el más importante, porque es el que mejor hace llegar a unos conceptos claros. El arte del cálculo se basa en saber encontrar los múltiplos y los submúltiplos; intuitivamente, esto puede hacerse a partir del cuadrado regular, el cual, por lo mismo, constituye la forma originaria del conocimiento y de la enseñanza.

Según Pestalozzi, dado que el proceso de formación de los conocimientos humanos es único e invariable, y el método de enseñanza ha de seguirlo, sólo puede haber un método de enseñanza que sea bueno. Y, evidentemente, éste es el suyo, que de este modo había “psicologizado” el aprendizaje humano.

Pero, en realidad, el método de Pestalozzi no es un método “psicológico”, como lo son los métodos activos y globalizadores. En realidad, el método de Pestalozzi es un método “lógico”, basado en la concepción “analítica y sistemática” de la enseñanza y el aprendizaje. Con esto, entronca con la enseñanza tradicional, más que con la enseñanza introducida por la Escuela Nueva , de la cual él está lejos.

En realidad, el método de Pestalozzi superó la escuela tradicional en el sentido de que rechazó firmemente el intelectualismo, el verbalismo y el memorismo, y sentó el aprendizaje y la enseñanza a partir de la intuición; pero –por lo demás- el estudio se consideraba como una forma de trabajo que había que realizar en todos sus pasos graduados y con todo rigor mental.

Su actualidad

De hecho, el “método” pestalozziano, aquello de lo cual su autor se sentía más ufano, fue pronto olvidado y superado. La teoría en que se basaba era complicada y algo artificiosa, aunque muy ingeniosa e interesante, y lo mejor de las escuelas pestalozzianas, su didáctica práctica, venía a coincidir con la de las escuelas tradicionales, aunque evitando los defectos de éstas y mejorando su método.

Pero, si podemos prescindir de Pestalozzi como didacta, nunca podremos prescindir de él como pedagogo. En efecto, tiene muchos principios educativos que pertenecen a la mejor “pedagogía perenne” y, como tales, han de hallarse presentes en toda buena educación, también en la actual.

Y precisamente ahora podrían sernos más necesarios que nunca. Nos hallamos –en efecto- sumidos en una época de desorientación educacional, como consecuencia de la desorientación ideológica general que nos afecta. Es la época de la llamada “postmodernidad”, que supone un relativismo general de valores, un desvanecimiento de los principios morales, un desprecio del rigor mental y del pensamiento lógico, un individualismo exaltado, un predominio del “principio de placer” y una superficialidad mental consentida. El humanismo está en decadencia y descrédito y, con esto –según nuestro punto de vista-, se está perdiendo calidad humana.

Si esto es así, muchos lo ven como un fallo cultural humano y se proponen reaccionar con una educación más seria y enérgica, orientada según una Pedagogía Humanista.

Y es aquí donde Pestalozzi puede ser muy oportuno, dado que su pedagogía es capaz de ayudarnos y orientarnos en nuestra tarea educativa actual. La de Pestalozzi, en efecto, es una pedagogía que
  • considera fundamental la educación familiar
  • recomienda educar al niño en un ambiente de austeridad
  • infunde el espíritu de trabajo
  • valora los principios morales y trascendentes
  • forma el rigor mental
  • confía en el niño pero lo orienta en sus fallos y carencias
  • conjuga la libertad con el cumplimiento de las obligaciones
  • cuenta con la educación cívica
  • es exigente en la formación intelectual.
Pocas cosas más hacen falta para garantizar una educación integral y conveniente de las personas. Esas otras cosas las encontramos ya en nuestros actuales sistemas de enseñanza, pero, en cambio, en ellos echamos de menos bastantes aspectos educativos básicos e imprescindibles, y estos son precisamente los que hallamos en la pedagogía de Pestalozzi. Es por esto que haremos bien en recordarla y, sobre todo, incorporarla a nuestra manera actual de educar.

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